Despatarrados

Pasajero despatarrado, foto tomada por el autor de lo que sigue hoy mismo en la línea 1 del metro vienés.

¿Se acabará el despatarre ? Las Wiener Linien, por lo menos, van a intentarlo. Señoros, abstenerse de leer lo que sigue.

7 de Noviembre.- Los transportes vieneses tienen una debilidad por las acciones de marketing. Quizá recuerden mis lectores que en verano, para concienciar al personal de que el agua y el jabón no son radioactivos y que, por lo tanto, pueden usarse sin mayor peligro, las Wiener Linien perfumaron varios vagones de metro e, incluso, abrieron una « güeb » para que los gentiles usuarios pudieran votar por el perfume que más les excitase (la pituitaria, naturalmente).

Fue una cosa muy comentada, y no solo en Austria.

Incluso de las Islas Baleares me llamaron a mí para que comentase por televisión esta iniciativa, de manera que mis seres queridos pudieron verme por la pantalla canija (la del telefonino, principalmente) hablando de este tema tan interesante y contribuyendo a que esa señora de Cuenca para la se hacen todos los programas en España (incluyendo los que se hacen en Baleares) pudiera comentar con su santo lo guarra que es la gente.

No se sabe, eso sí, si como le sucedió a muchos vieneses, la señora de Cuenca también aliñó la cuestión con algunos comentarios xenófobos (« estos extranjeros, que no se lavan », « Europa se nos está islamizando y el día menos pensado nos despertaremos a la voz del muhecín », « los inmigrantes cobran todas las ayudas, en tanto que los nacionales nos morimos de hambre… » en fin : esas pequeñas cosas).

Lo dicho : una obra maestra del marketing.

Pues bien: las Wiener Linien lo han vuelto a hacer.

Sobre todo mis lectoras estarán concienciadas de una molesta manía de algunos hombres, el llamado « Manspreadding », lo que mi abuela llamaba « sentarse escarranchao » y la señora Carmen, una vecina mía que no tenía pelos en la lengua, describía como que no « te cupieran los güevos entre las piernas ». Efectivamente, muchos hombres hay que se sientan en los transportes públicos abiertos de patas, cual si padecieran alguna molesta forma de horquitis, condenando a sus compañeras de viaje a sentarse como pueden.

Como parece ser que muchos de mis congéneres despatarrados ni siquiera han reparado en que estén cometiendo algún tipo de error, comportándose como Hitler cuando invadió Polonia (o sea, abusando del « espacio vital » de sus compañeras de viaje) las Wiener Linien han publicado un folleto en el que se ve a simpáticos ciudadanos despatarrados y, al final, se les muestra la postura correcta de sentarse.

A pesar de que, como suele suceder con las WL, el tono de la campaña es lúdico y amable (mi amiga Maite, que esta muy concienciada con este tema, probablemente hubiera deseado un estilo de comunicación algo más contundente) no han sido pocos los señoros que se han manifestado en sus redes sociales porque se han sentido atacados en su masculinidad. Lo de costumbre. Que si hasta dónde vamos a llegar, que si estas feminazis nos están comiendo el terreno, que si no vamos a poder ya sentarnos como nos salga de los huevos (he escrito huevos dos veces en el mismo artículo, creo que esto me resta valor). En fin.

La campaña ha tenido su eco : la funeraria de Viena ha enseñado en sus redes sociales un ataud modelo despatarrado (por supuesto, de broma) para aquellos que quieran pasar la eternidad molestando a sus compañeros de entierro.


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