Austria busca sensaciones

emocionUn cambio en el panorama mediático de Austria nos lleva a reflexionar sobre un fenómeno que, en España, es desconocido.

16 de Agosto.- Por mucho que nuestros periódicos (a los españoles me refiero) han sufrido en los últimos años una gran pérdida de calidad, la cual puede ser achacable a múltiples factores como, por ejemplo, la reducción necesaria de costes a la que ha obligado internet, en la prensa española hay un fenómeno desconocido que, sin embargo, está muy presente en la prensa austriaca: el sensacionalismo sin careta y a calzón quitao.

Yo creo que puede ser porque en España los periódicos han costado siempre caros –en realidad, han sido un lujo- y, por lo tanto, han estado siempre dirigidos por y para gente de rentas altas. Los pobres, tradicionalmente, se informaban (o se desinformaban) de otras maneras.

Los periódicos sensacionalistas anglosajones (o sea, de los Alpes para arriba y los ingleses) nacen a finales del siglo XIX al calor de una clase media-baja que tenía suficiente dinero para gastar en cosas que estaban alejadas de la supervivencia. Como se dirigían a ese grupo de población, cuya prioridad no estaba en informarse con rigor (porque no tenía un nivel cultural suficiente para hacerlo) los periódicos sensacionalistas tenían (y siguen teniendo) una relación muy peculiar con la verdad. Asimismo, los contenidos de la prensa sensacionalista se alejan de la información pura y dura y, es más, se pasan por el forro de las rotativas cualquier pretensión, siquiera fingida, de objetividad, aunque paradójicamente claman siempre ser los únicos que dicen “la verdad”.

Es una prensa muy difícil de hacer (yo no podría, por ejemplo) porque el material noticioso es despojado de cualquier cosa que sea difícil de entender, asumiendo que si el lector tropieza con una frase o una palabra demasiado largos o que exijan un mínimo esfuerzo de concentración, abandonará la lectura del texto. Por lo tanto, este esfuerzo de simplificación a toda costa provoca necesariamente una pérdida de calidad de la noticia.

El periodismo sensacionalista busca, ante todo, remover los fondos del alma del lector y llevarle a picos máximos de emoción (cualquiera que sea esa emoción, y entre la cólera y el cachondeo sexual, con la consabida moza de ubres suculentas en la página tres, la gama es amplia). Por esta razón se vale de todos los recursos posibles, incluyendo aquellos que están lejos de cualquier miramiento ético. En el periodismo sensacionalista (de “sensación” y de “sensacional”) más que la verdad lo que importa es esa reacción posterior del lector, al que se intenta convertir en adicto a ese chute de adrenalina, lo mismo que la adicción del ludópata queda reforzada cada vez que gana unas cuantas monedas, aunque haya estado cien tiradas de la tragaperras sin ganar ni un clavo.

Como todo el mundo sabe, los materiales de que están hechos los periódicos sensacionalistas son las tres S o sea, Sueños (glamour de baratillo, corazoneo), Sangre y Sexo, y quizá podríamos incluir la política pero en su versión escándalo. Como juegan con los sentimientos y con las bajas pasiones, o sea, con cosas que no pasan por el filtro del pensamiento crítico sino que se paran en las vísceras, los periódicos sensacionalistas son tremendamente influyentes en las capas medias bajas de la sociedad y, por lo tanto, los políticos, quieran o no, terminan teniendo que parlamentar con ellos.

Al lector culto, le parecen prensa basura (lo son) pero más tarde o más temprano, el stablishment tiene que aceptar que, lo que se llama en Austria la Boulevardpresse es como esas vecinas malas que hay en cada bloque de pisos: o sea, que es mejor estar a bien con ellas que a malas, porque si las tienes a malas, te pueden dejar el día menos pensado la cabeza de un caballo muerto delante de la puerta.

Por eso todos los políticos, hacen declaraciones a esta prensa –aunque cualquier persona con un título académico sabe que, como periódicos, estos medios no valen ni para rellenar los zapatos para que no pierdan la forma- y qué decir del Kronen Zeitung, sin duda uno de los panfletos menos recomendables que se publica en estas tierras, con su gigantesca sección de cartas al director las cuales, más que probablemente, son inventadas o, por lo menos, seleccionadas, por los redactores para reforzar la línea editorial que al periódico le convenga en cada momento.

En 2006, la editora del periódico serio “die Presse” decidió diversificar su negocio creando un periódico sensacionalista a imagen del Bild alemán y del Daily Mirror inglés. Lo llamó Österreich. Poco tiempo más tarde, el Österreich tuvo una cadena de radio hermana. A partir del día 20, el Österreich tendrá también una televisión. Dios nos coja confesados.


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Comentarios

Una respuesta a «Austria busca sensaciones»

  1. Avatar de Jorge
    Jorge

    Hola Paco. Que un pasquin sensacionalista se llame Österreich (tan bonito que es el nombre y como lo maltratan) si que genera una mala sensación.

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