El hombre en vacaciones

La familiaEl método de funcionar de Viena Directo es siempre el ir de lo particular a lo general.

17 de Septiembre.- El hombre está de vacaciones. El respiro dura ya casi una semana pero, hasta ayer, el hombre no consiguió desconectar de su trabajo diario, que es muy exigente y que, además, combina con un exitoso blog que cuenta con un nutrido grupo de lectores/seguidores.

El hombre no necesita gran cosa para ser feliz. Solo dos: la primera, un buen libro. La segunda, algo (salado) que picar mientras lee. Las dos cosas han cambiado con el paso de los años. En la época dorada de sus gestas como lector, que coincidió con los quince años de su edad, eran grandes cartuchos de galletas María Fontaneda. En la actualidad, unas patatas fritas industriales. Sus viajes son imaginarios y, en alguna medida, mucho más placenteros que los que se hacen en coche, en tren, en avión o en patinete.

El hombre se sienta en el soleado salón de la casa que le sirve de alojamiento. La habitación es muy agradable, quizá porque cada mueble es de su padre y de su madre pero todo está perfectamente límpio y es muy armónico, además de que la cantidad de objetos, como en los hoteles, está reducida al mínimo indispensable. El hombre tiene las piernas muy juntas, el libro sobre las rodillas. Una postura un poco incómoda que a veces cambia por la de estar tumbado boca arriba, con la nuca apoyada en el brazo del sillón. Sin cojín. Como en las almohadas egipcias, hechas de madera, que una vez, de niño, vio en una enciclopedia. Fantásticamente hermosas, supremamente incómodas.

El hombre se ve a sí mismo y se recuerda en otros lugares, exactamente en la misma posición. En España, en casa de sus abuelos, cuando era pequeño, la pasta fresca del libro sobre las piernas desnudas por los pantalones cortos. En Cuba, en la terraza pintada de verde manzana de una casa de La Habana vieja. El Austria, adentrándose por los senderos de mundos de ficción que siempre se abrían hospitalarios ante él.

Es la imagen de sí mismo en la que más se reconoce, la que le devuelve, como un espejo, lo que él más profundamente es. Sonríe. Lee. Vuelve a sonreir. Poco a poco, la respiración se vuelve calmada, como cuando se tiene un sueño muy agradable o se encuentra uno en una fase de gran relajación. Las preocupaciones se disipan,los dolores se atenúan. Los coches, que van y vienen por la calle principal del pueblo, suenan a lo lejos como el rumor de un mar mecánico que no molestase.

Los gatos descansan en los alféizares de las ventanas, mirando el cielo azul de Austria.

Aunque está de vacaciones, le hombre sabe que le aguarda la cita diaria con sus lectores. Antes de ponerse a escribir, el hombre piensa siempre en una cosa que hacía cuando iba a la Universidad. Como llegaba muy pronto, mucho antes que la mayoría de sus condiscípulos, se sentaba en la mesa del profesor. Siempre había alguien que se acercaba. Como el hombre siempre compraba los periódicos del día (el viaje hasta la Universidad era muy largo) pronto surgía un tema de actualidad, una conversación. Al hombre le gustaba escuchar las opiniones de la gente. Poco a poco, la tertulia se fue estableciendo y la gente esperaba con ansiedad el corrillo matinal para hablar de eso o de aquello. Después de unas semanas, el hombre solo necesitaba lanzar un tema, como se tira una canica contra otra, para que se produjera el movimiento y la gente charlase agradablemente hasta la hora en que empezaba la clase.

El hombre siempre piensa en ese grupo de caras, más borrosas cada año que pasa, antes de elegir el tema del día para el blog.

Hoy recuerda una noticia que ha leido en internet.

En Baden, ciudad cercana a Viena, la ciudad ha detenido a una mujer de treinta y nueve años por haber apuñalado con una navaja a su novio, de veintiocho.

El apuñalamiento surgió porque estos dos honrados ciudadanos austriacos pata negra tuvieron una disputa doméstica, presumiblemente cuando estaban bajo los efectos del alcohol. La mujer, con evidentes deseos de despachar a su novio, hundió el cuchillo en su cuerpo repetidamente, produciéndole varias heridas graves. Luego, aunque parezca imposible, el apuñalado la perdonó y los dos se pusieron de acuerdo para decir que el autor de las puñaladas había sido un „extranjero desconocido“ que, tras intentar cepillarse al de veintiocho años, se había dado a a fuga.

La policía descubrió la mentira y, al final, la mujer terminó confesando que el hombre del saco (literalmente „el negro“ en lengua vernácula) no existía y que su expareja y él habían inventado la intervención de este personaje imaginario para que ella no fuera culpada del intento de asesinato.

El hombre que está de vacaciones piensa que a veces es como si la vida fuese una buena novela.


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Comentarios

Una respuesta a «El hombre en vacaciones»

  1. Avatar de Bad Vöslauer
    Bad Vöslauer

    La realidad (a veces) supera la ficción. Ahora la mujer además del intento de homicidio, tendrá que hacerse cargo de la obstrucción a la justicia que ha realizado junto a la víctima del frío metal. El consumo de drogas es peligroso por el viaje a mundos paralelos que desarrollan aunque sea buen inspirador para la creación.

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