Cambio de juego en Austria

Un pulso de la máxima tensión – una ordenanza fundamental para la vacunación en Austria – cambio de juego: ¿Una victoria del negacionismo?

27 de Enero.- Si, por lo que sea, no tienes ganas de leer, Lupe, nuestra locutora virtual, te hará el trabajo con mucho gusto. Es una lectora muy inteligente y con una preciosa voz. No tienes más que darle al play.

UN PULSO CON LA MÁXIMA TENSIÓN

En estos momentos la Unión Europea mantiene un pulso de máxima tensión con la farmacéutica sueca AstraZeneca.

Resumiendo, estos son sus términos: la semana pasada la farmacéutica dijo que iba a entregar muchas menos vacunas de la cantidad a la que se había comprometido. Ni más ni menos que un sesenta por ciento menos. Naturalmente, la Unión Europea le recordó a la empresa farmacéutica que había un contrato de por medio. Un contrato que no es, ni más ni menos, que uno de los pilares a los que la Unión Europea fía la recuperación económica.

Según han ido pasando los días, la situación se ha ido haciendo más y más tirante y las posiciones más y más contrapuestas.

Hasta llegar al día de hoy, en donde, a falta de ruedas de prensa de políticos aborígenes, los medios austriacos han seguido casi en tiempo real los avatares por los que ha pasado la reunión entre representantes de la farmacéutica y representantes de la Unión Europea. Una reunión que, en el transcurso del día, se ha cancelado y se ha vuelto a convocar.

¿Cuáles son las posturas? AstraZeneca dice que no entregará la cantidad pactada porque las fábricas que producen su vacuna no están teniendo el rendimiento que se suponía. Que ellos se habían comprometido por contrato a un „best effort“ o sea, a hacer lo posible, pero que al haber menos producción tenían que servir a otros clientes: o sea, y aquí viene la madre del cordero, a Gran Bretaña.

AstraZeneca ha dicho que „la Unión Europea pretendía que entregásemos al mismo tiempo que a los británicos cuando los británicos habían firmado el contrato tres meses antes“.

En la Unión Europea ha cundido la indignación. Lo del „best effort“, según su versión, había sido cuando la vacuna estaba todavía en desarrollo. Para probarlo, pide a AstraZeneca que haga público el contrato que firmaron (por lo visto, la Unión no puede hacerlo por su lado). La Unión Europea argumenta además que adelantó 336 millones de Euros para el desarrollo de la vacuna y que, desde octubre, AstraZeneca hubiera tenido tiempo, perfectamente, para producir la cantidad de vacuna necesaria para cumplir lo pactado.

El pulso es durísimo y los nervios están a flor de piel. Es una batalla por el dinero, pero también es una batalla por el prestigio. En la Unión Europea vamos, en porcentaje de vacunados, ampliamente por detrás de Israel o de Gran Bretaña.

UNA ORDENANZA FUNDAMENTAL

Mientras la vacuna llega o no llega, hoy se ha aprobado una ordenanza fundamental. A partir del 1 de Febrero, los médicos de familia estarán autorizados a inmunizar a la población. Esto se hace, naturalmente, porque, al ir bajando por la pirámide de edad, es previsible que aumenten las necesidades de vacunadores, al aumentar también la población a vacunar.

Hasta ahora, la prioridad de vacunación la han tenido las personas a partir de ochenta años (cumplidos) y los residentes en hogares para ancianos y residencias de personas dependientes.

A partir del uno de febrero se incorporan a la población de vacunación prioritaria los mayores de 65 años, siempre que se encuentren en los grupos de riesgo dispuestos. También las personas dependientes que no vivan en residencias y sus cuidadores, así como las personas que convivan en el mismo domicilio con una embarazada. Esta ordenanza entra mañana en vigor y estará en vigor hasta septiembre.

El objetivo es que los mayores de 65 años estén vacunados en marzo. Veremos a ver.

EL NEGACIONISMO OBTIENE UNA VICTORIA

El llamado Business English es una especie de engendro que solo formalmente tiene que ver con el precioso idioma de Chéspir y de la reina de Inglaterra y mucho con la manera que tienen los locutores deportivos de destripar la lengua (cualquier lengua).

Quizá sea porque, como sucede con los locutores deportivos, el Business English lo utiliza mayormente gente que no tiene el inglés como lengua materna y que, además, el poco inglés que sabe lo tiene cogido con alfileres. Otra vez: como todos los locutores deportivos en cualquier lengua, incluyendo la suya materna.

Como en el lenguaje deportivo, suele suceder que en el Business English, como el burro flautista de la fábula, invente o desentierre alguna metáfora más o menos afortunada. Al escucharla, otros burros (sin flauta esta vez) se emocionan, y no hacen más que repetirla. Y así, andan esas reuniones de Dios llenas de „extra miles“ y, últimamente, de „gamechangers“.

En el lenguaje de los ejecutivos que utilizan el inglés para sus tratos, suele hablarse de „cambios en el juego“ cuando se introduce alguna circunstancia nueva que cambia las posiciones relativas de los participantes en un trato.

Las personas humanas que hablan alemán, como le sucede a gran parte de nuestros conciudadanos, suelen utilizar términos ingleses en crudo (muchas veces inventados) para prestigiar las cosas que dicen (por cierto, sucede también con bastantes hablantes latinoamericanos de clase media que quieren pasar por lo que no son).

Así, por ejemplo, para el canciller Kurz, supuso un cambio en la partida que estamos librando contra el coronavirus la aparición de las primeras vacunas. Una circunstancia disruptiva.

Como si se tratase de un partido cualquiera, pongamos del Alavés contra el Atlético de Bilbao, Sebastian Kurz quería decir que nosotros, el Alavés, por ejemplo, íbamos perdiendo en „la primera mitad“ pero que, gracias al tesón de los científicos, nos habíamos „echao palante“ e íbamos a „remontar el marcador“.

Hoy se ha producido un cambio muy sutil aunque importante y, a mi juicio, un tanto peligroso, en la lucha de la sociedad austriaca contra el coronavirus. Un auténtico cambio de juego. Y repito: no para bien.

Este domingo está convocada en Viena la enésima manifestación negacionista y contra las medidas de contención del coronavirus.

Hasta ahora, nadie medianamente serio ha acudido a estas manifestaciones. Nadie con una cierta proyección pública. Y los que han acudido, como Strache, el ex vicecanciller, lo han hecho porque, obviamente, tienen la reputación tan tocada que ya no tienen nada que perder.

Sin embargo, a la manifestación convocada este domingo va a asistir nada más y nada menos que Herbert Kickl, una de las dos cabezas de la fracción parlamentaria de la ultraderecha austriaca (el FPÖ). Los convocantes de la manifestación le han pedido que diga unas palabras. Aunque, conociendo al personaje, casi es más probable que él haya accedido solo con la condición de decir unas palabras.

Desde que empezó la crisis, la ultraderecha populista lleva intentando puntuar utilizando el coronavirus con una masa de votantes a la que siente que no llega utilizando los antiguos argumentos de miedo a la inmigración y demonización de los extranjeros. No es un cambio de tercio tan brusco como pudiera suponerse, porque debajo de la lucha contra la supuesta arbitrariedad de las medidas del coronavirus y la refutación de la mera existencia de la pandemia, hay muchos temas que han sido la „piéces de resistance“ de la ultraderecha durante todo el siglo XX. Por ejemplo, el antisemitismo en su enésima reencarnación (diatribas contra Bill Gates, Soros y tutti quanti).

¿Por qué Kickl asistirá ahora a esta manifestación y no a las de antes? Herbert Kickl tiene un gran talento para la publicidad y, en mi opinión, quería asegurarse de utilizar una ocasión en donde el baño de multitudes estuviera asegurado (en la última manifestación negacionista, por cierto, se importaron asistentes desde Alemania y estuvieron presentes destacados líderes de la extrema derecha austriaca, como el jefe de los Identitarios).

Por el lado científico y, con la que está cayendo epidemiológicamente hablando, naturalmente no hay nadie con un mínimo de seriedad que se preste a estas historias. A falta de oradores aborígenes, parece ser que hablará en la marcha el polémico biólogo alemán Sucharit Bahkdi.

Bahkdi, en cualquier caso, es un viejo conocido del público austriaco, gracias a sus apariciones en Servus TV, la cadena de televisión del dueño de Red Bull (y notorio simpatizante del FPÖ).

La línea editorial de Servus TV supone una excepción en el panorama mediático austriaco. Su apuesta está muy clara: puntuar entre esa parte de la población que no acepta la realidad de la situación que estamos viviendo.

Lo cierto es que los acontecimientos pueden llevar a esta cadena de televisión a una situación un poco incómoda.

Por ejemplo, relacionada con esta manifestación.

Como saben los lectores de Viena Directo, los negacionistas han abandonado las redes sociales más corrientes (Facebook e Instagram) dada su rigurosa política contra las noticias falsas.

Se han pasado a Telegram, que es un servicio de mensajería que los partidarios de Trump utilizaban (y utilizan) con profusión. En grupos de Telegram ha corrido un mensaje según el cual Servus TV estaría detrás de la manifestación del domingo o que la vería con buenos ojos por lo menos (no sería extraño que así fuera, dada la línea editorial de la cadena).

Sin embargo, dados los últimos asistentes y, sobre todo, el potencial extremista que se oculta en estas manifestaciones, Servus TV no ha tardado en emitir un comunicado en el que se distancia de la manifestación y de los manifestantes. Es una lástima que no parece que vaya a distanciarse del negacionismo.


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