Sissi cazavampiros (especial Halloween)

sissi¿Fue la emperatriz Elisabeth una cazavampiros o una vampiresa ella misma? Nuevas pruebas, aparecidas en los archivos del Hofburg parecen indicarlo.

31 de Octubre.- En el centro de Viena se encuentra el archivo en donde se guardan los documentos del servicio secreto austriaco desde que, durante el reinado de la emperatriz Maria Teresa, se creó una infraestructura que dejaba constancia de los asuntos reservados.

El archivo es una mina de oro para los historiadores, los cuales pueden asomarse al pasado con una perspectiva nueva. Naturalmente, el servicio secreto imperial, como el de todas las épocas, era una especie de laberinto de espejos en el que nadie se libraba de ser espiado. Incluyendo la reales personas, lo cual ha llevado a dar con datos íntimos hasta ahora desconocidos sobre personajes sobre los que se creía que se sabía todo. Ya era conocida la afición del marido de la emperatriz Maria Theresia, Paco de Lorena (que tenía nombre de cantaor flamenco o de transformista imitador de Lola Flágüers) por el ocultismo, lo que no se sabía era la faceta oculta de la emperatriz Elisabeth: la caza y eliminación metódica de vampiros.

Según el historiador Ludwig Dritter (Graz, 1978), cuya tesis doctoral lleva por título “Los Habsburgo y lo paranormal, una aproximación fenomenológica” determinados problemas de salud de la emperatriz pusieron sobre la pista al servicio secreto de que algo extraño podría estar sucediendo. En prevención de que pudiera afectar a la estabilidad del imperio, se decidió insertar un topo en su círculo privado. La elegida fue la condesa Estherhazy, dama de compañía de la emperatriz, la cual fue instruida para ganarse, primero, la confianza de la soberana y, después, para contar con pelos y señales todo lo que viera.

Cundió la perplejidad en los modestos, casi artesanales, servicios secretos austro-húngaros cuando los informes empezaron a llegar escritos en delicado papel perfumado y usando como tinta zumo de limón. No: la emperatriz no se veía con los nacionalistas. Sí: la emperatriz hacía deporte de manera obsesiva. No: la emperatriz no salía (de día, por lo menos). Todas las noches, sin embargo, un discreto fiaker pintado de negro, sin señales distintivas, tenía orden de esperar a la emperatriz Elisabeth en una de las entradas de proveedores del Hofburg. La soberana, enlutada, velada y acompañada de la Estherhazy, subía al coche y emprendía su ruta habitual ¿A dónde iba?

Según el doctor Dritter, utilizando el alias de Gräfin Alexandra, la emperatriz Elisabeth se movía por los bajos fondos, en donde disponía de un pequeño grupo de informadores, la mayoría mendigos y prostitutas que podían observar sin ser vistos. Los mendigos subían al fiaker y, generalmente, le daban a la emperatriz una dirección. Eso era todo. Después, bajaban del coche y se desvanecían en la noche.

La condesa Estherhazy estaba tan intrigada como quienes le habían encargado vigilar a la emperatriz, la cual, por cierto, comía ajo constantemente (lo cual pudo camuflar como una de sus conocidas manías alimentarias, como la de comer solamente de naranjas durante meses) y siempre llevaba un revólver, con cachas de nácar, cargado con cinco balas de plata.

Estherhazy también comunicó a sus jefes del servicio secreto que un apuesto holandés, el doctor Van Helsing, había estado encerrado, sin testigos, con la emperatriz por espacio de varias horas ¿Alguna aventura galante? (los espías austro-húngaros sabían que la vida sexual de los esposos que ocupaban la más alta magistratura del Estado era tan aburrida como hacía presagiar el beaterio que les rodeaba y no descartaban desahogos). Los guardianes de la moral podían, sin embargo, estar tranquilos: no. Nada de placer, trabajo y solo trabajo.

Al salir de la reunión, tanto Van Helsing como la bávara tenían aspecto tenso, preocupado. Nada que ver con el que hubieran presentado dos contendientes de una batalla de las que, según el poeta, se libra “en campos de pluma”.

Estherhazy había visto cómo el doctor Van Helsing estrechaba la mano de la emperatriz:

-Majestad, resulta imperativo que detengamos al conde rumano antes de que llegue a Inglaterra. A cualquier precio –luego, le había besado ligeramente el dorso de la mano.

Días después, la condesa Estherhazy acompañó a su señora a un viaje de incógnito a la región de los Cárpatos, en donde se entrevistó, de nuevo a solas, con el conde Vlad Dracul entrevista que, según reza en los documentos conservados en Viena no debió de ser agradable, porque la emperatriz salió de ella herida, con dos extrañas marcas en el cuello.

-Los rumores –nos cuenta el doctor Ritter- fueron acallados en su momento, pero el estado de salud de la emperatriz no cesó de decaer y, a partir de aquel momento, empezó a añadir a su dieta, por lo demás tan excéntrica como sus hábitos nocturnos, la sangre aún caliente que se extraía de los filetes de terneras que se sacrificaban solo para ella ¿Coincidencia? –el profesor hace un gesto con la mano que lo mismo puede significar una cosa que otra.

La emperatriz falleció en Suiza. Un anarquista, Luigi Luccheni, le clavó un estilete (¿Quizá el sucedáneo de una estaca?) en el corazón. Jamás se supo (ni se sabrá) el contenido de su conversación con el conde Vlad Dracul.


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Comentarios

Una respuesta a «Sissi cazavampiros (especial Halloween)»

  1. Avatar de Ernesto Pastore
    Ernesto Pastore

    Ésto es lo menos creíble que he leído en Viena Directo, a pesar de ser vampirófilo lector de Dráculas varios, Nosferatus, y otros vampiros peores que los políticos actuales.

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