Un melón

El contenido de un informe interno ha puesto en serios apuros al jefe del AMS y demuestra lo árduas que son las condiciones de trabajo de sus funcionarios.

26 de Marzo.- Por alguna razón quizá relacionada con que el Pisuerga no tiene otra cosa mejor que hacer que pasar por Valladolid, durante estos días se ha conocido el contenido de un informe interno que elaboró el año pasado el AMS, el servicio austriaco de búsqueda de empleo público.

A instancias de la curiosidad de su director, el Sr. Johannes Kopf, se preguntó a un grupo de funcionarios que -imagino- se consideró representativo, a propósito de los inconvenientes a los que se enfrentan en su día a día laboral.

Los trabajadores cuyo negocio es buscar ocupación a otros, dieron unas respuestas que pidieron que fueran anónimas, porque temían que personas malintencionadas pudieran calificar sus valoraciones como meras diatribas racistas o „xenófogas“, aunque a uno, la verdad, el contenido del informe le recordaba aquella famosa escena del conejo (con perdón) en El Día de la Bestia. Véase:

Trabajar en el AMS de todas maneras no tiene que ser fácil, como no debe de ser fácil ser conductor de autobús nocturno o hacer el turno de madrugada en un taxi.

El servicio de empleo tiene debe de ser uno de esos lugares de la administración en donde se obtienen pocos refuerzos positivos y en donde, de cualquier manera, haga uno lo que haga, nadie le va a reconocer el esfuerzo, porque de todos los usuarios del AMS se espera -así lo manda la ley- que muevan por sí mismos el moniméiker y se busquen un curro.

Añádase a esto que, francamente, si tienes formación y algo sólido que vender en el mercado laboral, el AMS generalmente te hace poca falta, lo cual deja como clientes asíduos -clientes, qué horrible palabra para designar a quienes utilizan los servicios públicos- a gente que va por la vida bastante desarbolada.

O sea, a aquellos que representan los escalones más bajos de la cadena trófica, laboralmente hablando.

En Austria, esas personas no han nacido aquí por lo general.

Los extranjeros de primera o de segunda generación representamos en Viena, por cierto, casi dos tercios de los usuarios del servicio público de empleo austriaco.

Volviendo al principio de este artículo, los funcionarios del AMS, preguntados por sus cuitas, se pusieron a rajar como si fueran redactores del Kronen Zeitung -pobrecitos, tanto los del AMS como los que viven encadenados al otro remo- y dijeron que los chechenos eran unos bestiajos a los que nadie quería contratar porque tienen unos genes belicosos y enseguida se ciegan y se lían a pellizcos de monja -chechena- con la gente; que si los padres -o hermanos- musulmoides no dejan que sus hijas, hermanas, sobrinas, abuelas, acudan a los cursos del AMS para adquirir formación, porque no quieren que las mocitas, como hubiera dicho Bernarda Alba, busquen el calor de la pana.

También dijeron que había creyentes de la religión mahometana no se dejaban guiar por la selva laboral si la guía era chica y bueno, cosas así.

Llegado que fue el informe a los medios, en la semana en que se ha sabido que el Gobierno de EGP ha decidido recortar los fondos destinados a ayudar a buscar trabajo y a cursos de formación y a otras cosas que hace el AMS y a obligar a que dicho AMS se concentre mayormente en ayudar a los austriacos blanquitos y no a los de importanción, llegado que fue el informe a los medios, digo, cundió el escándalo.

El canciller de EPR, Sr. Sebastian Kurz, el cual no ha pasado nunca en su vida por la experiencia de tener que buscar un trabajo -lógico: el pobre no ha tenido tiempo, dada la precocidad con la que se manifestó su talento político, es lo que tiene ser un superdotado-. Dicha excelente dotación que la naturaleza le ha dado, le llevó a manifestar muy serio su opinión sincera de que el AMS exigía ser reformado urgentemente porque dicho organismo no había sabido adaptarse a la masiva llegada de inmigrantes extranjeros, la mayoría de ellos -otra vez el estereotipo del extranjero malo- personas que no se integran porque no les sale de la chilaba integrarse o, peor, que no deberían integrarse porque no a los austriacos y a las austriacas les place que se queden -los refugiados, naturalmente-.

Cuando las revelaciones a propósito del contenido del informe alcanzaron su punto máximo, el Gobierno, o sea, los jefes del Sr. Johannes Kopf, llamaron a dicho señor Kopf a una entrevista en la sede de la cancillería, al objeto de echarle un rapapolvo probablemente y a indicarle el camino que seguirá una reforma que tendrá que hacerse con muchos menos recursos que antiguamente cuando, como le gusta decir al canciller, gobernaban „los socialdemócratas“ con sus insensatos proyectos (como el de fomentar la contratación de parados mayores de cincuenta años, por ejemplo).

El señor Kopf, por lo que parece, no se ha dejado impresionar demasiado.

Copiando la estrategia de Paula Echevarría y Bustamante, ha utilizado „sus redes sociales“ para comunicar que está de vacaciones y que después se va a operar de la rodilla y que luego, si eso, ya verá de hacerle un hueco en la agenda a Sebastian Kurz, porque ya se sabe que una operación, como decía Doña Paquita, que en paz descanse, la madre de Pedro Almodóvar, es como un melón cerrao, que hasta que no lo abres no se sabe si está bueno o está pasao.

A mí me pega que quiere que lo echen ¿Verdad?


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