Beatus ille

O sea, felices aquellos que cumplan con las condiciones que hoy ha aprobado el SPÖ, porque ellos serán llamados a coaligarse con él.

14 de Junio.- Acabo de ver al canciller Kern en el Zeit im Bild, o sea, el telediario que, a

unque no es el de máxima audiencia en Austria, sí que es el que probablemente tenga más influencia. Le ha entrevistado Armin -espérate, que repregunto- Wolf. En el motivo de la entrevista entraremos en profundidad un poquito más abajo, pero antes me gustaría hacer algunas consideraciones a propósito de Christian Kern. En primer lugar, me gustaría decir que las tensiones de los últimos tiempos le han pasado factura a su aspecto físico. Ya no es, además, sin ninguna duda, el tipo que llegó a la cancillería hace poquito más de un año. Por otro lado, llama mucho la atención el tono con el que habla. Kern es una persona cuyo lenguaje corporal sugiere un pragmatismo y una frialdad que quedan notablemente desmentidos cuando uno le escucha. Por alguna razón, es un hombre cuyo discurso resulta muy humano, muy emotivo, muy alejado de la torpeza de, por ejemplo, Sebastian Kurz (Sebastian Kurz, a pesar de que le quieran vender como la última Coca-cola del desierto, no da la impresión de tener una máquina de pensar ni muy rápida ni que capte los matices de las cosas).

Yo pienso que quizá la clave esté en que Kern no es un profesional de la política de primer nivel, o sea, que él sabe que, algún día, se irá. Ya digo que esto es solo una opinión personal, pero si creo que conozco bien al tipo de persona que es Christian Kern, me parece que su consuelo, cuando la vida le aprieta es el „yo no dependo de esto, lo puedo dejar cuando quiera“.

En fin ¿A qué ha ido hoy a la televisión el canciller Kern? Pues muy sencillo.

En 1986, hace más de treinta años, el entonces canciller Vranitzky se enfrentó en las urnas con el Sebastian Kurz de aquel entonces, Jörg Haider, líder de la ultraderecha. Desde entonces, ha prevalecido en el partido socialista la llamada „doctrina Vranitzky“ según la cual, jamás de los jamases, el SPÖ formaría coalición con la ultraderecha en el Gobierno nacional.

Sin embargo aquellos eran tiempos de más relajo en los que el partido socialista, entonces uno de los dos grandes, podía permitirse estas cosas. Hoy en día, los partidos grandes son tres y están bailando en la cuerda floja de un cinco por ciento de diferencia en intención de voto. Hay ratos (muchos ratos, últimamente) en los que la ultraderecha va por delante. Hay ratos (menos, en los que el partido socialista también) y desde que Sebastian Kurz se ha hecho cargo del „nuevo ÖVP“ pues también.

El gran drama del electorado austriaco (y, por supuesto) de los electores, es el querer un imposible metafísico. Esto es: que Kern y Kurz sean cancilleres al mismo tiempo, en un Gobierno de un FPÖ al que se hubiera expurgado de su parte más bronca (en eso está Sebastian Kurz, en intentar convertir al Partido Populare en una especie de) pero en el que Strache no fuera canciller (no es nuevo: a pesar del éxito del FPÖ y a pesar de los intentos de darle a Strache un cierto barniz de estadista, y a pesar de su indiscutible pertinacia, no hay muchos electores que piensen que Strache sería el canciller ideal, aunque tampoco nadie pensaba que Trump llegaría a presidente y ahí estamos, sufríendole).

En fin: hoy, después de treinta años, el Partido Socialista austriaco ha levantado el veto y, según la nueva doctrina, expuesta por Kern en la televisión, la cosa es así: „nosotros, que indudablemente vamos a ganar las elecciones -la moral alta, ante todo- tenemos una serie de puntos irrenunciables que, quien quiera acompañarnos en la tarea de Gobierno, habrá de respetar y cumplir“ ¿Significa eso que habría un acercamiento posible al FPÖ? Sí, significa, siempre que, según ha dicho Kern, el FPÖ se moviera „en nuestra dirección“.

Armin Wolf ha intentado pillar a Kern varias veces en un renuncio y ha intentado que el canciller le diera un titular. Kern no se ha dejado, primero porque Kern tiene, como suele decirse „el culo pelao“ de hacer entrevistas y segundo porque Kern ha impuesto un tono en la conversación (volumen de voz, lenguaje gestual, tipo de razonamiento expositivo) que Wolf ha podido quebrar muy pocas veces.

Un aspecto muy interesante de la conversación probablemente ha pasado desapercibido para algunos oyentes, pero creo que era una señal clarísima a Strache. Kern ha dicho que estaba a favor de que el presidente, o sea VdB, debía encargar la formación de Gobierno a la fuerza más votada. Fuera esa fuerza cual fuera.

Kern ha dicho algo así como „no va a haber ningún problema porque, de todas formas, la fuerza más votada vamos a ser nosotros“ pero bueno, ahí ha quedado la cosa. Veremos qué pasa en octubre.


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