Liberadas por cojones (con perdón)

Por qué una de las instituciones más típicas del verano vienés se ha metido, sin comerlo ni beberlo, en camisa de once varas.

26 de Junio.- Como muchos de mis lectores sabrán, nací un 8 de octubre y soy, pues, Libra, ascendente Sagitario. A pesar de que los horóscopos son lo fiables que son, tengo que reconocer que me identifico bastante con las características típicas de mi signo. O sea, que soy una persona muy extrovertida y comunicativa –tan comunicativa, que me paso la vida escribiendo, por ejemplo-, soy además un firme creyente en que la mayoría de los conflictos se pueden arreglar hablando y me gusta el equilibrio y la justicia, básicamente, porque lo equilibrado y justo suele ser, además, bello y los libra nos sentimos más felices que perdices rodeados de cosas o personas hermosas.

Muchas veces, sobre todo cuando me topo con personas tozudas, impacientes e incapaces de ponerse en el lugar de los otros (o sea, el ochenta por ciento de la Humanidad), caigo en la tentación de pensar si el mundo no sería mejor si todo el mundo hubiera nacido, como yo, bajo el signo de la balanza. Afortunadamente, se me pasa pronto, porque también soy consciente de que, a veces, a fuer de buenas personas, los Libras tendemos a ceder más allá de lo que deberíamos y a conceder a los mastuerz…Digoooo a gente más obstinada que nosotros, victorias que no deberíamos, nada más que para que se estén callados y dejen de joder (somos muy de dar la razón como a los locos).También pasa que la forma de ser libriana a veces da pie a rodeos que al fin y al cabo, se podrían evitar. O sea, que a veces y aunque a los libra nos cueste horrores admitirlo (esa es la lección que debemos aprender) para hacer una tortilla la única manera es cascar los huevos.

Con todo lo anterior, que puede ser una excusatio non petita, quiero decir que soy muy partidario de convencer antes de vencer y que, como decía Serrat en una canción, prefiero un buen polvo a un rapapolvo (¡Quién no!) y un bombero a un bombardero. Paciencia, no me falta.

Leía hoy en los periódicos de esta pequeña (pero sumamente “grasiosa”) república, que una de las instituciones más típicas del verano vienés, el Badeschiff, se ha metido en un lío sin comerlo ni beberlo. Como su nombre indica, se trata de un barco, que está atracado en el Donaukanal, y que tiene una piscina, a la cual se puede entrar para bañarse (previo pago, naturalmente). El año pasado y quizá como broma, y quizá como gesto de solidaridad con los refugiados, el BS ofreció entrada gratuita a las mujeres que acudieran a bañarse con burkini. Prenda de baño de dudosa comodidad (como todas las prendas de baño, por otra parte, porque para bañarse lo más cómodo es llevar las bolas al vent) que utilizan las musulmanas creyentes y que consiste en un mono que deja descubierta la cara y que se complementa con una faldita.

El burkini, que se inventó para que las mujeres musulmanas no estuvieran forzadas a quedarse en casa –ergo, con una intención progresista- se ha convertido en la bestia negra de un número de grupos con intereses a veces diametralmente opuestos. Las feministas ven el burkini como la marca de sumisión al varón, los ultraderechistas y los xenófobos, que en otras circunstancias abogan por un modelo de mujer no muy diferente del de los musulmanes conservadores (o sea, el ángel del hogar, cuidadora de sus hijos, preparadora de zapatillas de felpa y lingotazos de coñac Veterano) ven el burkini como un signo de la islamización de Europa (qué pereza, señora). Pues bien, el año pasado y volviendo al tema que nos ocupa, el BS ofreció entrada gratis a las que vinieran con burkini. Y no pasó ab-so-lu-ta-men-te na-da. Primeramente porque no apareció ninguna señora preparada para remojarse vestida así.

Sin embargo, este año, sí que se ha montado la marimorena, sobre todo en internet, porque ha habido grupos, desde un sector de feministas dispuestas a emprender la liberación de la mujer musulmana “por cojones” como se suele decir, hasta los mastuerzos de siempre (los de la islamización) que han puesto el grito en el cielo ante lo que consideran una claudicación del Badeschif. O sea, los dos lo consideran una claudicación, unos ante el heteropatriarcado y otros ante los barbas.

Ninguna de las dos partes, por cierto, ha contado con lo que opinan del asunto las interesadas.

Mi postura, como ya ha podido traslucirse de todo lo anterior, es lo siguiente: la única forma para mí cómoda e higiénica de bañarse es completamente en pelotas (en Viena, afortunadamente, hay espacios habilitados al efecto) y en cuanto al burkini, sospecho que sería mucho más efectivo tratar de convencer antes de intentar arrancarle a la gente ropa del cuerpo en contra de su voluntad. Es una postura muy libriana, ya lo sé y también soy consciente de que, con algunas personas, no valdrá. Pero qué quiere usted, señora: los libra es que somos así. No damos para más.


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Comentarios

Una respuesta a «Liberadas por cojones (con perdón)»

  1. Avatar de victoria
    victoria

    Me siento muy identificada contigo, Paco, porque ya ves, cosas del destino, yo también soy libra, ya que nací un 9 de octubre, aunque por los pelos (cuarto de hora exactamente) no nací el ocho, razón por la cual mi padre nunca conseguía estar seguro de cuando era mi cumpleaños. Y sí, somos muy pacientes, demasiado a veces, hasta que sacamos los dientes, y entonces la gente se sorprende.
    Y respecto al burkini, pues no sé la verdad qué decirte. Es un tema del que me es difícil opinar, porque por una parte está la libertad religiosa, pero por otra, esto es Europa. Lo que está claro es que todo el mundo tiene derecho a bañarse, tapado (sí, qué pereza) o menos tapado. Sin embargo estas cuestiones nunca se plantean por cierto cuando hablamos de musulmanas ricas tapadas por velos negros de arriba a abajo paseando por el centro de Viena o Munich, cuando compran en tiendas de Chanel, o se alojan en algún hotel carísimo. ¿Por qué nadie dice nada entonces? Quizá es que el racismo tiene muchas veces una razón meramente económica …

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