En los genitales

En donde, casi sin quererlo, se descubre una diferencia fundamental entre los austriacos y los españoles que hunde sus raíces en nuestros ancestros remotos.

7 de Julio.- Todos los días, llamo a mis padres y nos echamos unas risas. Es un hábito este, muy sano, que se enfrenta sin embargo con grandes dosis de incomprensión por parte de la población aborigen. Supongo que no entienden que, sobre todo, llamamos para reirnos. O sea, que la mayoría de las cosas que nos contamos no tienen la más mínima importancia si no sirven para hacer un chiste.

Por ejemplo, hoy ha salido de la conversación de una persona (austriaca) a la que mi madre también conoce, de sus visitas que ha decidido hacer una cosa que, normalmente, resulta descabellada a ojos españoles. Esto es: el viernes pasado, se levantó, echó el primer pis matinal, desayunó sus cornfleiks, se fue a la oficina, llamó a la puerta del despacho de su jefa y le dijo:

-Buenas morgens

A lo que la jefa contestó:

-Buenas.

Y ella repuso:

-¿Sabes qué? Que hoy, mientras estaba desayunando mis cornfleiks he decidido que, aunque en este trabajo me pagáis muy bien y la empresa tiene un relumbrón y tal y cual, mis narices han sufrido un proceso agudo de inflamación y he decidido que ahí os pudráis, que me despido.

Y, dicho esto, esta persona conocida nuestra dirigió su nariz hacia el techo, giró sobre sus talones, dio el preaviso correspondiente y a finales de agosto su jefa, emulando a la simpar Lina Morgan, le cantará el Gracias por Venir.

A esto, mi madre, como todas las madres españolas (y probablemente como la gran mayoría de los hijos españoles que me estén leyendo) ha dicho:

-Qué fuerte ¿No? -como diciendo „esta persona de la que me hablas no debe de estar muy en sus cabales“.

Y yo:

-Mamá, es que aquí son así.

Y entonces mi madre ha puesto como ejemplo el caso de otra persona conocida nuestra, en España, a la que su jefe le da bastante mala vida y acto seguido, ha dicho:

-Hombre, si es que si la vida fuera así, Fulanita, con la mala vida que le da el $%&&%@ de su jefe ya se hubiera despedido tres veces.

Y entonces yo y mi madre hemos recordado esto que dicen los científicos de que el sufrimiento de los ancestros queda grabado en el material genético de los descendientes (o sea, de cada uno de nosotros). Es decir, que como dice una tía mía, si un antepasado nuestro lo ha pasado mal en la vida, nosotros lo llevamos „en los genitales“, como una memoria recurrente.

¿Y esto a qué viene? Se preguntará probablemente el curioso lector.

Pues yo paso a explicárselo: en España, como siempre hemos sido un país tirando a „trijte“ en lo económico, pues el trabajo ha estado toda la vida muy malamente (trah trah) de manera que, aunque sea una metáfora algo políticamente incorrecta, los trabajadores celtíberos tendemos a parecernos a las mujeres estas que están juntas con un cabronazo que les pega (y ellas, las pobres, no hacen nada). O sea, nada más que disculpar a dicho cabronazo:

-No, si en el fondo es buena persona. No, si me pega lo normal. No, si él es que claro, se le pone un velo de sangre delante de los ojos y no rige. No, si yo estoy segura de que cambiará.

Porque claro, pensamos que, si dejamos un trabajo, por perro que sea, cualquiera sabe cuándo encontraremos el siguiente.

Y esto ha sido así siempre. Y los trabajadores llevamos este sufrimiento inscrito en nuestro material genético.

En España, aunque haya sido por güevos, somos de natural sufrido.

Sin embargo, aquí en Austria como la cosa no ha sido siempre así y desde por lo menos tres generaciones, aquí no hay memoria de una crisis económica digna de ese nombre y como afortunadamente, hay unos mecanismos sociales que permiten al trabajador tener una cierta capacidad de negociación (y, de rebote, actúan contra la tentación que puedan tener empresarios poco escrupulosos de abusar) no existe esa memoria genética, de manera que la gente afronta el desempleo con mucha más tranquilidad y sin ese temor supersticioso que nos afecta a los españoles.

Más arriba dije yo que mi madre y yo, cuando hablamos de cosas, hablamos de cosas sin importancia, solo para hacer el chiste, pero ahora que he releido este post me he dado cuenta de que a lo mejor no. Que a lo mejor hablamos de cosas bien importantes ¿Qué piensa el lector?


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Comentarios

Una respuesta a «En los genitales»

  1. Avatar de Anselmo
    Anselmo

    Evidentemente, no se puede comparar el mercado laboral austríaco con el español. De hecho, la emigracion es en sentido España-Austria , y no al revés.

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