Banana republic

banana-republic¿Cuál de los dos será el gafe? Las elecciones austriacas corren serio peligro de ir a retrasarse. Balance de situación.

9 de Septiembre.- El otro día, una amable lectora me afeaba que yo dijese que, en general, los austriacos tienen una opinión tirando a mala de su país. Me decía que ella había caido en una familia de aborígenes en donde todos disfrutaban muchísimo de todo, nadie votaba a Candidato 2 (quizá derivado de lo anterior) y que, en general, sentían todos en esa familia un (legitimísimo) orgullo, exento de petulancia, al imaginar las altas montañas, las verdes praderas, los límpidos ríos y el engrasadísimo funcionamiento de las instituciones de Esta Pequeña República.

No suele ser el caso, la verdad.

Y, quitando el „estrujen-bajen“, la verdad es que hay una mayoría (gruñona) de los austriacos, que suele decir de su bonito país las mismas cosas que, poco más o menos, decimos nosotros, los españoles, del nuestro.

No habían pasado ni cinco minutos de que el Tribunal Constitucional austriaco dijera que Candidato 1 y Candidato 2 tenían que volver a enfrentarse en Campaña Electoral 2, para llegar a Votaciones 2, cuando ya las rotativas y las „güés“ echaban humo y lo más suave que se escribía era que Austria era una „Bananen Republic“, o sea una república bananera.

Cosa que, aprovecho para decirlo, NO ES VERDAD.

En las repúblicas bananeras, la cúpula del estado suele ocuparla un señor en chándal (antíguamente, de verde caqui) y no se suele tener demasiado respeto por la ley.

En Austria, el Estado funciona (estupendamente, además) y sus instituciones gozan de buena salud en general.

De verdad, sin coñas. Aunque a veces los austriacos se empeñen en demostrar lo contrario.

Como hoy.

Como decía más arriba, a principios de octubre, tendremos las siguientes elecciones en las que esperemos que (!Por fin!) se vote definitva, prístinamente, sin duda posible, al próximo presidente de EPR. Puede ser que el candidato que ganó la última vez (por el pelo de un calvo, eso sí) revalide su victoria o puede ser que gane el otro, el otro, que (de momento) a nada tiene derecho porque no lleva un anillo con una fecha por dentro, como cantaba Doña Concha.

Sin embargo, elemento imprescindible para que la victoria de uno de los candidatos se pueda producir, es que el gentío (que tenga derecho) acuda a los colegios y deposite SU PAPELETA en la urna.

Hoy, la noticia saltaba a los medios austriacos y es que las papeletas, que ya están impresas, resulta que son defectuosas y que, de utilizarse, resultarían en votos nulos y habría (otra vez, porca miseria) que repetir las elecciones.

El Partido Popular austriaco (ÖVP) ha pedido que se retrasen las elecciones hasta mediados de octubre, para que se puedan imprimir papeletas nuevas. Y los partidos contendientes han adoptado actitudes opuestas, tan opuestas como sus presupuestos políticos. Candidato 1, el presidente electo, ha decidido suspender el acto inaugural de su campaña electoral, previsto para hoy. Candidato 2, el que tiene nombre de supermercado, quizá pensando que quien da primero da dos veces, va a seguir su programa previsto, y va a dar por abierta la caza…Digoooo, que va a dar por inaugurada la campaña electoral.

Pero aquí no se acaba la cosa: en esta comedia que dudo que tenga muchos precedentes en la Historia electoral del mundo, aparte de la embarazosa cuestión logística también aparece una (y no menor) cuestión legal. Y es la siguiente: no solo es que no haya precedentes de un retraso electoral porque las papeletas no están impresas, sino es que el caso no está ni siquiera contemplado en la ley. Para la primera ronda, sí que se podría posponer los comicios, en el caso de que uno de los candidatos falleciera (en este caso lo de „susto o muerte“ sería una cosa literal) pero para la segunda ronda, como suele decirse, la ley „no contempla“ el supuesto !Horror! ¿Qué hacer? Pues habrá que arbitrar una solución en el caso de que se vea imposible de toda imposibilidad tener el material electoral a tiempo.

Ya la incógnita no es, como en las auténticas repúblicas bananeras, si el pueblo podrá expresar su opinión. La cosa es cuándo podrá hacerlo. Y mientras tanto, el concepto que los austriacos tienen de sí mismos y de su pueblo y de sus instituciones sigue sufriendo (en mi opinión, bastante injustificadamente, pero bueno).


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