El cortauñas (basado en hechos reales)

Ayer, dos veces seguidas, me pasó una cosa que solo nos pasa a nosotros, los que vivimos en un país que no es el nuestro.

27 de Mayo.- Ayer viernes me pasó dos veces seguidas una cosa que quisiera compartir con mis lectores. Espero no alargarme mucho con las explicaciones.

La prime: como saben los seguidores de Viena Directo, además de ejercer mi trabajo habitual, soy fotógrafo. Tengo un estudio con el que, modestamente, me saco unas perrillas haciendo lo que creo que me gusta y hago bien. En fin: para esta cuestión, compré hace unas semanas dos juegos de cuatro bombillas, rojas y azules respectivamente, al objeto de probar qué efecto hacían. Las rojas quedaron divinamente (quien quiera, puede ver los efectos pasándose por mi instagram @fotobernalvienna) pero al ser el azul un color demasiado parecido al blanco, las azules no destacaban igual. Mi gozo en un pozo.

Pues bien: estaba ya decidido a devolver las bombillas azules cuando ayer, sentado a la mesa de mi oficina, en uno de esos momentos en los que el alma se serena entre dos llamadas de clientes, me acordé de que, en España, siendo yo chico, se utilizaba para colorear cristales un producto que todos conocíamos como „laca de bombilla“ y que no es otra cosa que una laca que, al secarse, queda translúcida del color que se quiera pero que no se derrite al encenderse la bombilla, con el calor.

Al acordarme, me di una torta en la frente !Pero Paco! Cómo no se te ha ocurrido antes, y rompí a reir (para mis adentros, porque aunque mis compañeros ya dudan de mi salud mental, no es cosa de reafirmarles en sus dudas). Yo es que me emociono con una acelga.

Así que cuando terminé mi jornada laboral, me llegué a un supermercado de bricolaje cercano mientras, como cuando era niño, iba rumiando mi felicidad:

-Laca de bombilla, laca de bombilla,laca de bombilla tralarará ay, qué alegría más grande, qué solución más fácil laca de bombilla duduá duduá.

Cuando entré a la tienda, busqué el departamento de -laca de bombilla- pinturas y justo cuando estaba llegando, el globo de mi entusiasmo se pinchó de repente, al llegar a una fatídica pregunta:

-¿Cómo coño se dice „laca de bombilla“ en alemán?

Ostras.

Me quedé parado en mitad del departamento de pinturas, en alguno de cuyos puntos -quién lo dudaba- estaba la laca de bombilla, pero entre la laca y yo se interponía un muro semántico. Qué situación. Total, que me acerqué a un dependiente y, de manera torpe, le expliqué lo que quería.

Él, juraría que un poco despectivo (este extranjero que no sabe decir laca de bombilla, voy a ver si voto al FPÖ para que limpie este país de ignorantes) me hizo un barrido con la mirada, desde los pelos a la punta de los dedos de los pies y solo me dijo:

-Conrad Electronics.

Y yo, que danke, y que orvidensén (de que yo vuelva a aparecer por esa tienda en la que han sido tan amables conmigo, naturalmente).

Poco rato después, me acordé de que en casa tengo un cortaúñas que casi no corta las uñas y que ya está pidiendo un cambio, pero que, un día por otro, no lo cambiamos. Así que, aprovechando que estaba en la estación central de Viena y como en dicha estación hay un comercio de Müller muy hermoso (famosa cadena de droguerías local) y como todavía me quedaba un cuarto de hora hasta que saliese mi tren, pues me dije:

-Paco, entra al Müller y cómprate un cortauñas y se acabará la miseria en tu hogar.

Igual de feliz que con la laca de bombilla, encaminé mis pasos hacia el Müller, pintando un futuro de risa, jolgorio y desenfreno en el que, en mi casa, dejaríamos de acordarnos de la madre que parió al que puso en el mundo el cortauñas que no nos corta las uñas (vamos: nos las corta, pero cuesta un esfuerzo que te pasas). En fin: que ya estaba yo a punto de entrar al Müller cuando, de pronto, se abrió ante mí el mismo abismo que con la laca de bombilla:

-Llámame neurótico e inclusive neurasténico pero ¿Dónde se busca un cortauñas? ¿Y si no lo encuentro? ¿Cómo le explico yo a una dependienta lo que es un cortauñas sin parecer un retrasado mental? -quizá esa sea la causa de que en mi hogar sigamos utilizando un instrumento ya casi romo y casi contemporáneo a la Sima de los Huesos de Atapuerca. Y es que, claro, la laca de bombilla es una cosa que, en fin…Bueno, que la ignorancia esta justificada, pero lo del cortauñas…¿Y si me toca una dependienta de estas tiesas y sospecha de mí que no me he cortado las uñas en mi vida? Pues anda…

Total, que giré sobre mis talones y resignado a tener que entrenar para seguir cortándome las uñas, me subí en el tren y hasta ahora.

Estos dos incidentes, me dieron que pensar y es que, ambas cosas, son dos que no me hubieran pasado en España y creo no equivocarme mucho si digo que es una experiencia común a todos los inmigrantes la de sentir que las fronteras de su mundo encogen, porque los nombres de las cosas, los nombres de las acciones, son otras tantas llaves que nos abren el mundo, que nos permiten ser autónomos. Nadie sabe lo importante que es una palabra, o un matiz entre dos palabras, hasta que le falta. Y eso es una cosa que solo nos pasa a nosotros, los que vivimos en un idioma que no es el nuestro. No importa lo bien que lo hablemos (y yo creo que, salvando la obviedad de mi acento, hablo alemán bastante bien) pero no lo hablaré nunca como el idioma en que nací. En otras palabras: somos tanto como lo que podemos nombrar. Cada palabra nueva es un punto que añadimos a la definición de la fotografía de la realidad que hay en nuestra cabeza. Por eso deben espantarnos la gente con poco vocabulario, porque también significa que tienen pocas cosas en la cabeza.


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Comentarios

3 respuestas a «El cortauñas (basado en hechos reales)»

  1. Avatar de Bad Vöslauer
    Bad Vöslauer

    Paco pa qué está el interné sin salir de la burbuja por ondas se lo pides al chino sin hablar chino y seguro que te lo remiten a tu morada (no color). 3claveles seguro que tiene lo que demandas en su escaparate 24/7 de nombre www.
    Y de lacas olvídate que el agujero se está abriendo, del color que quieras bombilla LED que consume menos y alumbra más, si los combinas con un dimmer conseguiras algo que ni la Lenny Reifenstahl esa. Yo iría al Douglass o incluso en un Billa o Merkur grandecito tienes los Schneider de las Nageln (Nagelnkneipser)

  2. Avatar de Ana Marcela pulido bonilla
    Ana Marcela pulido bonilla

    Cómo tú dices al final de tu narración: son muchas llaves que nos abren al mundo, y cada una de ellas viene con sus infinitas matices que nos hacen ser autónomos, o por decirlo así: nos obligan a la autonomía en un mundo rodeado de diversos colores…Ha estimado Paco! Que identificada me siento!

  3. Avatar de Imma
    Imma

    Paco, si te sirve de consuelo, por aquello de que “mal de muchos…”, te diré que eso me pasa a mí una de cada dos veces que abro la boca en este verde país. Y lo de “Nagelnkeipser” no habría salido de mi boca ni aunque lo hubiera tenido delante de los ojos. Mal que al cortaúñas parece que esté describiendo al personaje malvado de un filme de terror. Pero a lo que yo iba, en estas situaciones lo que simplemente hago es buscar en mi reservoir léxico algo que se parezca y con mi alemán más florido se a lo suelto a mi interlocutor. Ya se encargará el interlocutor de corregirme o de ignorarme. “Gnädige Frau, wo finde ich bitte Nagelscheeren?”
    Por suerte, mi stock de cortaúñas es importante así que todavía tengo tiempo para aprenderme el palabro en alemán.
    Si piensas pasar por la comarca del mosto en breve, avísame, nos tomamos un mosto de la zona y de paso te llevas un Nagelnkneipser de regalo oara casa.

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