Lo nunca visto

Es muy curioso que, al mismo tiempo, Austria y España estén abordando nuevas experiencias en lo gubernativo.

30 de Diciembre.- Es muy curioso que, casi al mismo tiempo, España y Austria estén abordando en sus ejecutivos situaciones hasta ahora nunca vistas. En España, por primera vez desde la llegada de la democracia en 1977 habrá un Gobierno en el que se sentarán miembros de dos partidos distintos.

Y será bueno que así sea, al margen de que la experiencia salga mejor o peor (naturalmente, mejor si sale mejor que si sale peor) porque nos quitaremos así de encima una de las herencias más perniciosas de los cuarenta años de dictadura y es la alergia que nos ha quedado a los españoles por todo lo que no sea machaconamente unánime. El nuevo Gobierno (como el nuevo Gobierno austriaco) se va a ver por fuerza en la necesidad de debatir y consensuar. No solo con las otras fuerzas políticas, cuyo apoyo va a necesitar, naturalmente, sino también internamente.

De eso, en Austria sabemos un montón. Aquí, la excepción, históricamente hablando, ha sido que hubiera gobiernos de un solo color y, cuando los ha habido, normalmente han funcionado mucho peor que los de coalición. Y como si quisieran demostrar que va por delante, en Austria no solo van a intentar un Gobierno de coalición (esto lo hacemos nosotros con la punta de la minga, hubiera podido decir Sebastian Kurz -si hubiera sabido lo que significa minga, claro-) sino que van a intentar el más difícil todavía, o sea, hacer un gobierno de coalición „nivel pro“ como dicen los horteras. Es decir, con dos partidos que, en teoría, y sobre el papel, tienen muy poco que ver.

Y sin embargo, a fuerza de hablar y de voluntad, se conoce que Sebastian Kurz y Werner Kogler y todos los que les han ayudado, han conseguido hilvanar un programa conjunto. Del que ya empiezan a conocerse detalles y que ya, aún sin el Gobierno investido y aún sin el apoyo explícito de las bases de los Verdes a lo negociado por el equipo que se ha sentado en el Winterpalais del distrito uno, ha empezado ya a levantar ampollas en la ultraderecha y, sobre todo, ampollas en el que se ve a sí mismo como el principal damnificado de todo esto que, para cualquier persona imparcial, no son más que buenas noticias: el exministro ultraderechista Herbert Kickl.

Pero vayamos por partes.

Lo que levanta más curiosidad en el paisanaje es saber qué van a recibir los Verdes a cambio de su apoyo. Y ya se van sabiendo detalles.

Parece ser, a falta de confirmación oficial, que los Verdes van a recibir un superministerio de protección contra el cambio climático (Klimaschutz). Al mando, se baraja el nombre de Leonore Gewessler. Este Superministerio se va a crear aunando las competencias de los antiguos Ministerios de Infraestructuras (el que llevaba Hofer) Energía, Tecnología e Innovación.

Sin embargo, el que ha hecho que casi le explote la cabeza a Herbert Kickl ha sido el Ministerio de Justicia. Parece ser que este Ministerio también va a ir a parar a los Verdes. Esto solo puede significar un cambio de paradigma (un giro copernicano) en un tema que a los austriacos les preocupa mucho: la emigración. El nombre que se baraja es el de la prestigiosa doctora en derecho Alma Zadić. Según Herbert Kickl -al que madruga Dios le apoya- el objetivo es terminar con la política de „centros de deportación“ del anterior Gobierno, que tan buenos resultados había dado (según él, claro) y sustituirla por una política de integración, palabra que a la gente como el exministro hace que le salga urticaria.

De momento, y a falta de que los partidos presenten su programa, nada se sabe a propósito de esto.

Parece ser que los Verdes van a recibir también el Ministerio de Cultura y/o Ministerio de la Mujer y también un Ministerio de lo Social.

Lo que sí que va a ser este nuevo Gobierno es un Gobierno en el que (!Por fin!) va a haber el mismo número de mujeres que de hombres, que ya iba siendo hora. El turquesa, si bien se mira, es un azul que tira a verdoso. Igual, sus nuevos compañeros incluso consiguen que Kurz, por fin, empiece a hacer las cosas como Dios manda.


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