Unos austriacos de cine

Los laureles hollywoodienses de Austria han reverdecido últimamente, pero los paisanos de Arnold Schwarzenegger han dado grandes momentos al cine mundial.

26 de Febrero.- Esta noche, en la (no tan bonita) localidad de Nuestra Señora de Los Ángeles de La Porciúncula (que así se llama de verdad Los Angeles, ese sitio al que los americanos llaman los einyeles o, simplemente, eléi) se celebra la tradicional gala de los Oscars. Qué cosas, señora, en unos pocos años, si Trump no decide terminar también con ella, los Oscars cumplirán cien años. No semos (iron) náiden.

Hollywood ha dejado atrás los años que llamamos clásicos en los que los Grandes Estudios (hoy casi todos en manos japonesas) eran una máquina de trabajo esclavista que acaparaba el talento de todo el mundo, pero las películas americanas siguen teniendo la cuota de mercado más grande del mundo.

Hollywood, ahora como entonces, nutre de sueños al mundo entero y por eso, entonces como ahora, sigue reclutando el talento artístico en todas partes (y muy principalmente en Europa, en donde otra cosa no tendremos, pero el talento nos sobra). Ya lo decía Meryl, si el cine americano es tan grande, se debe en muy gran medida a que los extranjeros y, entre ellos los europeos, han dado lo mejor de su talento para hacerlo así.

Y de entre los europeos, hay un chorro de ellos que nacieron en Esta Pequeña República. En los años clásicos, también qué duda cabe, en aquel peaso de Imperio Austrohúngaro-sessuarl.

Vamos a empezar recordando a la que, durante mucho tiempo, fue una de las mujeres más hermosas del mundo y más tarde, como una de las mujeres más guapas del mundo que, además, era una de las mujeres más listas del mundo (y nadie lo sospechaba). Me estoy refiriendo a Hedy Lamarr. Bautizada por el departamento de publicidad de la Metro Goldwin Mayer como Lamarrvellous, Hedy (que se llamaba de verdad Kiesler) fue también la primera mujer que salió en una pantalla como su madre la parió (vamos, algo más crecida pero con la misma ropa encima), y fue en una peli que se llamó Extasis.

Sin duda el austriaco que más ha hecho por el cine americano, de hecho fue la encarnación del cine americano fue el ucraniano (aunque crecido en Viena) Billy Wilder. Qué decir de él. Cuando Fernando Trueba recogió su Oscar (el de Belle Epoque) ya lo dijo todo. Billy Wilder estaba solo un poquito por debajo de Dios Padre en su oficio. Cada película suya era una obra maestra.

Otro vienés que también aportó algo importante a la meca del cine fue Josef Von Sternberg. Von Sternberg (en su época se escandalizaba la gente porque, siendo judío, se hubiera puesto el „von“ en el apellido) inventó a Marlene Dietrich y Marlene y él inventaron el misterio y el glamour. Por si no fuera poco el haber convertido a una muchacha gordita (pero ambiciosa) de Berlín en una diosa, Von Sternberg hizo un buen puñado de películas buenas, como otro paisano, también vienés. Fritz Lang pasará a la historia como uno de los mejores directores del cine mudo por su monumental Metrópolis o M, el vampiro de Dusseldorf pero también es uno de los directores fundamentales del cine clásico americano.

También de procedencia austriaca (aunque esta vez de por la parte de la hoy Rumanía) era Johny Weissmuller, el primer Tarzan de la Historia. Fue un caso como el que después sería el de su paisano Arnold Schwarzenegger. Deportista exitoso que da bien en cámara pero con pocas o nulas capacidades actorales. Saquémosle en taparrabos (la primera peli de Tarzan se hizo antes de que en Hollywood imperase la censura y en ellas salía mucha más canne de la que luego se permitió).

Otro puntal del Hollywood clásico fue el vienés Max Steiner. Steiner inventó el sonido de Hollywood y creó, por ejemplo, la banda sonora de Lo Que El Viento Se Llevó, quizá el tema de película más identificable de los años clásicos de Hollywood junto con el de Casablanca. Estuvo nominado a los Oscar nada más y nada menos que veintiuna veces y lo ganó en tres ocasiones.


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