Peter Pilz, forzado a dimitir

Se dice que Peter Pilz, ilustre ciudadano, a un par de subordinadas metió mano. Por esto, no muy contento, se le ha visto dimitiendo.

4 de Noviembre.- La vida del bloguero, si bien se mira, es arrastrada. Uno ya tenía montado el artículo de hoy (que será el de mañana, probablemente) a cuenta de la primera semana de tratos entre los dos vencedores de las últimas elecciones. Entre la derecha y los „deréchers“ (era previsible) la cosa está yendo muy bien. Sebastian Kurz y Strache, a juzgar por lo que dijeron en la rueda de prensa que convocaron ayer se encuentran en sintonía en casi todo. No parece que los demás vayamos a tener demasiado motivo para alegrarnos, particularmente los que vivimos aquí pero tenemos un pasaporte de otros sitios. Pero de eso, ya digo, hablaremos mañana si eso.

Porque hoy ha estallado la bomba informativa. Y una bomba que, aunque no afecte directamente a la estructura de EPR, sí que puede tener gran repercusión si sienta un precedente.

Recordarán mis lectores que, en los últimos seis meses, el partido verde, Die Grünen, se ha ido desmigajando hasta quedarse en la raspa. Tan en la raspa, que ha desaparecido del arco parlamentario austriaco cosa que nadie esperaba, sobre todo si consideramos que el presidente de EPR, Sr. VdB, fue miembro de Los Verdes, su Portavoz y cabeza visible y era, hasta que decidió presentarse a presidente como independiente, una de sus vacas sagradas.

Los Verdes, como un avión que „se precipota“ en picado, perdieron primero a sus juventudes (Los Jóvenes Verdes, qué gran nombre para una banda que tocase „rísmos de astualidá“). Tras esto, perdieron a su portavoz, Eva Glawischnig (ella que es tan guapa y tan lista, ella que se merece un príncipe o un dentista) y, finalmente, perdieron a una de sus caras más conocidas, la del coriáceo Peter Pilz, el cual, uno piensa que víctima de un ataque de cuernos, decidió establecerse por su cuenta y les hizo a Los Verdes un siete en toda su retaguardia que fue la puntilla que terminó de echarles del parlamento.

Si en alemán se dice que die Schandenfreude ist die schönste Freude (o sea, que la alegría que más nos alegra es la de enterarnos que le ha pasado algo malo a nuestros enemigos) es muy probable que hoy por la mañana haya reinado el jolgorio en la alicaida casa de Los Verdes.

Peter Pilz, el que ha sido su némesis, ha dado una rueda de prensa para anunciar que se retiraba y que no iba a tomar posesión de su acta de diputado debido a las acusaciones de acoso sexual que han trascendido a la opinión pública a través del semanario vienés Falter.

Lo que se ha sabido es más o menos esto. Parece ser que, presuntamente, en el año 2013, Peter Pilz acosó sexualmente y, además, delante de testigos, a una joven subordinada durante el foro Alpbach.

Como reacción a estas acusaciones, que le fueron presentadas por el Falter, Pilz se ha marcado un Kevin Spacey en toda regla. Ha dicho que no guardaba ningún recuerdo de haber sobado a la subordinada pero que, si había habido testigos de dicho sobe, algo habría. En cualquier caso, él se tomaba las acusaciones en serio y, por lo mismo, dimitía. También, claro, para poder defenderse.

Parece ser, además, que aparte de esto también una antigua subordinada, en este caso una asistente, ha presentado cargos al respecto. La versión de Pilz es que, en puridad, el asunto fue un conflicto laboral. Siempre según Pilz, la asistente en cuestión le pidió un ascenso, él le negó dicho ascenso, ella le amenazó con negarse a trabajar o a hacer mal su trabajo si no cambiaba de opinión. Al final, la asistente fue despedida y, tras su salida, Pilz fue informado por Eva Glawischnig, entonces jefa de los verdes, de que el asunto se encontraba en manos de la Comisión de Igualdad de la Cámara de los Trabajadores austriacos (institución por cierto utilísima y de gran ayuda en multitud de casos conflictivos).

La versión que dan Profil y Die Presse es que la colaboradora de Pilz, bastante más joven que él, fue apuntando detalladamente todas las salidas de tono del político (hasta cuarenta) y luego las denunció a sus superiores.

Los medios austriacos, particularmente los conservadores, se han cebado bastante con Peter Pilz (el cual, por su manera de ser, tampoco debe de contar con una gran cantidad de fans en los think tanks conservadores de EPR); han trascendido jugosas anécdotas cuya veracidad es imposible, de momento, contrastar, como que durante la preparación de un viaje a París le dijo a su asistente que tomara la precaución de llevarse bragas. Pilz niega todo esto, naturalmente y dice que la frase en cuestión es un puro invento de la prensa que le quiere mal. Asimismo y al objeto de defenderse, ha puesto a disposición de la justicia todos sus e-mails, diarios y cualquier documentación que pudiera ser de utilidad.

Naturalmente Pilz, que no tiene un pelo de tonto, ha intentado suscitar en los periodistas e, indirectamente, en los electores, un atisbo de presunción de inocencia. Se ha preguntado por qué si los hechos ocurrieron en 2013, salen a la luz precisamente ahora y naturalmente, se ha contestado que todo es con intención de hacerle daño. Como venganza por una suerte, la de Los Verdes, que él no ha decidido, sino los electores y las electoras.

Vamos: que él sabe perfectamente, o cree saberlo, „quién le ha puesto la pierna encima“.

Preguntada por estas acusaciones, la ex compañera de Pilz, Eva Glawischnig ha negado enérgicamente las acusaciones de haber hecho nada en contra de la norma y, por supuesto, ha dicho que Pilz estaba en perfecto conocimiento de las acusaciones que pesaban sobre él.

Lo cierto y verdad es que, a causa de esto, Peter Pilz va a estar fuera de la circulación por una buena temporada ¿Volverá? Chi lo sá.


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