La fotografía es una de las maneras más entrenenidas de conocer gente. Conozcamos hoy a un austriaco que se llama Neki.
16 de Octubre.- Cuando yo era (más) mocito (que ahora) me llegó la carta del Ministerio de Defensa por la cual la Patria me llamaba a filas. Naturalmente, tanto servidor como mi hermano después, aún rompiendo la tradición familiar, no quisimos tener nada que ver con el Ejército y dedicamos un cierto número de meses a hacer cosas verdaderamente útiles para nuestros semejantes.
En fin: como, sospecho, no éramos los únicos y ya al final del servicio militar obligatorio eran mayoría los que decidían hacer lo mismo que nosotros, la Patria trataba de desincentivar que los mozos de mi edad nos hiciéramos objetores de conciencia poniendo todas las trabas administrativas posibles. Entre ellas, había que presentarse personalmente en una oficina para entregar un documento en el que uno, expresamente, renunciaba al privilegio de andar pegando tiros por ahí sin ton ni son.
La oficina era bastante salchichera, pequeña, cutre, vieja y, si no recuerdo mal, pintada de ese verde manzana que termina siempre lleno de dedazos negros y de huellas de coronillas apoyadas, esperando lo interminable. A pesar de que para todo el mundo resultaba meridiano que los que allí íbamos lo hacíamos con un propósito bien claro, la oficina estaba tapizada de carteles llenos de tíos vestidos de caqui que se tiraban a ríos, que se subían ágilmente a jeeps o que se lanzaban por embravecidos torrentes de montaña. El eslogan en todos los carteles era una cosa como „alístate en los paracaidistas y conocerás gente“. O similar.
Quizá alguno, al ver aquellas estampas, sintió enardecerse su alma de ardor guerrero, pero supongo que fueron pocos los que se arrepintieron.
Lo de conocer gente se puede hacer de otras maneras muchísimo más límpias y menos sacrificadas, por ejemplo, siendo fotógrafo.
Las imágenes que ilustran este reportaje proceden de la sesión que hice con Neki, un modelo austriaco, de raíces serbias, que tuvo la bondad (y la paciencia) de posar para mí estos días pasados.
Neki quería fotos para aumentar su portfolio (lo que se llama la SED en el lenguaje profesional y los españoles llamamos, en general, un book) y aparte de fotos en diferentes estilos, también quería fotos con un look „mojado“.
Este era el reto de la sesión.
Después de lo que voy a contar a continuación, supongo que mis lectores dejarán de ver las fotos de moda de las revistas de la misma manera en que las veían hasta ahora.
Para hacer fotos como las que quería Neki, con un look mojado, se necesita agua (por supuesto) pero también se necesita el aceite típico que se le da a los bebés para suavizarles la piel.
El making of fue más o menos así: En un barreño con agua mojamos la camiseta para conseguir que se pegara lo más posible al cuerpo de Neki, después, le dimos el aceite de bebé para que se untara los brazos y la parte baja del cuello ¿Para qué? Pues bien fácil: para que se le cerraran los poros y pudiéramos, con un pulverizador, conseguir que se formaran las gotas sobre la piel.
El resto fue cosa de apretar el disparador de la cámara, la iluminación y, por supuesto, la posproducción.
Aquí, el resultado.
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