Los austriacos y la música

¿Cómo escuchan música los austriacos? ¿Qué escuchan? Como decían los Gomaespuma, la respuesta se la cuentas a un mudo y le crecen las piernas.

20 de Julio.- Hay un especímen austriaco especialmente entrañable, y es el de esas mujeres, ya de una cierta edad, que fueron jóvenes en los ochenta. Ese tipo de señoras duras y maduras que abominan del sujetador, no comen carne y se toman la vida con humor y, en cualquier caso, en cualquier recipiente reciclable.

Una vez me encontré a una señora de estas en una fiesta, una mujer, ya digo, encantadora. Era verano, como ahora. Esta persona conducía un coche viejísimo con una radio de las de antes, de las de casettes, en done grababa sus músicas favoritas (o de la radio o en alguno de aquellos trastos, no menos entrañables que ella, de doble pletina). La mujer decía, y tenía toda la razón, que si el aparato funcionaba perfectamente, por qué lo iba a tirar. El caso: como se le había estropeado una de las casettes que llevaba en el coche, había ido a un supermercado tecnológico de esta bonita capital y se había acercado a una vendedora en prácticas, una jovencita de estas que hace las sustituciones del verano.

-Que digo yo, que guten Tag.

Guten Tag ¿En qué puedo ayudarle?

-Perdone usted ¿Me puede indicar en dónde están las casettes?

Mi jipi favorita se sintió como una brontosauria cuando la vendedora, con cara de apuro, le pidió que definiera casette. Que qué era eso. Se dio cuenta entonces, la pobre, que lo de reciclar sin límite para hacer el planeta sostenible se pone muy difícil cuando la tecnología evoluciona.

Hoy he leido un artículo muy interesante que me ha dejado muy tranquilo, porque me he dado cuenta de que yo también evoluciono. Se trataba de los soportes que los austriacos utilizan para consumir música.

La novedad es que, por primera vez, este año la música virtual en sus diferentes variantes, hará más dinero que los cedés y que el vinilo (si los discos han vuelto, mi amiga la jipi todavía tiene esperanza de poder seguir utilizando la radio a casettes de su coche, quizá a alguien le dé la nostalgia de rebobinar las cintas con un boli Bic o pegarlas cuando se rompían).

Los austriacos pagan también por la música (los españoles, que son muy fanes de la mula, dirán que los austriacos son unos panolis, pero así va España también). Entre enero y junio de este año, mis convecinos se han gastado 53,6 millonazos de euros en música. Ole con ole y olá.

Esta es la buena noticia.

La mala es que el artículo también traía una lista con los discos más vendidos y uno no ha podido dejar de sentir la quevediana sensación de que se le caían todos los palos del sombrajo.

¿Qué ha sido de este país en donde nació Gustav Mahler, en el que Beethoven insistió en no pagar el alquiler en la mayoría de los pisos en los que vivió o cuya tierra abriga los restos mortales de „Wolferl“ Mozart?

Aunque, si bien se mira, la lista de discos más vendidos es también un panorama sociológico como no hay otro.

Atención:

En el número uno, Andreas Gabalier, con su disco „No me olvides“. Gabalier es famoso por…Por dar mucha pereza, sobre todo.

En el número dos, Helene Fischer, la diva germana (que por cierto, no lo es, sino rusa) del pop ligero.

En el número tres de los discos más vendidos en estos seis últimos meses está el concierto de año nuevo con Ricardo Mutti. Hombre, no es que sea El Caballero de la Rosa, pero no es Luis Cobos (hay que ser un poco mayor para saber de quién hablo).

Yo, la verdad, escucho música en Youtube, porque me gustan sobre todo las cosas viejas y raras. El pop añejo. Mi pasatiempo favorito es despistar al algoritmo ese que te sugiere cosas, para que en la central de Google, en donde nos espían a todos, lo flipen del todo con lo que yo elijo. Algún día, haré una selección y la pondré por aquí.


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