Estos son nuestros valores

ReligiónLos últimos acontecimientos en Europa han removido los fondos del alma de los ciudadanos del continente y les ha empujado a hacerse algunas preguntas.

9 de Diciembre.- Querida Ainara : la película Cabaret está basada en una novela de Christopher Isherwood que se llama „Soy una cámara“.

A mí me gustaría que las cosas que cuento de Viena o de Austria fueran igual de neutrales que las imágenes que filma una cámara. Evidentemente, no es así, porque yo soy un ser humano y es inevitable que las cosas que digo se tiñan de mi percepción de las cosas. No creo que esté mal y, de hecho, me parece que una de las ventajas que más aprecian los lectores de este blog (por lo menos los lectores que a mí me interesan) es precisamente eso: que se nota perfectamente que no está hecho por una máquina, sino por un ser humano que admite que es falible, que se puede equivocar, que no lo esconde y que no pretende ser otra cosa que una persona que cuenta honradamente lo que ve.

Naturalmente, incluso la cámara más neutral, que es un medio mecánico, tiene una limitación obvia y es la del emplazamiento (traducido al lenguaje del bloguero, la selección de los temas).

Una cámara solo puede registrar aquello que está en su campo de visión. Un bloguero escribe sobre aquellas cosas que le estimulan a escribir, que le interesan.

Muchas veces, me pregunto qué sería o cómo sería este blog si, en vez de escribirlo yo lo escribiese otra persona o lo escribiese yo mismo bajo unas circunstancias muy diferentes de las que constituyen mi vida actual, que es (toquemos madera) bastante plácida y agradable, e invita a la reflexión sosegada sobre las cosas, sin casarse con este ni con aquel. Estoy seguro de que trataría otros temas, porque es evidente que a mí me llaman la atención un número finito de cosas (ámplio, pero con un principio y con un fin).

Una de las cosas que me llaman la atención y que, bajo mi punto de vista, es una de las cosas que han marcado este tramo final del año en Europa en general y en Austria en particular, es un problema que en Europa, ingenuamente, creíamos que teníamos ya resuelto para siempre.

Los atentados terroristas de París (el primero, el de Charlie Hebdo, nada más comenzado el año y los últimos, hace unas semanas) han hecho que los europeos asociemos violencia con religión de una manera que nos ha hecho preguntarnos qué lugar debe ocupar esa religión en la vida diaria nuestra. Pregunta que está más o menos latente en todas las discusiones a propósito del terrorismo o de la inmigración que se están dando durante los últimos tiempos.

Para esto, hay diversas respuestas, claro. En Austria, por ejemplo, se aboga cada vez más por intentar controlar el mensaje que las diversas confesiones (y particularmente la musulmana) transmiten a la sociedad (a sus fieles o al público en general), de manera que ese mensaje no se convierta en algo que ponga en peligro la existencia de la sociedad misma, tal y como la conocemos (y tal y como nos ha costado generaciones formarla). Una sociedad imperfecta, es cierto, pero en el que muchas cosas se dan por supuestas. Por ejemplo, que la religión no es un factor determinante para la mayoría de nuestras acciones. Incluso, que es un factor no determinante para las acciones de las personas que se dicen religiosas.

En Austria, la Iglesia católica, por ejemplo, no ha tenido más remedio que acostumbrarse a que lo que defiende sea visto por la mayoría de la sociedad y yo diría que incluso por la mayoría de los fieles, como una teoría cada vez más alejada de la práctica diaria (por ejemplo, la homosexualidad o las relaciones prematrimoniales no son rechazadas ya sino por grupos muy pequeños y fundamentalistas de católicos, gracias a Dios).

Naturalmente, se tiene miedo de la religión musulmana en el sentido de que no se conoce bien hasta qué punto sus fieles se la toman como los oficialmente católicos se toman la suya.

Otro aspecto del debate es que los sectores cristianos más conservadores intentan arrimar el ascua a su sardina y plantear la coexistencia de las religiones como Hitler planteaba la coexistencia entre las razas, sobre la teoría de que el espacio cedido por una religión es indudablemente ocupado por otra competidora que aspira a arrebatarle „su espacio vital“. Es este y no otro el sentido en el que hay que interpretar los panegíricos, provenientes de determinados medios, en donde se insiste en defender „nuestros valores“ amenazados supuestamente por otros valores rivales.

Si Europa quiere sobrevivir como lo que es y como lo que ha hecho de ella lo que es (o sea, aún con sus luces y sus sombras la vanguardia filosófica y espiritual del mundo) debe insistir en lo que son sus auténticos valores, como son la laicidad, la separación entre la religión y el Estado (cualquiera que sea esa religión), el imperio de la ley y la coexistencia pacífica entre todas las opciones políticas.

El resto, son trampas, excusas para volver a caer en lo de siempre.

Besos de tu tío

(*)Ainara es la sobrina del autor


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Comentarios

Una respuesta a «Estos son nuestros valores»

  1. Avatar de Luis
    Luis

    Libertad de conciencia, libertad de expresión, reunión y asociación, democracia… pero esos valores a los primeros que se les olvida es a los supuestos paladines defensores de “nuestros valores” frente a los refugiados, como al Gobierno de Hungría, Lepenes y Trumpes…

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