Una de las cosas chulísimas de hacer este blog es que uno conoce a gente supermaja, muy generosa y, sobre todo, con muchas cosas que contar.
10 de Mayo.- Una de las cosas chulísimas que tiene hacer Viena Directo y por la que, estoy seguro, muchos de mis lectores me envidiarán, es que se conoce a una gente superinteresante con mogollón de historias que contar.
La del post de hoy empieza hace un par de meses cuando Arancha (nombre inventado) se puso en contacto conmigo. Se trataba de un correo muy educado y muy bien escrito, en el que Arancha me contaba un poco su historia en Austria.
Me decía que, en principio, se sentía bien en el país y que lo tenía todo, a primera vista, para ser feliz, por lo menos en lo tocante a su historia como migrante. O sea, una pareja austriaca con la que le iba bien, amigos indígenas que también la querían y un trabajo regular que, si bien no le permitía vivir como una jequesa árabe, por lo menos le daba para llevar una vida cómoda. A pesar de todo lo cual me confesaba estar pasando un bache de ánimo que se había hecho persistente y, por lo tanto molesto, y al que se había decidido a poner remedio buscando ayuda especializada.
Al ser este, el de las interioridades del alma, un tema que es complejo de contar incluso en la lengua materna de uno (!Como para intentarlo en alemán!) me pedía Arancha si yo sabía de terapeutas que hablaran (bien) español o que, aún mejor, tuvieran el español como lengua materna.
Le contesté, como siempre hago (!Viena Directo responde!) que, la verdad, al no haberme visto nunca en su situación no la podía guiar mucho. Le di tres nociones de por dónde podía empezar a buscar y la cosa se quedó ahí.
Hasta hace unos días, en que Arancha -llamémosla así- me volvió a escribir para ofrecerse a compartir conmigo (y, por lo tanto, con todos los lectores de Viena Directo) lo que había averiguado, al objeto de que, si alguien se encontraba en su caso, pudiera encontrar ayuda con más facilidad.
He quedado con ella hoy frente a la librería Thalia, en Mariahilferstrasse. Mientras acudía a la cita, iba yo un poco preocupado, porque suele ser un sitio bastante concurrido y yo no tenía ni idea de la cara que tenía Arancha. Decidí dejarlo en manos del destino (casi siempre es lo mejor). Confié en que ella se hubiera preocupado de hacer averiguaciones a ese respecto.
Al llegar, Thalía estaba cerrado (por inventario) y había tres mujeres candidatas a ser nuestra Arancha. Por suerte, ella me ha reconocido rapidamente . Charlando un poco del tiempo, que si el verano anticipado de estos días pasados, que si el fresco presente (¿De qué otra cosa pueden hablar dos personas que acaban de conocerse?) hemos terminado sentados en un café que, curiosamente, nos gusta mucho a los dos.
Allí, he tenido tiempo de observarla con un poco más de cuidado y, ahora, al rememorar esas impresiones, me doy cuenta de que no me va a ser fácil describir a Arancha sin acudir a una serie de adjetivos muy justos y precisos, pero que remiten a una serie de virtudes que alguna gente puede tener por pasadas de moda. Delante de Arancha, uno tiene la sensación de que la elegancia espiritual que salta, inmediatamente, a la vista, se prolonga en una elegancia física que hace que uno tenga la sensación (la agradable sensación) de encontrarse frente a una persona noble, distinguida sin altanería. Después, su conversación confirma una gran integridad, una enorme cultura y un sentido del humor que es el signo inequívoco de la inteligencia. Una persona de fiar, vaya.
Sentados los dos frente a nuestras bebidas, me ha contado la continuación de su historia. Es esta: tras ponerse en contacto conmigo y recibir la escasa ayuda que contaba más arriba, Arancha se puso a buscar por internet y confirmó que buscar terapia, en español, en Viena, no es tarea fácil. Había además, otro problema, el presupuesto. He aquí una lista (que me ha pasado ella) de las puertas a las que llamó:
–Aida Bohrn (aida.bohrn@eumig.or.at). Esta doctora parece ser que es latinoamericana. Pasa consulta en Mariahilferstrasse.
–Georgios Anagnostoudis (info@psyche-anagnostoudis.com). Este señor, como se puede adivinar de su apellido, es griego. Le contestó en un español muy aceptable, con lo cual, nuestra Arancha asume que habla español muy bien. Le dijo que el precio de las sesiones de terapia era negociable.
Por último, dio con Celine Dörflinger (office@praxis-doerflinger.at); esta señora, que parece ser que es medio francesa medio austriaca, ofrecía la alternativa más económica (cincuenta euros por sesión) pero era porque no se había sacado todavía la titulación completa.
Algo desesperada, porque los precios que le ofrecían le salían por un pico, encontró LEFÖ, una organización sin ánimo de lucro que, desde 1985, se ocupa de asesorar a mujeres migrantes, algunas en situaciones muy precarias, y de darles asistencia legal y médica (aquí, su página web). Las mujeres de LEFÖ acogieron a Arancha y le ofrecieron asistencia, en principio, por cinco sesiones. Más tarde, le recomendaron a una psiquiatra española, la Dra. Miras (www.psiquiatras.at), que es a donde va ahora (no ha dejado de ir a LEFÖ tampoco, y le va muy bien).
El asunto de encontrar terapia se complica bastante más (tema monetario) si uno no tiene seguro médico en Austria. Arancha me ha pedido que escriba que, desde hace poco, parece ser que la Gebietskrankenkassa (o sea, la seguridad social) devuelve 80 Euros presentando los papeles correspondientes.
En fin: si a alguien le queda alguna duda, o tiene alguna pregunta, puede escribirme un correo y me ofrezco a ser intermediario entre él (o ella) y Arancha. Ahí queda mi ofrecimiento.
ACTUALIZACIÓN: La terapeuta Isabel Albors Grau, que pasa consulta en Viena, también me ha dejado sus datos por mensaje. Aquí van:
Isabel Albors Grau
isabel.albors@gmx.at
0681 10402013
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