Relight my fire

Me van a perdonar mis lectores pero hoy he escrito este post la mar, pero la mar la mar, de encendido. Ruego que me dispensen su comprensión.

28 de Agosto.- Una de las cosas muy buenas que tiene hacer este blog todos los días es que, para hacerlo, y para hacerlo bien, uno tiene que sentarse con todo tipo de gente. Con gente que le cae bien, con gente que le cae mal y con gente que le cae regularcete nada más.

Porque uno es una persona seria y le gusta hacer su trabajo muy bien, uno les escucha y trata de aprender su historia, para luego contarla.

Mi sistema de escucha, que le recomiendo a todo el mundo (es, además, muy fácil de poner en práctica) es sentarse sin prejuicios delante de la persona de que se trate y preguntarle y luego, estarse calladito y con las orejas abiertas mientras el interlocutor se desahoga.

Es muy instructivo.

Durante estos últimos años he utilizado esta táctica con muchas personas que practican la religión musulmana y también con una cierta cantidad de personas que han llegado a Austria como refugiados, por ejemplo desde Siria. Me he encontrado de todo, pero fundamentalmente, y si pudiera lo escribiría con mayúsculas y en negrita, con gente como yo que, como es del dominio público, ni soy refugiado (ni Dios lo permita) ni soy musulmán. Gente a la que no me ha costado nada comprender.

Haciendo lo que yo he hecho, escuchando lo que yo he escuchado, es imposible no rebelarse con uñas y dientes contra ese estereotipo grosero que se difunde interesadamente, de los musulmanes como personas bestiales sedientas de sangre. Es igual de imbécil que decir que todos los españoles son incultos (aunque haya una parte nada despreciable que vea Tele-5 asiduamente) o vagos, o tacaños !Ay de nosotros, si nos cayera un estereotipo encima!

Una vez el bulo se echa a rodar, párelo usted.

Tocante a esto, no sabe uno lo que más le enciende, si los cafres irrecuperables que, directamente se ponen racistas o ese racismo vergonzante que no se atreve a decir su nombre, de los que empiezan a desaguar su boca llena de baba sucia con un „tú, llámame racista, pero a mí…“.

Es un tema, este del racismo, del corazón duro del que tiene una posición segura y se aprovecha de ella para machacar a quien lo está pasando mal (y no le ha hecho nada) que me enciende mucho y detrás del que, en el noventa por ciento de los casos, solo se esconde el rencor sordo del pobre contra el que es todavía más pobre que él.

Con motivo (desgraciado motivo) de los atentados en España, en la ciudad de Barcelona y en Cambrils, han empezado a correr por las redes sociales españolas estos ríos de porquería que antes solo corrían por aquí y por los peores mentideros.

Son „hechos alternativos“ que se basan en los mismos cuentos de costumbre los cuales, a su vez, se basan en medias verdades más o menos retorcidas para encajar en los prejuicios de la gente, prejuicios que solo se alimentan de un miedo espeso y pringoso (prejuicios y miedo se alimentan mútuamente).

Y es que el mito -el mito eterno, porque mira que es resistente- del extranjero que viene a vivir a un país a vivir del cuento, es inasequible a la destrucción.

Goebbels lo llevaba en su maletín de la señorita Pepis de la infamia y continúa rodando desde entonces.

Incluso cuando los musulmanes, en la medida de sus posibilidades, demuestran su repulsa por las atrocidades cometidas en el nombre de la religión, sale algún indeseable diciendo, como Aurora Bautista en „Locura de Amor“: Noooooo, no les hagáis casooooooo, os están engañandooooooo. Cuando os déis la vuelta ya veréeeeeis.

Una pesadez.

En este marco se puede encuadrar la noticia que traigo hoy a estas páginas.

Hay un cómico austriaco, que cobró cierta fama por aprovechar el viento del antieuropeismo latente de ciertos sectores de la sociedad austriaca para hinchar las velas de un humor presuntamente irreverente.

Como sucede con este tipo de gente, que vive de cierta provocación, el tipo es muy activo en las redes sociales y tiene, como suele suceder también, una parroquia de palmeros que le ríen las gracias.

La última ha sido publicar un post en el que alimenta todos los prejuicios posibles hacia los refugiados, acusándoles de vivir del dinero público, en tanto que los austriacos…En fin, lo de siempre. La reacción de la ORF ha sido suspender las apariciones del cómico en televisión hasta nuevo aviso (o sea, textual, hasta que la directora de la ORF en Carintia vuelva de vacaciones y decida qué hacer, no me digan mis lectores que no es una excusa encantadora -y muy austriaca- esto de „cuando la seño venga, te vas a enterar“). Personalmente, dudo mucho de la eficacia de estas medidas porque la tontería humana, al contrario de lo que le sucede a la inteligencia, es inextinguible.


Publicado

en

por

Etiquetas:

Comentarios

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.