Hasta ahora, el hombre ha mantenido su embarazo en secreto, pero claro, como ya se le nota la barriga, hay cosas que ya no se pueden ocultar por más tiempo.
17 de Julio.- Por casualidad, me he enterado de que mi sobrina escribe. No sé de dónde habrá sacado la ocurrencia, probablemente de algún libro, porque le gusta leer, pero en todo caso me gusta, porque reconozco en ella un rastro siquiera de la grafomanía de su tío.
Me alegro de que mi sobrina escriba, como yo, pero no es por la vanidad de que se parezca a mí, sino porque escribir es una de las cosas más útiles si de lo que se trata es de conservar la cabeza sobre los hombros.
Yo siempre digo que aunque yo fuera el único lector de Viena Directo seguiría escribiendo todos los días, porque escribir es una terapia que ayuda a poner orden en lo que está desordenado y a cobrar perspectiva sobre las cosas.
Empecé a escribri más o menos con los aöos que tiene ahora Ainara. A escribir con continuidad, me refiero. Aunque antes ya escribía. Recuerdo incluso mi primer éxito de público, cuando tenía seis años. La señorita Maria José, mi maestra de primero de EGB, nos mandó un ejercicio de redacción sobre la primavera. Recuerdo que escribí un par de líneas y luego puse la siguiente frase «!Volad golondrinas! Dejad que la primavera estalle en vuestros cuerpos!» (juro que en aquellos momentos no tenía ni idea de quién era Antonio Gala). Recuerdo que, cuando la estaba escribiendo, pensé «qué frase más chula, cómo voy a disfrutar al leerla». Cuando la señorita pidió voluntarios, yo levanté la mano. Calculadamente, empecé a leer en un tono anodino, pero al llegar a la frase precisa, me vine arriba. Recuerdo perfectamente el placer que sentí cuando la señorita Maria José, pasmada, me pidió el cuaderno y vio que la frase estaba escrita, con mi letra redonda y trabajosa de entonces. Me asusté un poco cuando me sacó al pasillo y llamó a sus compañeras, la señorita Bene y la señorita Loli, y les enseñó el cuaderno de papel barato y pastas naranjas.
La maestras me preguntaron de dónde había copiado la frase, y dije que me la había inventado yo, por supuesto (monstruito vale, redicho bueno, pero plagiario, plagiario nunca). Desde entonces, un rio casi ininterrumpido de folios, cuadernos y tinta me ha traido hasta aquí.
No sé cómo escribirá mi sobrina, ni las manías que tendrá. En mi caso, es fundamental el secreto. Supersticiosa, pudorosamente, defiendo lo que escrbo de las miradas ajenas, porque me parece que, una vez sale a la luz, queda inacabado el trabajo.
Este secreto espeso queda conectado a los textos y a veces es muy difícil de romper. Por eso, en este caso, voy a ir haciéndolo poco a poco.
Queridos lectores de Viena Directo: tras un saludable embarazo, he dado a luz un libro que se publicará, si Dios quiere, después del verano. En estos momentos, estoy en el trabajo de corregir el manuscrito definitivo con el que la editorial va a empezar la maquetación del volumen que se podrá comprar calculo que a finales de septiembre.
Es un libro al que le tengo especial cariño, que releo con muchísimo gusto, como si lo hibiera escrito otro y creo (y espero) que a vosotros os pasará igual cuando, si os apetece, lo compréis.
La tirada, como corresponde a un escritor que empieza, como yo, será en principio corta, por lo que será bastante aconsejable que me enviéis un mensaje a su debido tiempo, para que os pueda reservar un ejemplar. Os mantendré informados.
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