¿Por qué los alemanes pueden tener muchos problemas a la hora de ir a un supermercado austriaco? En este post te damos una respuesta que te sorprenderá.
22 de Noviembre.- No falla: di que estoy planchando y me pongo una película o una serie y, en algún momento (sobre todo en las americanas) se produce la siguiente escena. El protagonista, golpeado por el destino de alguna manera, se derrumba en una silla y, en ese mismo momento, otro personaje le dice:
–Möchtest du KAffe?-con acento en la A de Alemania. Y yo, malo de la vesícula biliar:
–¡Se dice KaffÉ! ¡Kaffé! –y claro, los de la tele, a su bola. Es batalla perdida.
El alemán es una lengua extendida y, en el ámbito geográfico en que se habla,toma formas muy diferentes. Dado que las variedades dialectales son enormemente complejas y numerosas, la industria del entretenimiento ha tomado la calle que ocupa la posición central y las películas se doblan a un alemán neutro que, naturalmente, se parece más (demasiado, dirán algunos) al alemán de Alemania que al alemán austriaco –un mercado mucho más pequeño- o al alemán suizo (el cual, de todas maneras, no se parece a nada un pijo, pero eso es otra historia).
Esto se nota sobre todo en que los más pequeños de la casa, particularmente los que más propensión tienen a ver las mierdas que pone la RTL, cada vez utilizan menos palabras austriacas y hablan con ese idioma artificial que solo se practica en los riáliti chóus en donde hay tronistas, gente medio en bolas perdida en cualquier selva (o a veces, tronistas perdidos en cualquier selva) o tipos y tipas encerrados en casas en las que, presuntamente, huele a pies y a gases intestinales que tumba.
El día uno de enero próximo, o sea, dentro de nada y menos, hará un cuarto de siglo que EPR entró en la Unión Europea –nosotros llevábamos ya un rato cuando lo hicieron- y, si bien la relación entre los austriacos y la Unión nuestra es de amor-odio (aunque desde lo del Brexit cada vez hay más amor) ya desde los tratados de adhesión de Austria a la casa común, se puso mucho énfasis en que se defendieran los términos culinarios de la invasión del alemán “piefke”, como aquí se denomina al idioma (vocabulario, más bien) que se utiliza en la tierra de Cruella de Merkel.
La verdad es que la cosa es un poco como escribir en el agua, porque la lengua, al fin y al cabo, la hacen los hablantes y a nosotros, los hablantes, la verdad es que las normas nos dan un poco igual y seguimos, generalmente, la ley del mínimo esfuerzo (“el hombre es un animal vago por naturaleza”, que decía un profesor mío). Aún así, he aquí una lista de términos que, con más o menos éxito, defienden los austriacos y que son, en su mayoría, de uso común en este lado de los Alpes (primero pongo el austriacismo y luego el término piefke)
–Topfen en vez de Quark (ay ese Topfengolatschen! Qué rico que está;los alemanes, si no han estado aquí, no saben ni lo que es)
–Vogerlsalat en vez de Feldsalat (por cierlo ¿A que mola llamarle a los berros “lechuga de los pajarillos”?)
–Grammel en vez de Grieben (los riquísimos torreznos)
–Melanzani en vez de Aubergine (las Aubergines son de obvia procedencia gala, es muy raro que, siendo el alemán austriaco un pastel de galicismos este no haya permanecido; quizá porque los ricos comen pocas berenjenas, con lo ricas que están).
–Lungenbraten en vez de Filet
–Karfiol en vez de Blumen(Helmut)Kohl –lo siento, no me he podido contener
–Ribisel -con acento en la primera i- en vez de Johanisbeeren –esta, francamente, yo la he escuchado en Austria indistintamente.
–Kohlsprossen en vez de Rosenkohl –a mí me suena mucho mejor brotes de col que rosas de col, que me parece un poco hortera, pero cien millones de alemanes (aproximadamente) no pueden estar equivocados.
-Weichseln en vez de Sauer Kirschen
–Faschiertes en vez de Hackfleisch (¿Ves? Por ejemplo yo de esta, del término alemán, no tenía ni idea. O sea, que estoy seguro que vas a una carnicería vienesa y ni saben lo que es).
–Kren en vez de Meerrettich (esta es una cosa a la que te tienes que acostumbrar cuando vives aquí, qué sería de las salchichas sin su mostaza y su Kren, por no hablar de lo sana que es, que tiene tres veces tres más vitamina C que el limón).
–Powidl en vez de Pflaumenmus. Recomiendo a mis lectores que se escuchen esta deliciosa canción y, aparte de aprender alemán, tomarán posesión de un cachito de cultura popular austriaca.
–Obers en vez de Sahne (lo cual no quita para que, en uno de los grandes éxitos de Udo Jürgens, más austriaco que el emperador Paco Pepe, el cantante pida por favor mucha sahne).
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