Era feliz en su matrimonio

Con la formalización del noviazgo empieza un complejo proceso de encaje que no siempre termina en boda.

10 de Noviembre.- Esta mañana, había una gran expectación en el Urania, el lugar en el que se han reunido los Verdes para decidir qué es lo que hacían con su vida después de la fase de sondeos con el Partido Popular austriaco.

Después de haber estado largas horas sentadas las dos comisiones (una con corbata y otra sin, una con mujeres y otra con menos) ¿Se animarían los Verdes a intentar la formación de un Gobierno estable que continúe haciendo de EPR uno de esos sitios de Europa y del mundo en donde todavía merece la pena vivir?

Gran pregunta.

Hasta ahora, todo lo que ha habido han sido „sondeos“. Conversaciones previas, muy exhaustivas (cuarenta horas de reuniones, como decíamos ayer) pero solo eso: conversaciones previas.

Los Verdes, después de haber protagonizado un regreso que, como dijo un presentador de la ORF estos días atrás „solo es comparable al de Lázaro“ (o sea, de quedar fuera del Parlamento a batir su propio récord) han sentido sobre sí la responsabilidad de „reconducir“ no solo su propia situación, sino también la del país.

Después de la fase de sondeo se imponía decidir si lo que habían escuchado los negociadores conservadores les convencía o no.

Y parece que les ha convencido.

Hoy, por unanimidad, y para gran alivio de Kogler, cabeza de los Verdes y del resto de los que han participado en las negociaciones, los Verdes han votado en el Urania que se van a sentar con los conservadores para intentar formar un Gobierno.

Esto no significa, naturalmente, que la coalición esté ya formada ni que no pueda pasar que, después de negociar y negociar y negociar, se vayan las cosas a hacer puñetas (de hecho, si sucede, no hubiera sido la primera vez; hace unos años, el papel que hoy interpreta Werner Kogler, lo interpretó el hoy Bundespresi, Alexander van der Bellen, el cual despues de sentarse a negociar, declinó la formación de un Gobierno con el entonces canciller Schüssel).

De la otra parte del tendido, mañana serán los conservadores los que darán su placet y si lo dan (que es probable que lo den) puede decirse que, al mismo tiempo que las conversaciones en serio, empezarán también las dificultades.

Unas dificultades que en otras partes no han sido insalvables, como demuestran los gobiernos entre Verdes y Populares a nivel regional, pero sí que pueden tener un encaje complicado a nivel nacional.

(Hoy, por cierto, he estado comiendo con un político de una agrupación local de los Neos, y me ha estado explicando cómo funcionan las cosas a nivel municipal y regional; para mí ha sido realmente muy instructivo, darme cuenta de que la política austriaca -y es probable que la española también- sea en realidad como una tarta hecha de capas independientes. Quizá la diferencia fundamental sea que a nivel regional o local cuenten mucho más las relaciones del político con el votante de a pie y menos las consignas, variables por fuerza, que se dictan desde lejanos despachos de Viena)

En fin: una cosa está clara: a Kurz no le va a ser fácil coger la posturita con los Verdes del mismo modo que la tenía cogida con la ultraderecha. Aunque solo sea porque Verdes y ultraderechistas se encuentran en puntos diametralmente opuestos no ya del arco político, sino también casi de la concepción de lo que deben de ser las relaciones entre el Estado y las Personas.

Mientras duró la anterior coalición y como en la canción de Cecilia, en El Ramito de Violetas „Kurz era feliz en su matrimonio, aunque su marido era el mismo…“, pues eso. Sin embargo, es probable que haga falta algún tiempo hasta que Kurz pase de desayunar con unos tipos que hablaban de „concentrar“ a los refugiados a cenar con otros que están por la integración. Y esto solo es un ejemplo.

En cualquier caso, en los pasillos del poder (y probablemente más en la parte de esos pasillos a la que dan los despachos de Kurz y sus colaboradores) hay gentes que dicen que los Verdes no son el mejor aliado posible y que, a pesar de los pesares, habría que darle una segunda oportunidad a la ultraderecha, a la que se le podría dar la ocasión de vender el asunto como un „sacrificio“ por la patria, a modo de salida honrosa.

Que esto sea verdad o tan solo una estrategia para intentar mantener a los Verdes bajo control, es cosa que no es fácil de dilucidar. Solo el tiempo dirá si el nuevo año nos trae, como pasó la vez anterior, nuevo gobierno.


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