Si nuestro protagonista no hubiera tenido la mala idea de morirse, hubiera cumplido la semana que viene 123 añazos.
29 de Agosto.- Si no hubiera tenido la desgraciada ocurrencia de estirar la pata, nuestro protagonista de hoy hubiera cumplido la semana que viene123 añazos. En el caso improbable de que Dios le hubiera conservado todavía la vida, los españoles que vivimos en EPR hubieramos podido ayudarle a soplar las velitas de la tarta casi casi como si se tratara de un paisano.
Hoy nos ocuparemos de Heimito von Doderer (pronúnciese, como quería su madre, Jaimito), noble de alta cuna y de baja cama, de vida luminosa a tramos y muy muy oscura en otros, escritor austriaco nacido en Viena el 5 de Septiembre de 1896.
Antes de nada, naturalmente, habrá que explicar de dónde venía su nombre.
Resulta que la señora von Doderer, la mamá de Heimito, estando embarazada de él pasó unas vacaciones en España, más concretamente en la Valencia contemporánea de Blasco Ibañez y, por lo que fuera, le debió de parecer el nombre de Jaime bonito, sonoro y significativo para el que estaba destinado a ser el más pequeño de sus hijos.
Pero claro, al volver a Viena, en donde su marido, el caballero von Doderer, estaba trabajando en las obras de regulación del caudal del Danubio, debió de comentar el asunto tanto con su santo como con sus amigas, y estas le debieron de decir que, si llamaba al crío Jaime, la gente lo pronunciaría « Yaime » (con buena suerte) así que la buena señora, larga y activa (o sea, ni corta ni perezosa) alemanizó el nombre y como Heime le debió de parecer un churro de nombre, pues toma : Heimito.
Por parte de padre, Heimito venía de una familia de rancio abolengo, cuyos primeros representantes pueden documentarse a mediados del siglo dieciséis. Como era casi norma en la aristocracia de la época, los von Doderer eran católicos. Mamá von Doderer, nacida von Hügel, era protestante y fue ella la que decidió la confesión de sus hijos (por cierto : por si algún lector se ha quedado con la curiosidad, yo se la quito inmediatamente : lo del nombre Heimito debió de ser un antojo de embarazada, porque los otros hermanos de von Doderer llevan nombres corrientes y molientes).
Von Doderer no fue demasiado buen estudiante, y a la formación reglada en un instituto –que aún existe- en el tercer distrito vienés, se le unió un profesor particular, un caballero llamado Albrecht Reif.
Parece ser que con Reif se inició von Doderer en el erotismo homosexual, pero parece que también le gustaban las chicas. Las de gratis y las de pago, porque las casas de lenocinio también le gustaron. Durante toda su vida, la bisexualidad de Heimito fue vox populi, lo mismo que marcadas tendencias sadomasoquistas, que dejaron rastro en su obra.
Tras no pasar un examen de griego (por favor, no sacar conclusiones) Heimito empezó la carrera de derecho, pero la cosa se torció (joé, dos chistes malos en dos líneas, no sé si voy a terminar este post). Y es que no puede ser que empieces una carrera universitaria y zasca, empiece una guerra mundial.
En 1915, von Doderer se alistó voluntario en el tercer regimiento de Dragones. Tras la instrucción le mandaron a Bukowina en enero de 1916. Para el verano ya era prisionero de guerra (lado ruso). Apenas un mes más tarde de que los rusos le echaran el guante, le mandaron (pobre hombre) a un campo de concentración en Siberia, experiencia qe sería trascedental en la vida de Heimito, porque allí decidió que se iba a dedicar a la literatura. Entretanto, el mundo estaba cambiando a toda velocidad. Rusia, ya no era la Rusia de los zares y el gigantesco país euroasiático se había hundido en una crudelísima guerra civil entre los rojos y los blancos.
Los bolcheviques firmaron un tratado para devolver a los pobres prisioneros austriacos a su casa (1918) pero los rusos blancos no estaban muy por la labor y, entre pitos y flautas, el pobre Heimito no volvió a Austria hasta Agosto de 1920. Tuvo suerte, porque muchos de sus compañeros habían muerto de tifus. Empezaba para él una etapa decisiva de su vida.
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