Paseando por Viena con los ojos abiertos

Embelgasse 1Cuando uno pasea por Viena no tiene más remedio de que le surjan preguntas y esas preguntas, a veces, dan para posts curiosos. Como espero que sea este.

16 de Enero.- Yo tengo una amiga que es médico -una estupenda internista-; pues bien: esta chica vive a cosa de un cuarto de hora de mi casa. Mi amiga tiene dos gatos (ingleses de pelo corto); unas criaturas tranquilas y exquisitas, ya algo mayores. Esta semana, mi amiga tenía una formación fuera de Viena así que me pidió que pasara por su casa todos los días un ratito para echarle de comer y de beber a sus mascotas. Cosa que yo acepté con muchísimo gusto, claro.

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Mi amiga vive en la Embelgasse, al principio. En esto que iba yo andando por la calle uno de estos días y reparé de pronto en los dos edificios a los que dan las ventanas de la casa de mi amiga. Son dos edificios de aspecto robusto e industrial que me intrigaron. Al principio pensaba que se trataba de almacenes pero, a fuerza de ir a echarle de comer a los gatos, me di cuenta de que en los edificios vivía gente. El aspecto de los edificios y la inevitable traza art decó de la fachada, me hizo pensar en un cine de los años treinta. Como soy muy fan de la arquitectura de ese periodo, del art decó en general y de la utilización de edificios antiguos para otras cosas para las que fueron creados, entre lata y lata de Pedigree Pal desarrollé una gran curiosidad acerca de los dos monstruos de hormigón que mi amiga ve todas las mañanas cuando se prepara el desayuno.

Así pues, me puse a investigar.

Imaginen mis lectores Viena en 1800. Si se sitúan en el lugar en donde hoy están los dos edificos sobre los que versa este artículo, verán una extensión de campos de labranza, solo interrumpida por un un palacio, que se acaba de erigir y a cuyo alrededor se alza un parque de planta inglesa.

Si otean un poco en la distancia, allá abajo, verán la silueta familiar de la torre de la catedral y, a su alrededor, arracimado, lo que hoy es el distrito uno y entonces no era ni más ni menos que la ciudad de Viena.

Algo más de un siglo más tarde, la ciudad de Viena (y el mundo no digamos) han dado un cambio. La revolución industrial y la prosperidad de la monarquía han hecho que Viena reviente las costuras de las murallas. La guerra mundial primera ha terminado y la escasez de vivienda se ha hecho dramática. Lo que entonces se conoce como la Viena Roja emprende una labor de urbanización que hace que la ciudad crezca hacia el sur. La depresión del 29 golpea también a la economía de la primera república austriaca, aumenta el paro y entonces el sindicato de obreros del metal y de la madera le encarga a un nuevo estudio de arquitectos, dirigido por los entonces jovenes Hermann Stiegholzer (entonces de 36 años) y Herbert Kastinger, que no ha cumplido los treinta, dos edificios separados que van a albergar las agencias de colocación del sindicato.

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El proyecto consiste en dos edificios de oficinas en los que grandes escalinatas conducen a no menos grandes salas de espera. Entre los dos, hay un patio cerrado que hace de unión al conjunto.

Stiegholzer sobrevivirá muchos años a su compañero de estudio de arquitectura. Kastinger murió en 1937 de resultas de una hemorragia cerebral.

(En este punto, quisiera contarle a mis lectores un secreto: fue la temprana muerte de este arquitecto y la falta de imágenes o de otros testimonios que encontré sobre él los que me llevaron a investigar y, por ende, a escribir este artículo).

Que yo haya encontrado, los dos edificios estuvieron en uso hasta 1982, momento en que fueron cerrados. Permanecieron vacíos durante 14 años, como una bella durmiente art decó. En 1996 fueron adquiridos por un inversor privado, que contrató a un estudio de arquitectura para que hiciera una rehabilitación.

Rehabilitación necesaria, porque durante la década y media que habían permanecido sin uso los dos edificios habían sufrido considerables daños.

Naturalmente, las partes más significativas de los dos edificios, las fachadas, las escalinatas, estaban protegidas y no se podían tocar. Sin embargo, de las grandes salas de espera, se hicieron viviendas (las que yo veía desde la ventana de mi amiga) y que van desde los 36 a los 85 metros cuadrados.

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También se abrió el patio que separaba los dos edificios, que se convirtió en un espacio público, al que daban los locales comerciales (un Zielpunkt que está a punto de cerrar, por cierto) y a los dos edificios se les añadieron dos pisos con lofts acristalados.


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