Correos Austria ha emitido un sello que está sirviendo de motivo de cachondeo. Verás por qué.
27 de Agosto.- Mi pueblo está en fiestas. Cuando vivía en España, era una época del año que me deprimía muchísimo. Ahora, también. No lo echo nada de menos. Creo que en las fiestas de mi pueblo no conseguí divertirme de verdad nunca, quizá fuera porque sabía que eran el regalo final del verano. Y que justo después del triste día en que terminasen (normalemente un desangelado domingo por la tarde) volvería mi vida a ser lo que era en invierno.
De la feria, a mí lo que más me interesaba era lo que no le interesaba a nadie más. Por ejemplo, me intrigaba mucho qué pasaba por las mañanas, cuando los feriantes, esa pobre gente, dormían bajo la luz amarilla en los mismos sitios en donde la noche anterior otros se habían divertido, y me interesaban las artesanías humildes que se vendían en el camino tortuoso del recinto ferial. Había un puesto en particular que me intrigaba especialmente : uno en que te prometían escribir tu nombre en un grano de arroz. Con paciencia oriental se veía siempre a unas personas, alumbradas con unas lámparas que eran como bombonas de camping gas, grabando incansablemente los nombres de las personas en granos de arroz. De crío, yo pensaba : un grano de arroz es un sitio bien pequeño. Habrá nombres fáciles, como Ana, que se graba en un periquete, o José, vale, cuatro letras. Pero ¿Y Maribel ? O Jonathan, o Hipólito, o Argimira, o Rigoberto, Edelmira, Eleuterio, Angustias, Remedios…En el caso de los nombres compuestos ¿Dejarían uno o los dos? Yo me llamo Francisco Javier –todo el mundo me llamaba así de chico- y pensaba que un grano de arroz, te pongas como te pongas, no se puede empalmar. Y claro, si vas a grabar el nombre tan chiquitillo que no lo vea nadie, pues ya me dirás la gracia.
Nunca me animé a probar, la verdad. Porque lo de hacer grabar mi nombre en un grano de arroz era una extravagancia que se salía completamente de mi presupuesto. Tampoco tuve un amor por entonces que quisiera esta humilde prueba de que mi corazón le pertenecía. Así que tampoco el sexo actuó como incentivo de la economía, de manera que me quedaré con la duda para siempre.
Me acordaba de esto, al leer la noticia de la que hablaremos hoy.
En Austria la gente anda riéndose de un sello. Sí.
Resulta que, para conmemorar que Austria tiene la presidencia de la UE, correos Austria ha sacado una edición conmemorativa de un cuarto de millón de ejemplares. El diseño del sello ha dado que hablar. Muestra un mapa de Europa hecho por puntos unidos con líneas rectas, de la misma manera que se suelen representar las constelaciones.
Cuando se hizo público el primer diseño del sello, el público, que es malo y cruel, encontró de pronto el gazapo y es que la diseñadora, que parece ser que vive en la localidad de Sankt Pöllten, cerca de Viena, al dibujar la Unión nuestra se le había olvidado poner Croacia!Que paren las máquinas ! Imagínense mis lectores el conflicto diplomático. Y todo por haber encontrado en Google un mapa viejo de la Unión y no haber pasado lista de los países en el dibujo.
Pero el cachondeo del sello no ha terminado aquí -ahora viene la del grano de arroz- resulta que en alemán, lo de Presidencia del Consejo Europeo (ya de por sí largo) se dice EU-Ratspräsidentschaft (!Como para grabarlo en un grano de arroz!). Así pues, a la diseñadora no se le ocurrió mejor solución que dividirlo así
EU-RATS
y luego, debajo lo de la presidencia.
Naturalmente, a poco que se hable un poco la lengua de Chéspir, es fácil encontrar en el consejo alemán las ratas británicas y con ellas el cachondeo.
La excusa de los responsables de elegir el diseño ha sido que « con lo larga que es la palabra » no se podía poner de otra manera.
Austria, dejando su sello. Menos mal que no siempre somos los españoles.
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