Salzburgo, casco antiguo

La encantadora Charmian Carr ha muerto (snif)

Salzburgo, casco antiguoHace dos días falleció una de las actrices que más ha tenido que ver con que Austria sea un imán para turistas del mundo entero.

19 de Septiembre.- Se dice, aunque no estoy en condiciones de comprobarlo, que la última vez que se vio sonreír a un habitante de la bonita localidad austriaca de Salzburgo fue el 15 de Octubre de 1897. Se trataba de Karlheinz Schmid y aunque, en el resto del mundo, el rictus que le cruzó el rostro apenas hubiera pasado por una sonrisa (más parecía que le habían pisado un pie) para el estándar salzburgués se trató de un auténtico record “sonrisil” de manera que, gracias a aquella gesta, la mozartiana ciudad que el Salzbach atraviesa cuenta con una Karlheinz-Schmid-strasse, una Karlheinz-Schmid-platz e incluso una escuela de teatro que lleva el nombre, naturalmente, del fugaz sonreidor.

Fuera de bromas, las lenguas de vecindonas dicen que los habitantes de Salzburgo, cuando se trata de sonreir, se van al sótano de su casa, para que nadie pueda verles. A pesar de ello, Salzburgo es, sin duda, una de las ciudades más visitadas de Austria y, si descontamos a la melómana tropa de los mozartianos, y al enjoyado ejército de los Sommerspiele, probablemente, una novena parte de la culpa (bueno, si es que es culpa) se deba a esta señora de la que hablamos hoy: la bellísima (aunque de carrera breve) actriz americana Charmian Carr, la cual falleció hace dos días a la edad de 73 años, a causa de complicaciones relacionadas con la demencia que padecía.

Para mí, lo mismo que para millones de espectadores en el mundo entero Charmian Carr permanecerá para siempre en la memoria como el ideal de doncella perfecta, de belleza distinguida y elegante, una especie de Audrey Hepburn con curvas. Solo hizo una película (y media, si contamos un especial para televisión) pero Charmian Carr será recordada para siempre por ese único papel, el de Liesl, la mayor de las hijas de la familia von Trapp en The Sound of Music, Sonrisas y Lágrimas en España y La Novicia Rebelde en Hispanoamérica.

El cómo una muchacha de Chicago terminó encarnando la quintaesencia del ideal de doncella de Salzburgo y convirtiendo la ciudad en un imán para turistas del mundo entero, es una historia curiosa.

Charmian Carr venía de familia de artistas. Su madre, Rita Oehmen y su padre, Brian Farnon, eran actriz y músico, respectivamente. En 1952, los Farnon, que tenían otras dos hijas (las dos actrices) se mudaron a California y allí, cuando Charmian estaba estudiando en la Universidad, se abrió el proceso de selección de reparto para llevar al cine el musical de Broadway que ya era un bombazo teatral. Sin que ella lo supiera, una conocida, que a su vez también lo era de Robert Wise, el director de la película (por cierto, el montador de Ciudadano Kane) la inscribió en el “casting” y, contra todo pronóstico, Charmian venció en la elección a actrices con más tablas o mejor asentadas en la realeza de Hollywood, como la propia Mia Farrow o Geraldine Chaplin.

Por cierto: antes de hacer The Sound of Music, Charmian Carr no había recibido ni una sola lección de arte dramático ni de música, así que la frescura de su actuación se debe, sobre todo, a su talento natural.

El rodaje se desarrolló entre California y diversas localizaciones de Salzburgo y cuando la película se estrenó, Charmian la cual, por el camino, pasó de llamarse Farnon a llamarse Carr, fue ya para siempre Liesl (Forever Liesl se llama uno de los dos libros que escribiäo). A pesar del éxito de la película, Charmian, a diferencia de sus dos hermanas, abandonó el cine y se casó con un dentista (porque ella era así de guapa y de lista, que hubiera dicho La Cabra Mecánica) y quizá por este abandono voluntario del “chou bisnes” reaparecer de vez en cuando en programas o eventos que recordaban The Sound of Music siempre era agradable para ella y no le suponía ningún problema.

De mayor, Charmian Carr siguió siendo tan bonita y elegante como cuando, con veintitantos años, encarnó a Liesl. Durante muchos años fue decoradora de interiores y trabajó, por ejemplo, para Michael Jackson, el cual era fan de The Sound of Music.


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