Tirar o no tirar, datis (decuestion)

grunderzeit¿Conservar el patrimonio o tirarlo abajo? En Viena, por la naturaleza de la ciudad, estamos día sí y día también preguntándonoslo.

21 de Abril.- Podría decirse que el aspecto que tiene actualmente Viena, particularmente en el centro, data de la segunda mitad del siglo diecinueve, a todo tirar, hasta 1914. O sea, del reinado del emperador Paco Pepe.

Keynesiano „avant la lettre“, el emperador y sus asesores se dieron cuenta de que la manera de tirar para arriba de la economía era ponerse a construir desenfrenadamente. De hecho, la Ringstrasse, la avenida majestuosa que es el objetivo favorito de los japoneses que vienen a Viena a darle al disparador de la cámara de fotos, es el resultado de una enorme operación de recalificación.

Lo que eran las murallas y el llamado glacis -un espacio baldío que permanecía obligatoriamente sin edificar por razones estratégicas- se convirtió de pronto en terreno edificable. El Estado empezó a invertir, so capa de que Viena le hiciera la competencia al país del segundo imperio y también los nobles empezaron a ver de buen tono vivir en espléndidos palacios con cuarto de baño, en vez de en los vetustos palacetes barrocos que se amontonaban (y se amontonan) en la ciudad interior.

Naturalmente, la burguesía imitó a los nobles y, a espejo de sus mansiones, de estilo historicista, se empezaron a construir grandes casas de pisos, por toda la ciudad. La población crecía y hacían falta techos para cobijar a tanta gente, así que nada.

Por supuesto, todo este afán constructor ha hecho a Viena esa ciudad ideal para traer a las madres y a las abuelas:

-Pero qué bonito es esto, hija, si parece una película.

Pero también resulta un enorme problema que pone a prueba las prioridades de una civilización.

Porque, naturalmente, las casas antiguas fueron construidas siguiendo los estándares decimonónicos y, en muchos casos, no han sido renovadas desde el siglo pasado. O las habitaciones son pequeñas, o demasiado grandes (los techos de las altbau, tan altos, hace que las calefacciones salgan por un pico). O, simplemente, la gente está hasta los güitos del estilo tarta de merengue austro-húngara y lo que les apetece es un buen edificio moderno, con sus colores brillantes y sus nuevos materiales.

¿Qué sucede? Que en el centro de Viena solo se puede edificar, en muchos lugares, tirando los edificios que ya hay. Esto plantea un gran inconveniente porque, naturalmente, parte del carácter, del sabor de esta ciudad, se debe a esos edificios antiguos los cuales, demasiadas veces, han sucumbido en el pasado bajo la piqueta, impulsada por intereses bastardos, como la avaricia de los caseros que consideran que la rehabilitación de un edificio antiguo cuesta mucho más cara que tirarlo y levantar uno nuevo.

Los verdes, con la vicealcaldesa Maria Vasiliakou a la cabeza, hicieron en las últimas elecciones su bandera de este tema tan controvertido y se comprometieron a proteger los edificios antiguos, del gründerzeit, particularmente en el distrito de Landstrasse, cerca de la estación y Mall que lleva su nombre.

El Bezirk, o barrio, no encontró muy agradable la pretensión de que la zona gozase de una protección patrimonial mayor porque claro, naturalmente, las obras suponen actividad económica y la actividad económica puestos de trabajo y los puestos de trabajo, al fin y al cabo, votos. Y luchó como gato panza arriba porque el plan de protección del patrimonio no se llevase a cabo. Perdió y el plan se llevó a cabo. Se hicieron, sin embargo, algunas excepciones.

Excepciones que, por cierto, muchos piensan que se deben a favoritismos políticos.

Por ejemplo, en la Hetzgasse, cuya historia contamos ya en algún momento (pinchar aquí) hay cuatro casas construidas entre 1848 y 1914. Pues bien una, que casi se está cayendo, está protegida y las otras, que están en mucho mejor estado, no.

Los Neos piden revisar el plan de protección porque dicen que la falta de protección se debe a que las casas son propiedad de gente cercana al SPÖ (partido socialista) y al alcalde Häupl.

En la magistratura de la ciudad encargada del patrimonio dicen que las casas no protegidas, si bien son antiguas, no conservan los elementos originales que nos remiten al siglo XIX.

¿Quién tiene razón? Quién lo sabe.


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Comentarios

2 respuestas a «Tirar o no tirar, datis (decuestion)»

  1. Avatar de Ernesto Pastore
    Ernesto Pastore

    Deberán darse cuenta que el turismo de Austria no proviene de la voluntad del turista de ver ciudades nuevas, mampostería nueva, plásticos, aluminios y aceros inoxidables. Hay que mantener la fachada de los edificios que construyó ese kaiser que despectivamente llaman Paco. , y con ello esa ilusión de los visitantes de llegar a la Viena imperial. La nieve ayuda, pero nieve para jugar a esquiar hay en todos lados. Viena hay una sola.

  2. Avatar de Ana
    Ana

    Está claro que para los inquilinos es un engorro vivir en un Altbau, por muy bonito que sea, y para los propietarios supone más gastos de mantenimiento que un edificio moderno. Sin embargo, rehabilitar un edificio antiguo también crea puestos de trabajo, con el doble beneficio de que ayuda a atraer el turismo (que también crea empleo). Porque los turistas que vienen a Viena no vienen a ver edificios modernos con fachadas de colores, para eso se quedan en Albacete a admirar las comisarías de policía.
    Quizás deberían establecerse más medidas o ayudas para aquellos que desean rehabilitar un edificio antiguo, de forma que les fuera más rentable que tirarlo abajo.

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