Ludwig contra Schieder

Michael Häupl deja la jefatura de los socialistas vieneses y, por lo tanto, la alcaldía de esta capital. Dos son los llamados a luchar por su sucesión.

21 de Enero.- Durante las últimas semanas, determinados medios de esos que traen muchas fotos y poco texto, han calentado el ambiente con sendas encuestas. Como mis lectores probablemente sepan, el actual alcalde de Viena, el ventripotente Michael Häupl, ha decidido jubilarse. El sábado que viene, algo menos de mil delegados del Partido Socialista (SPÖ) decidirán quién será el nuevo jefe del partido en Viena y, por ende, el nuevo señor del feudo más importante que los socialistas tienen en sus manos (aún) y desde donde esperan poder iniciar la reconquista del poder en un futuro no muy lejano.

El dato más llamativo que ofrecían las encuestas publicadas, y que reflejaban la intención de voto de los vieneses y las vienesas, era la enorme caida que había experimentado la ultraderecha (hasta el punto que hoy Strache ha dicho que quizá se presente a las próximas elecciones a la alcaldía) y la notable mejoría experimentada por la derecha a secas, que ha propulsado al partido cortico a la segunda posición en intención de votos. A pesar de lo cual, como casi es una tradición, los socialistas seguirían siendo la fuerza más votada.

Como los Verdes han aprendido por dolorosa experiencia a nivel nacional, los periodos de transición acumulan en torno a ellos más tensión ambiental que Viejo Chocho de la Casa Blanca en una convención de feministas y, como han aprendido los Verdes por dolorosa experiencia también, las transiciones, si no se manejan pueden resultar peligrosas. Muy peligrosas. Si hay un solo candidato, los „otros“ (ya decía Camus que eran el auténtico infierno) pueden hablar de democracia a la Chino Loco de Corea la Mala. Si hay más candidatos, resulta casi inevitable sugerir la idea de que reina cierta división en el partido y, por lo mismo, dar que pensar que el partido de que se trate es, como dicen los franceses, una casa de esas que son centros de trabajo para esas mujeres que, para desempeñar adecuadamente su oficio, deben llevar la ropa interior en perfecto estado de revista.

Para la sucesión de Ernst Häupl se han apuntado dos candidatos. Iguales, pero distintos en una cosa: los dos tienen una carrera probadísima como disciplinados soldados del SPÖ (lo cual significa que tienen amplia experiencia a la hora de orientarse por los siempre traicioneros recovecos de la alta política.

Nuestro primer candidato, Michael Ludwig tiene cincuenta y seis años, es miembro del consejo de la ciudad (Urbanismo, si no recuerdo mal, Viena es, además de ciudad un estado federal autónomo y por eso tiene un consejo, a la manera de un gabinete de ministros). A sus cincuenta y seis años, la vida le ha dado una cara de esas que uno no reconoce si la ve dos veces por la calle. Quizá su aspecto le ha dado siempre la posibilidad de nadar y guardar la ropa. Pocas veces ha dado Ludwig una voz más alta que otra. Pasa por ser un leal a Häupl, pero al mismo tiempo está en una posición cómoda, no demasiado ligada al alcalde saliente. Su aspecto afable y borroso le ha permitido también pasar desapercibido en momentos en los que quizá hubiera sido necesario tomar partido (por ejemplo para adherirse a las críticas que algunos sectores del partido, entre ellos el capitaneado por el canciller Faymann, han ejercido a propósito del estilo característico de Häupl, que muchos consideran, por decirlo de alguna forma, demasiado descarnado). También pasa por ser alguien que se mueve con notable desparpajo por los caladeros de voto tradicionales del SPÖ, entre los que se incluyen las clases trabajadoras que, en los últimos tiempos, le ponen ojitos al partido derécher.

¿Quién es el contrincante? El contricante es Andreas Schieder. De cuarenta y seis años, Schieder ha sido una de las caras más prominentes del socialismo austriaco casi desde la cuna, aunque parezca una exageración. Aunque a él no le guste hablar demasiado de ello, el padre de Schieder, Peter Schieder, fue portavoz para asuntos internacionales del SPÖ, entre otras cosas). De aspecto mucho más sofisticado que su oponente, Schieder es un político coriáceo, cuyo aspecto está bastante alejado de lo popular. Es mas: tiene una marcada inclinación por la ironía, que ha utilizado de manera profusa para fajarse en un tema que, en estos momentos, está muy de moda en el Partido Socialista: la oposición al partido cortico y al partido derécher. No lo ha hecho, por cierto, a la hora de postularse para dirigir a los socialistas vieneses y sus críticas a Michael Ludwig tienden bastante a cero.

¿Quién ganará? Pues el sábado que viene lo sabremos.


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