Navidad en Bisamberg

BisambergEl bloguero ha decidido, este año, pasar la mañana de navidad de una manera un poco más activa de costumbre.

25 de Diciembre.- No me lo van a creer mis lectores (sobre todo los más talluditos) pero hoy hace veinticinco años (!25!) que los españoles (por lo menos los que teníamos uso de razón en aquel momento) asistimos con no poco sonrojo ajeno a un evento planetario: la cantante Marta Sánchez, del grupo Olé Olé, contoneándose junto con otras dos muchachas (bastante pavas, por cierto) cantaba sobre la fragata Numancia el jitazo „Soldados del amor“ ante un grupo de enfervorecidos soldados españoles en misión durante la primera Guerra del Golfo. El 10% de lo marineros de la Numancia a los que Marta Sánchez ni les hacía (ni les hará hoy tampoco) ni fú ni fá, debieron mover la cabeza y taparse los ojos al ver a Marta y a sus esforzadas acompañantes cantando una canción impresentable enfundadas en una especie de bragafajas de material plástico, el noventa por ciento de los componentes masculinos de la tripulación de la fragata debieron de bramar enfervorecidos ante tamaña muestra de sensualidad.

Así es la vida.

Por cierto, en aquella gozosa ocasión, también actuó Raúl Sender (el pobre). Esperemos que, por el bien del versátil cómico zaragozano, su actuación se produjera antes de la de Marta. Porque le hicieran caso, digo.

En fin: navidad, navidad, tiempo de delicuescencias gastronómicas y estéticas.

En Austria la nochebuena discurrió tranquila y no hubo que lamentar, por supuesto, ninguna aparición de Marta Sánchez (!Lo que hay que hacer para levantar la moral de los soldados, señora!) ni ningún incendio horroroso de esos con los que la tele nos asusta todos los años. El típico vídeo en donde los bomberos muestran cómo una habitaición puede quedar completamente achicharrada (con enseres y, peor, con personas dentro) por la cosa de encender las velas (auténticas) del árbol de navidad sin tomar las debidas precauciones.

Como, de cualquier manera, estas fiestas entrañables son ocasión para maltratar al cuerpo por exceso, hoy uno ha decidido pasar una navidad ascética y, en vez de dormir hasta tarde, se ha levantado y, aprovechando que en la cuenca del Danubio ha amanecido soleado, se ha acercado a los viñedos de Bisamberg, para aprovechar la presencia del astro rey y hacer un poquito de ejercicio.

Bisamberg (23 de 31)Lo del ejercicio se ha conseguido, pero lo del sol, la verdad es que regular. Porque ha sido alcanzar los feraces viñedos en donde se produce el Grüner Weltliner y toparse con una niebla que le daba a todo el aspecto de que fuera a aparecer Amenábar del bracete con Nicole Kidman (qué peli aquella).   Los viñedos de Bisamberg son siempre un paseo recomendable, primero porque uno se pone en forma (el camino es serpenteante y empinado) y porque uno, además, entra en contacto con la naturaleza y, si tiene buena suerte, puede disfrutar de unas vistas de Viena que son muy chulas.   En verano, además, se está más fresco que en la ciudad y en otoño, pues se disfruta in situ de los productos de la agricultura de la zona, que si el vinete que si esto que si lo otro.  

 

Yo, además, he estado practicando con lo que me ha traido el Christkind (porque el Christkind es quien trae en Austria los regaletes). A mí, como he sido bueno, „ricitos de oro“ me ha traido un gran angular especialmente luminoso, con el cual he estado haciendo las fotos que he puesto como ilustración de este post.   Ahora, ver las pelis de Sissi en la ORF, porque una navidad sin Romy Schneider (en Austria) es cual árbol sin flores o como mesa de nochebuena sin langostinos, cuñado y jamón. Bisamberg (6 de 31)


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