El bonito invento del señor Kalina

NaschmarktLa forma de uno de los objetos más utilizados por los europeos en su vida diaria tuvo su orígen aquí, en Viena. Adivina cuál.

28 de Noviembre.- Una de las cosas que nos ha facilitado más la vida a todos en los últimos tiempos ha sido la moneda común europea. Desde que se implantó, y a pesar de los que dicen que, con el euro, los precios han aumentado de manera espectacular (cosa que no es verdad, como ya explicamos en su momento en Viena Directo) los europeos medios vivimos con la comodidad de poder pagar en casi todos los países de nuestro entorno de manera cómoda. Recuerdo que siendo yo chico, cuando estudiaba, todavía se llamaba a la moneda ficticia -porque solo existía sobre el papel- con la que se manejaba lo que entonces se llamaba CEE (Comunidad Económica Europea) ECU, que son unas siglas que, como sucede con la EBU/UER -Unión Europea de Radiodifusión- todavía evocan en mí a aquel niño que veía la televisión en su casa de España y pensaba que, donde ocurrían cosas interesantes de verdad, era en los países en donde se rodaban aquellos cortometrajes que emitía la cadena de televisión pública española.

Volviendo a la moneda única, en estos días han empezado a circular por Austria los nuevos billetes de 20 Euros, que son una versión modernizada y equipada con más medidas de seguridad de los que ya circulaban, y quizá sea un buen momento para recordar que el responsable de la apariencia de los medios de pago que utilizamos actualmente en la zona Euro es un austriaco: Herr Robert Kalina, diseñador de la Casa de la Moneda austriaca desde principios de los años 80.

En 1996, él fue el ganador del concurso que el Banco Central Europeo convocó para decidir cómo serían los billetes que utilizamos actualmente. No era una tarea nada fácil, porque los billetes tenían que representar las esencias del continente por el que tenían que circular pero, además, no podían hacer referencia a ninguna nación concreta, para evitar que se produjeran celos entre las naciones (¿Por qué habéis sacado a Leonardo y no a Erasmo de Roterdam? ¿Por qué sale el Versalles y no la Acrópolis?). Al concurso de los billetes se presentaron 44 proyectos que fueron evaluados por un jurado de prestigio. Kalina ganó porque, mientras los demás proyectos seguían al pie de la letra la tradición de reflejar la figura humana en los billetes (ya fuera mediante personalidades de reconocido prestigio o mediante caras anónimas), Kalina acudió a algo que es común a toda Europa y tan esencial como pueda serlo la literatura o la filosofía, y mucho más a la vista: la arquitectura.

Así, mientras se ascendía por la escala de valores (5,10,20,50,100,200 y 500) también se hacía un viaje a través de la historia de la arquitectura europea, a través de monumentos totalmente salidos de la imaginación del diseñador pero en los estilos de la Antigüedad, el románico, el gótico,el renacimiento, el barroco,la arquitectura industrial del siglo XIX y la arquitectura moderna).

Kalina tenía ya gran experiencia en el diseño de billetes y, desde que había entrado a trabajar en la Casa de la Moneda de Viena, los austriacos habían llevado en las carteras billetes diseñados por él, como el de 100 Schillings, aparecido en 1983, en el que aparecía el arquitecto Jean Nicolas Jadot de Ville-Issey que fue quien concibió, entre otras, la Michaelerplatz de Viena.

Herr Kalina, ha diseñado otros billetes, como por ejemplo para Bosnia Herzegovina o para la República de Azerbayán.

Cuando, hace no mucho tiempo (fue uno de los sustos que nos ha dado este año 2015, tan proclive a darlos) se habló de suspender la circulación del euro en Grecia, lo que se conoció como Grexit (una combinación de casi tanto éxito como „follamigo“ o „fofisano“) pocos cayeron en la cuenta de que no iba a ser tan fácil por un puro aspecto técnico. En la actualidad, la producción de los billetes es una obra de alta tecnología (para evitar falsificaciones) y está tan especializada que los billetes, como sucedió con los de Euro, se preparan con años de anticipación antes de que entren en el bolsillo del ciudadano.

Quizá por esta razón, el encargado de lavarles la cara a los billetes de 20 euros no ha sido quien los diseñó, sino el alemán Reinhold Gerstetter. A él le debemos la nueva apariencia de uno de los objetos que más usaremos en los próximos años.


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