Bronca en el Parlamento austriaco

No, no me he equivocado de foto, verán luego por qué

Hoy se han aprobado las nuevas leyes del coronavirus en un debate tan bronco que la presidencia se ha visto obligada a intervenir. Menos mal que también ha habido un poco de cotilleo.

23 de Septiembre.- Hoy, el pleno del Parlamento austriaco ha celebrado su primera sesión después de las vacaciones.

Pleno monográfico para que el Gobierno aprobase el nuevo paquete legal contra el coronavirus que ha sustituido a aquellas piezas legislativas que derogó el Tribunal Constitucional.

El flamante grupo de leyes ha sido aprobado con los votos mayoritarios de los dos partidos en el Gobierno (Populares y Verdes) más los votos del Partido Socialista. El resto, especialmente la ultraderecha, ha puesto al Gobierno a caldo en un debate que ha sido bastante bronco.

En una semana, por cierto, será el primer aniversario de las elecciones que expulsaron a la ultraderecha austriaca del poder y cuyo resultado dio lugar a la coalición que nos gobierna actualmente.

A cualquier persona con dos dedos de frente le salen ronchas al pensar en lo que podría haber sido esto si no hubiera habido vídeo de Ibiza y escándalo consiguiente. Quizá recuerden mis lectores aquel maravilloso debate en el Parlamento austriaco en el que asistimos al hecho inaudito de que una Ministra de Sanidad (por supuesto, del FPÖ) defendió el derecho de los austriacos a fumar en donde les saliera del Anacleto. Vamos, el sueño de Philip Morris.

En la misma línea, Herbert Kickl, una de las dos cabezas de la ultraderecha austriaca, exministro del interior de aquel Gobierno, ha hecho todos los méritos posibles y algunos más para buscar el voto de los que piensan que el coronavirus a) „es una mala gripe y ya“ o, b) directamente, que no existe. O el de los de c) „jo, seño, para qué me quiero poner la mascarilla con lo que pica“.

Para definir al Gobierno (y no deja de tener su gracia) Kickl, ha utilizado un sustantivo que se acuñó irónicamente cuando Haider, a principios de este siglo, elevó al FPÖ austriaco -un partido que, antes, era bastante marginal- a las alturas del poder.

En aquel momento, fue la comidilla de Austria -y de parte del extranjero- la afición de Haider por rodearse de muchachos jóvenes, dinámicos y de abdominales pétreos (a uno, Grasser, le hizo incluso Ministro). A esta afición de Haider por la belleza en general y por la belleza masculina en particular, se le llamó „Feschismus“, afortunado juego de palabras entre „Fesch“ (guapo) y „Faschis…“ y lo que sigue, que ya saben mis lectores lo que es.

Es poco probable que a Kickl, dados sus antecedentes, le moleste el „ismus“. Se supone que él iba más por acusar a Sebastian Kurz de estar Gobernando a la ciudadanía por su cara bonita, sin mayor talento.

Kickl ha dicho, entre otras lindezas, que es un acto de defensa (Notwehr) el rechazar las leyes que el Gobierno ha llevado al parlamento. También ha presentado una moción de confianza, que él sabe que no encontrará mayoría suficiente en la cámara y en la mejor tradición de los malos de los dibujos animados ha dicho:

-!Todavía no! (pero la encontrará algún día).

Naturalmente, para halagar al negacionismo y al „no-es-para-tantismo“ de toda laya, el ultraderechista ha hablado de la „estrategia del miedo“ del Gobierno y bloblobló.

También ha dicho que no entiende cómo el Gobierno no sigue la estrategia de Suecia (de no hacer nada, se entiende) si tan fan es de otra sueca, Greta Thurnberg (al negacionismo sobre el corona se ha sumado otro negacionismo, el del cambio climático, porque en esta casa, señora, tenemos de todo y nada bueno).

Puestos a negar, Kickl ha mandado también señales a los antivacunas, diciendo que la del coronavirus será un „experimento irresponsable“ (ya se sabe, que entre Bill Gates y Soros nos van a introducir un microchip para que podamos conectarnos a la wifi sin necesidad de antena).

Tras esto, Herbert Kickl se ha venido arriba y ha empezado a echar por su boca sapos y culebras, de manera que la segunda presidenta del Parlamento, señora Doris Bures, le ha tenido que llamar la atención.

A pesar de haber colaborado en que las leyes nuevas se aprobaran, Pamela Rendi-Wagner, jefa del Partido Socialista austriaco ha sido también crítica con la actuación del Gobierno, aunque naturalmente, sus críticas, comparadas con las de Herbert Kickl se han quedado un poco pálidas (Pamela Rendi-Wagner es un poco „señorita Pepis“ para sus cosas) .

Según la socialista, la cosa -del coronavirus- no va bien y el Gobierno ha dilapidado negligentemente (Fahrlässig) la ventaja que el país tenía en primavera, de manera que ha abordado tanto el turismo de verano como el principio de las clases improvisando de mala manera. De cualquier forma, Rendi-Wagner ha dicho que la reparación de la ley era necesaria („manque“ apresurada, como dijo aquel) y aunque la ley antigua era mala, los socialistas la votaron por responsabilidad política.

Rendi-Wagner también ha querido diferenciarse de los Neos, acusándoles, al no votar la ley nueva, de irresponsables y de rendirse a la táctica política.

Y mientras que los políticos austriacos andaban diciéndose de todo menos guapos, la comidilla de Austria era una boda que se ha celebrado en la localidad de Schrems, en la comarca de Gmünden (Austria profunda; preciosa, qué duda cabe, pero profunda).

Di que entre los invitados a este enlace ha cundido el coronavirus y hay ya 15 personas que están aquejadas de este mal que nos lleva fastidiando todo este 2020.

¿Y por qué, señor Paco, es esto la conversación de Esta Pequeña República? Pues porque la boda era turca (ya se sabe que los turcos son muy de casarse a lo grande) y las lenguas de doble filo afirman que al convite acudieron nada más y nada menos que setecientos invitados:

-!Estos turcos! -dicen dichas lenguas de doble filo- montarían un fiestón y así, claro, cómo no va haber infectados.

Tanto la feliz pareja -que se habrá llevado, probablemente, el disgusto de su vida- como la ciudad de Schrems han negado que hubiera 700 invitados al enlace y han defendido que en todo momento actuaron conforme a las leyes -este humilde cronista, como cualquier persona con sentido común, sabe que aún siguiendo las leyes es posible contagiarse-. Parece ser que el sitio en donde se celebró la boda era propiedad de la ciudad y que se reservó plaza no para setecientas personas, sino para menos de la mitad.

También hay que recordar que las bodas son eventos privados y que, como tales, no estaban sujetos a las reglas que regían y rigen para los acontecimientos públicos.

https://www.facebook.com/Vienadirecto/videos/628432201198193/

Publicado

en

,

por

Etiquetas:

Comentarios

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.