Pufosa GmbH

La tecnología ha hecho resucitar cosas que todos creíamos muertas y enterradas. Será qe la naturaleza humana no cambia.

11 de Septiembre.- Yo no sé a mis lectores, pero a mí me resulta muy divertido que, en muchas situaciones, la alta tecnología ha resucitado fenómenos que son tan viejos como el mundo, pero que creíamos ya enterrados.

Por ejemplo : supongamos que es usted un señor común y silvestre de, pongamos, los últimos años del primer siglo de la Era Común, conocida también como Cristiana.

Diga usted que ha escuchado hablar de una gente que se llaman a sí mismos eso, cristianos, por ser seguidores de un señor cuyas opiniones han conocido a través un predicador, carismático él, llamado Saulo, nacido en Tarso, y que un día pasó por allí.

Usted, naturalmente, ha estado en un par de banquetes de estos cristianos, y se ha hecho una idea de lo que piensan, pero a usted le parece que las ideas de estos cristianos no tienen pegada suficiente, no venden. O sea, que como le decía a Aitana Sanchez Gijón entre toma y toma a Keanu Reeves en aquel bodrio que protagonizaron, piensa usted que Saulo, el viejete de Tarso, es « un soso de c*jones ».

Piensa usted que el que viste y calza, naturalmente, podría hacerlo mucho mejor, de manera que se remanga la túnica (raca,raca), coge el cálamo, la tablilla de cera y escribe lo que a usted le parece que Saulo debería de haberle dicho a sus parroquianos.

Naturalmente, usted se lo lee a sus conocidos, se lo lee a su madre, se lo lee a su señora, y claro, a todos les parece divino, pero le dicen :

-Vamos a ver, Pijus Máximus, a ti, hijo, con ese nombre, quién te va a hacer caso. Adónde vas tú « cara candao » que más valgas.

De manera que usted se rasca la coronilla y dice « pos es verdad ». Pero no se resigna, con lo bonito que le ha quedado el texto. Hasta que encuentra una solución. Raspa el pergamino (usted ha pasado a limpio su tableta de cera) y en donde ponía « firmado : Pijus Máximus » escribe usted « Firmado : Pablo de Tarso ». Luego, sale corriendo, se persona en la congregación de los cristianos, y dice : « Queridos hermanos y hermanas, !Milagro ! Mirad lo que he encontrao ! Una carta escrita por el mismo, por el propio Pablo de Tarso ! Ay, qué alegría más grande ».

El texto que usted ha escrito, andando el tiempo, pasa al canon de la Biblia y nadie se cosca del camelo hasta que en el siglo XIX la gente se pone a cotejar fuentes. Para entonces, ya es tarde, pero los estudiosos, eso sí, le conocen a usted como « el pseudoplablo de Esmirna ».

No es por quitarle la fe a nadie, pero ni el Cantar de los Cantares lo escribió el Rey David, ni los evangelios fueron escritos por San Lucas, San Juan, etc ( !Cómo los iban a haber escrito si eran analfabetos !), ni Paulo Coelho ha escrito las obviedades que se le atribuyen, ni Mario Benedetti, ni Arturo Pérez Reverte. No hija, no. En la antigüedad, como en la modernidad, cuando uno quería que un texto pasase por bueno, o por importante, se lo hacía firmar a alguien famoso. Más bonito un texto con padre que uno huérfano.

Todo esto viene porque las redes sociales de este lado de los Alpes se han visto colonizadas por una ola de mensajes pufosos que siguen el mismo procedimiento por el cual la obra de Pablo de Tarso creció incluso cuando Pablo de Tarso había empezado ya a ver crecer las patatas desde abajo (el pobrecito).

Basta con poner una foto de alguien prestigioso, por ejemplo de Armin Wolf, y un texto que ponga « Las inversiones de Armin Wolf en Pufosa GmbH merecen el aplauso de los entendidos y aterrorizan a los grandes bancos » para que la gente (aún hay gente así) pique como pescadilla en el Mar de Alborán. Wolf, al que sigo en Facebook, ha escrito varios posts ya, diciendo que él no tiene nada que ver con Pufosa GmbH y que por favor la gente no invierta en estos sitios que son, naturalmente, fraudulentos.

Aunque una vez un mensaje recibe un padre, aunque ese padre sea ficticio, es muy difícil volver a dejarlo huérfano. Si no funcionó en el siglo I imagínese el lector ahora.


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