Tres sábados que relucen más que el sol. A partir del año que viene, solo habrá dos (y se nos va a fastidiar el pareado, jolín).
15 de Mayo.- Para la comunidad LGTBI austriaca (y de parte del extranjero) hay tres sábados en el año que relucen más que el sol : el orgullo (Regenbogenparade), el Life Ball y el Festival de Eurovisión.
Ayer fue la primera semifinal del festival que suele ser la pesadilla de los defensores de la familia « a la antigua ultranza » (y otros animales).
Curiosamente, el que se define a sí mismo como Mr. Song Contest, el simpático periodista Andi Knoll (uno le escucha y, no sabe por qué, le parece estar viendo una versión algo mayor de Tintín) hace unos días decidió dejar de seguir la máxima de Juan Gabriel, al cual, cuando le preguntaban si le gustaban los caballeros o las damas (para el trato carnal, se entiende), decía siempre que « lo que es evidente no se comenta ».
Así pues, Andi Knoll, que había pensado siempre que lo suyo era evidente decidió, por si había alguna pregunta en el aire o alguna duda sobre él, explicar que llevaba con su marido década y media de feliz relación y que todo bien, gracias.
El jueves, Herr Knoll comentará la segunda semifinal del evento y el sábado, como está mandado, la final, en la que no se sabe si estará la cantante austriaca (Pända) interpretando la copla seleccionada por la ORF.
En esta edición, lamentablemente, no comentaré para mis lectores las incidencias del festival, como vengo haciendo casi todos los años, debido a que otros compromisos me lo impedirán. Unas risas menos que nos echaremos, pero bueno.
En cuanto al Life Ball, en estos días se ha sabido por boca de su fundador, Gery Keszler, que la de este año, la vigesimosexta edición, será la última (aunque bueno, esto es un poco como la trapecista canaria Pinito del Oro, que se despedía de los circos una vez al año).
Kezsler ha anunciado el final del Life Ball (otra pesadilla para los amantes de la familia «a la antigua ultranza ») porque los patrocinadores no le dan dinero, en particular la Austrian Airlines, que traía de gratis y by the face a los famosos invitados al evento, que casi le hacía la competencia a la gala del MET. Todos los veranos Viena era un poquito más abierta, un poquito más cosmopolita, un poquito más diversa (y, de paso, se le quitaba el pelo de la dehesa, que falta hacía), pero oye, cuando no hay diners, pues no hay diners, qué vamos a hacer.
Mírala cara a cara que es la tercera : el tercer sábado que será especial este año va a ser el del orgullo. Bueno, ese sábado y toda la semana anterior.
Viena acoge la celebración del Europride.
Por cierto, suele traducirse « Pride » erroneamente por Orgullo y así se ha quedado en el lenguaje popular. En castellano, orgullo tiene un matiz bastante peyorativo, del que pride carece en inglés. La traducción correcta, a mi juicio, sería « dignidad », máxime si tenemos en cuenta que el origen de esta manifestación (festiva, pero manifestación) está en los ya famosos incidentes del bar Stonewall en donde, tras una redada de la policía absolutamente injustificada (solo había allí unos caballeros más bien calvos ligando pacíficamente) a los gays detenidos se les hincharon las narices y, cuando salieron de la comisaría, se manifestaron no por su orgullo, sino por su dignidad que la tenían muy machacada debido a las porras de goma de la policía.
Como el Europride promete ser un Pride normal pero más divertido todavía que la versión aborigen de todos los años (lógico, por la afluencia), Viena Directo se ocupará, para regocijo (espero) de sus lectores de lo que se cueza. Eso, si el tiempo lo permite, claro.
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