Emoción, intriga y dolor de barriga

DurchgangPasado mañana son las elecciones a la alcaldía vienesa y, de resultas de ello, se abren ante el observador no pocas apasionantes incógnitas.

9 de Octubre.- Estamos en la recta final de la campaña electoral a las elecciones a la alcaldía vienesa y los partidos queman todos los cartuchos y urgen al votante por todos los medios a su alcance para que se acerquen a la urna y piensen en ellos de manera favorable.

El jueves se celebró, en pleno centro de esta capital, el que fue sin duda el acto más aparatoso. La ultraderecha, al pie de la catedral de San Esteban, congregó a unas quinientas personas que escucharon a sus candidatos: Johann Gudenus, el cual, si todo va como se presagia sería el „vicealcalde“ de Viena, Ursula Stenzel y Heinz Christian Strache, el cual llamó a sus adeptos a conseguir „el milagro azul“ (das blaue Wunder) que supondría que el FPÖ consiguiese ser la fuerza más votada en estas elecciones.

Ursula Stenzel llamó a los votantes a conseguir un Klimawandel (la pobre) y Strache, siguiendo la estela de Alfonso Guerra, a que los votantes le eligieran para que a Viena, el día 12 de octubre no la conociera „ni la madre que la parió“ (mit perdón).

Ahora mismo estamos en un momento en que todo puede ser, la verdad, y la campaña ha sido a cara de perro entre el alcalde actual, Michael Häupl y Heinz Christian Strache que, como siempre, ha salido „a ganar, a ganar y a ganar“ según frase memorable (aunque no muy imaginativa) del ex presidente español Aznar. Bien es cierto que en un plan menos Rottweiler que en otras ocasiones porque esta vez piensa que el viento de la Historia sopla en sus velas.

Wiener Rathaus

Todas las encuestas manejadas por los medios austriacos le dan al Partido Socialista el primer lugar aunque por escaso margen (entre un 37-38 por ciento de los sufragios), los segundos serían los de Mordor (con un 32-34 por ciento, lo cual supodría una subida con respecto a las elecciones de 2010), después los verdes, prácticamente fijos en el que es su techo electoral del 12-13%, que les permitiría seguir gobernando en coalición con el partido socialista, tras ellos el Partido Popular con unos resultados discretísimos (a tono con el progresivo desdibujarse de una formación muy rehén de un voto católico que cada vez es más minoritario en la sociedad austriaca) y por último los llamados neos con un 5-6% (alguien dijo que los Neos son una „start-up fracasada“ y, la verdad es que, después de unos principios con mucho empuje, no terminan de despegar.

Estos resultados, de reflejarse en el escrutinio definitivo, dejarían al Partido Socialista en la incómoda posición de tomar una serie de decisiones complicadas, sobre todo de cara a las elecciones del 2020. Entre ellas la de ir pensando en un recambio para Häupl.

Si deciden coaligarse de nuevo con los verdes, es bastante probable que el descenso del partido socialista continúe.

La coalición con los verdes ha hecho parecer, sobre todo, que eran los verdes los que programaban la agenda (sobre todo en el proyecto insignia de esta legislatura, la peatonalización de Mariahilferstrasse, que los verdes insisten en vender como experiencia piloto de otras peatonalizaciones futuras). Desde el punto de vista del SPÖ los verdes han conseguido muchos mayores réditos electorales que ellos, que han sufrido un gran desgaste a manos del FPÖ.

Los socialistas podrían consolarse, eso sí, pensando que el desgaste se ha producido por la llamada „crisis de los refugiados“ y no por asuntos directamente relacionados con la política interna de Viena, pero eso es un flaco consuelo cuando, a fin de cuentas, los efectos han sido los mismos.

Por otro lado, si el SPÖ sigue el ejemplo de Burgenland y decide coaligarse con la ultraderecha (coalición que, por cierto, no está dando un ruido más alto que otro, salvo algunos errores iniciales de ajuste) tendría el problema de venderle a su electorado una decisión que, desde el punto de un electorado progresista de centro-izquierda, es un sapo difícil de tragar.

¿Cuál es la incógnita? La participación. Si el SPÖ consigue movilizar al electorado de centro-izquierda para votar a la ultraderecha puede arañar los pocos puntos que le separan de una mayoría incómoda que le permita formar Gobierno; si el FPÖ, que ha hecho una campaña modélica desde el punto de vista de la comunicación (lo cortés no quita lo cabral) consigue movilizar (más) al voto protesta, entonces el día 12 el café mañanero nos sabrá un poco más amargo.


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