En los carteles han puesto un nombre

pikachuAyer, VdB, el candiato de los verdes a la presidencia austriaca presentó la que se supone que será su última batería de carteles.

19 de Noviembre.- Hoy, leyendo la prensa local buscando un tema que llevarme a estas páginas, me he topado con una reflexión que me parece que describe (desgraciadamente) lo que pasará el día 4 de Diciembre.

El ambiente de cara a la repetición de las elecciones presidenciales austriacas es más bien, como decimos en España, de perezón.

Es normal: llevamos más de un año de campaña electoral en distintos grados de intensidad. Tenemos (tiene el electorado austriaco) una primera vuelta a las espaldas, con su tensión, como sus dimes y diretes; después, una segunda vuelta en la que todo el mundo pensaba que estaba salvando al planeta del fascismo, un recurso que anuló el resultado de esa épica segunda vuelta (con el consiguiente bajón) y, por último, toca ahora ir a votar otra vez.

Es previsible (o sea, todo el mundo cuenta con ello) que la participación vaya a bajar un par de puntos (aunque, curiosamente, lo que ha subido hasta ahora muchísimo sean las inscripciones para el voto por correo). En esas condiciones, naturalmente, va a ganar el que consiga sacar a sus votantes de casa y llevarles, aunque sea de las orejas, a las urnas, para que no se pierda ni un sufragio.

Los españoles tenemos comprobado en nuestras propias carnes, en múltiples ocasiones de nuestra historia reciente que, para esto, generalmente los votantes conservadores son más disciplinados y suelen hacer más de tripas corazón y, aunque su candidato sea una ñorda pinchada en un palo, van y le votan. Los de izquierdas, en cambio, suelen sulfurarse ya a toro pasado, cuando el cenutrio está ya sentado en la poltrona y la cosa no tiene remedio.

Por eso, a pesar de las encuestas le dan una ligerísima ventaja a VdB, puede suceder perfectamente que el día 5 nos echemos todos las manos a la cabeza y las redes sociales se llenen de esas cosas de „Este no es mi presidente“ y tonterías similares (a buenas horas, mangas verdes, haber votao, alma cántaro).

Para intentar movilizar a los votantes que le tengan simpatía, VdB presentó ayer los que se supone, y todo el mundo quiere que sea así, que serán los últimos carteles que tenga que presentar.

Sus eslóganes están destinados, fundamentalmente, a movilizar a los indecisos (porque a estas alturas, señora, hay todavía muchísimos indecisos en Austria) y a recalcar que, al contrario de La Sonrisa del Régimen, VdB es, ante todo, un candidato centrado, sensato, enemigo de los extremos (no hemos dicho nada porque da muchísima pereza a estas alturas, pero Hofer la ha liado buena estos días atrás diciendo que en Austria „no había ni un solo musulmán que le cambie los pañales a nuestros viejos“; naturalmente, como esta afirmación es radicalmente falsa -hay, de hecho, muchísimo personal que se encarga de cuidar a las personas dependientes que profesa la religión musulmana- le han llovido los guantazos desde todos lados).

De los tres modelos de carteles dos le representan con la bandera austriaca, tremolante, como fondo y uno con una estampa alpina. Estampa alpina que, al estar difuminada, por cierto, podría ser perfectamente la bella localidad de Patones de Arriba y nadie se hubiera dado cuenta, pero en fin.

Todo el mundo sabe por dónde van mis simpatías en esta cuestión -simpatías que, naturalmente, dan igual, porque a pesar de vivir aquí desde hace muchos años, y de que hace muchos años que los políticos austriacos se gastan los impuestos que pago religiosamente, a estos efectos mi capacidad de decidir el resultado de las elecciones tiende a cero- pues eso, que todo el mundo sabe por dónde van mis simpatías pero tengo que reconocer que no me hubiera gustado nada tener que estar en el pellejo del fotógrafo que ha retratado a VdB para los carteles.

Desgraciadamente para todos, VdB no es Heinz Fischer, que es un hombre al que la cámara quiere (y que quiere a la cámara) y que da fenomenal en cámara (esa expresión que Fischer tiene en todas las fotos de que es el hombre que tiene el trabajo más interesante y más divertido del planeta); no quiero pasar las fatigas que habrá tenido que pasar ese fotógrafo para que VdB le diga algo a la cámara.

Mis lectores más ingénuos quizá digan que eso da igual, que lo importante es el programa y que blablablá. No les sacaré de su inocencia. Ya se encargará la vida, el día 4 de Diciembre, de hacerlo.


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