Limpieza “chechénica”

 

El otro día, una persona austriaca, presumió de algo que le hubiera dado vergüenza a una persona decente. La enseñanza, para nosotros, queda.

24 de Mayo.- Conforme uno se hace mayor, uno se va dando cuenta de que, misteriosamente, el tiempo, no ya es que se le escape entre los dedos, sino que, el muy capullo, va, se pone y encoge. Y un día uno se da cuenta de que, entre estate quieta y ponte bien, a uno le quedan nada más que una calderilla de minutos al día para hacer las cosas que de verdad le gustan.

Una de las señales definitivas de que uno se hace mayor es que uno empieza a darse cuenta de esta cualidad menguante del tiempo y la utiliza para defender según qué decisiones, como la de dejar de ver a personas que a uno le tocan especialmente la zona genital:

-Pues yo ya con fulano no quedo más, hala, que le dé la chapa a su madre –a veces, se añade delante del sustantivo “madre” algún sintagma, por la profesión de ella, la pobre; en estas, que uno se sube la cinturilla de los pantalones, en plan Fraga y sigue: total, para el poco tiempo que uno tiene, mejor pasarlo con gente agradable ¿Es o no es? Pues eso.

Las ocupaciones del mundo moderno, o sea, las propias de la vida adulta, y el poco tiempo que nos dejan, hacen que se haya establecido una competición por nuestra atención y quien dice por la nuestra, dice por la atención de todos los que cada día vivimos pendientes de lo que la gente pone en el Facebook. Y nuestra atención, señora, se manifiesta fundamentalmente en nuestra conversación. O sea, en los temas sobre los que hablamos y que contribuimos a hacer objeto de la atención ajena. Como productores de contenido para nuestras amistades y conocidos, todos nos hemos convertido en cajas de resonancia (en directo o cibernéticamente) de aquellos temas que, como a Rocío Jurado (la pobre) nos hacen vibrar.

Así pues, el objetivo de cualquier persona que quiera tener alguna influencia en la vida pública, es el de marcar la agenda de nuestra conversación. Nuestra conversación, que es solo una de las gotas de la catarata global que constituye ese runrún en el que la Humanidad habla consigo misma. En ese objetivo, todo vale.

El otro día, la ORF puso un documental de producción propia que se llamaba (se llama) Fake News. En él, Stephan Petzner, antiguo…Bueno, antigua mano derecha de Jörg Haider, explicó la manera en la que él había elaborado la agenda de comunicación del político que, a mediados de la década pasada, y según la graciosa expresión local, decidió “ver crecer los rábanos desde abajo”.

Como si estuviera contando el proceso de confección de un suculento bacalao al pil-pil, Stefan Petzner explicó que, cuando él y Haider vivían en Carintia, sucedió un incidente criminal en el que estuvo implicado un checheno de Chechenia (ese sitio en donde la voz popular dice que la gente tiene los genes aún más belicosos que en la antigua Yugoslavia). Pues bien: Haider le pidió a Petzner que le sacase punta al asunto del checheno. La población chechena en Carintia, en aquel entonces, era de cuatro gatos, o sea perfecta para los objetivos de Petzner, el cual, influido por el café y la nicotina, y cierta manera de ser suya, que podríamos llamar amoralidad, pergeñó un eslogan que, inmediatamente se imprimió en un montón de carteles con los que luego se empapeló Carintia: “Hagamos Carintia una tierra libre de chechenos”. La cosa era tan bestia y tan directa, que inmediatamente atrajo la atención. Los medios se pusieron a preguntar ¿Hay muchos chechenos en Carintia de verdad? ¿Sí? ¿No? ¿Están los chechenos integrados? ¿Son más criminales que otras minorías? Para que la fiesta no decayera y multiplicar el impacto de la campaña, Petzner incluso tuvo la idea, y la puso en práctica, de poner una línea telefónica abierta para que los ciudadanos y las ciudadanas de Carintia denunciaran las atrocidades que los chechenos cometían en sus vecindarios. Pronto, cundió la histeria. Los chechenos no podían defenderse, claro. Eran demasiado pocos, extranjeros, nadie les hubiera creido (“tú eres checheno y llevas entrenándote desde la cuna para mentir y cosas peores”) y el FPÖ de Jörg Haider (¿O sería ya el BZÖ? Petzner no lo dijo) se apuntó un tanto propagandístico como defensor de los honrados austriacos que veían chechenos de expresión aviesa (que no existían) por todas partes. Venga: hagamos el ejercicio, cambiemos chechenos, por turcos, o por rumanos, o por marroquíes, o por hispanos en México (los famosos “bad hombres”), cambiemos chechenos por refugiados sirios…El procedimiento siempre es el mismo.

Petzner no solo no mostraba arrepentimiento al contar esto sino un cierto orgullo. Quizá otra persona, de haber cometido una fechoría semejante contra gente indefensa (hay, naturalmente, chechenos que cuanto más los conoces más quieres a los orcos, pero por supuesto que habrá chechenos que serán honrados padres de familia o que tengan como hobby prepararar el pollo al chilindrón) quizá otra persona, digo, se hubiera sonrojado o quizá hubiera temido las consecuencias cuando se emitiese el problema. Pues nasti. Nada. Cero. Null. Petzner estaba tan pimpante, prueba de que él es consciente de que existe una masa dúctil, ese reducto de mastuerzos del que hablábamos ayer. Son su material de trabajo.

La ultraderecha austriaca, pero también el presidente de los Estados Unidos que ha visitado hoy al papa, sabe utilizar perfectamente el poder creador de realidades del lenguaje. La receta es siempre la misma y, sorprendentemente, siempre tan efectiva. Normalmente, los chechenos son otros. Algún día, sin embargo, quién sabe, alguien puede decidir que los chechenos seamos nosotros.


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Comentarios

2 respuestas a «Limpieza “chechénica”»

  1. Avatar de Luis
    Luis

    Hola. El otro día fui a ver “Stefan Zweig: adiós a Europa”. Me conmovió la escena en que su ex-mujer le relata la escena de los refugiados (austriacos y alemanes judíos y/o disidentes) que se agolpaban en el puerto de Marsella esperado conseguir huir en barco de la Francia de Vichy para salvar la vida. Me vinieron inmediatamente al pensamiento los que huyen de Siria, Irak, ISIS y desde entonces me siento mal. Saludos

    1. Avatar de dubuke
      dubuke

      Está claro que esos refugiados que huían de Europa, de los nazis, lo que estaban pensando en los países de acogida es violar a las mujeres y poner una cuantas bombas…

      Curiosamente los judíos en palestina sí pusieron unas cuantas bombas a los británicos.

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