El donativo

Pecunia non olet, o sea, el dinero no huele. Lo que pasa es que, dependiendo de quién te lo dé te puede traer problemas o no.

26 de Marzo.- Como suele suceder con los psicópatas, Adolf Hitler fue toda su vida una persona con muy poca resistencia a la frustración. Por lo mismo, era poco apto para el trabajo, porque su tiempo de concentración duraba poco. En plata : que era un vago.

Durante su estancia en Viena, época de su vida en la que fue descendiendo por la cuesta abajo de la escala social hasta que terminó en un asilo para hombres sin techo, Hitler malvivió pintando acuarelas.

Las acuarelas, más bien normalitas, se las vendía por los cafés un socio que tenía más labia (y, sobre todo, más paciencia) que él, pero que no sabía pintar. Eran unos cuadritos igual de grandes que una postal. Dado que Hitler era, como queda dicho, más perro que Rex, su producción fue tirando a escasa así que ya durante el nazismo los falsificadores tuvieron que alimentar la demanda con falsos « Hitlers » que iban a parar a manos de fetichistas o simplemente de personas que querían quedar bien con el asesino.

Después de que dicho asesino decidiera hacer del mundo un lugar mejor por el eficaz método de quitarse de enmedio (pena que no lo pensara antes), los nazis pasaron a la marginalidad pero, cuando se acalló el ruido de los juicios de Nuremberg, floreció un discreto mercado de acuarelas presuntamente hitlerianas. Con este dinero, hubo muchos críos que fueron escolarizados y se debieron de pagar muchas facturas de la luz y del gas, que ya se sabe que la xenofobia y el antisemitismo enardecen, pero dejan el estómago vacío y no sirven para pagar el alquiler.

Que se lo digan al portavoz del autodenominado Movimiento Identitario, organización de extrema derecha austriaca famosa por vivir con un pie fuera de la ley y el otro en la performance surrealista (es un equilibrio difícil de mantener, y para cuyo mantenimiento, sobra decirlo, también hacen falta fondos).

Los Identitarios, como quizá recuerden mis lectores, viven en un ay porque, según ellos, la identidad europea, cristianay blanquita, por supuesto, está en peligro. Según los identitarios la identidad europea antes aludida estaría en peligro debido a una invasión de personas de religión mahometana. Una gente, según su opinión, igual de vaga que Hitler, bárbara y que, encima, habla como si estuviera sufriendo un atragantamiento contínuo. Tropa descomunal que se dedican a reproducirse y a vivir del cuento, mientras los pobres europeos de toda la vida, los herederos de Julio César, de Carlomagno y de Felipe dos palitos, nos partimos el lomo para mantenerles.

Al objeto de concienciar a sus conciudadanos de esta porquería de, llamémosle, ideología, los identitarios se dedican al marketing de guerrilla. Cuando no están reventando obras de teatro que, según ellos, atentan contra la identidad europea, están llenando los espacios públicos con pegatinas racistas. Las pegatinas cuestan un pico, así que los identitarios admiten donativos de simpatizantes. Uno de estos simpatizantes fue el terrorista de Nueva Zelanda, el cual mandó a los identitarios, al parecer, una buena cantidad de dinero para que se la gastaran en travesuras.

Como la policía no es tonta, ya se sabe, cuando se investigó la huella en Austria del mal bicho este de Nueva Zelanda, se dio con la pista de este donativo, así que la policía realizó un registro en casa del jefe de los identitarios porque mejor es prevenir que luego lamentar. El caballero este, contó el asunto en un video de 15 minutos ( para estos tiempos de internet, e incluso para un identitario, un video un poco cansino) en el que trataba de justificarse diciendo que se le había pasado comunicarle el tema a la policía (ups, I did it again) y que, por supuesto, él no tenía nada que ver con ningún tipo de terrorismo.

Desde el Gobierno, y dadas las notorias vinculaciones de ciertos sectores del partido derécher con los identitarios (el mismísimo ministro del Interior, Herbert Kickl, fue orador en un congreso organizado por los identitarios y el vicecanciller Strache también ha mostrado en el pasado simpatías por ellos) se maneja el tema con mucha prudencia, aludiendo al « extremismo » en general. Por cierto, y hablando del Ministro del Interior : una de las primeras, y más controvertidas actuaciones de Kickl, como recordarán mis lectores, fue la redada en el servicio secreto austriaco, una de cuyas consecuencias más indeseables fue poner al descubierto el operativo de los servicios secretos austriacos para luchar contra los grupos terroristas de extrema derecha y proporcionar a estos grupúsculos toda la información posible a propósito de lo que el Gobierno sabía de ellos (el famoso episodio del vigilante de seguridad infiltrado en la comisión parlamentaria que investigaba la redada).


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