Libertad de información y transparencia en Austria

En Austria, como quien no quiere la cosa, ha pasado una cosa importantísima para la vida de los ciudadanos – Danielle Spera da su testimonio sobre su enfermedad

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Danielle Spera da testimonio sobre su enfermedad

Tal día como hoy hace un año, la Organización Mundial de la Salud declaró que la CoVid-19, la enfermedad producida por el nuevo coronavirus, era una pandemia.

La semana que viene, más concretamente el día 25, se cumplirá también exactamente un año desde que se detectaron en Austria, en un hotel de Innsbruck, los dos primeros casos confirmados de coronavirus.

Desde entonces, han muerto en Austria 8346 personas a causa de esa enfermedad que, según algunos, no es para tanto. En las últimas veinticuatro horas, por cierto, 36 nuevos fallecidos se han añadido al siniestro recuento.

A pesar de esta cifra de fallecidos, hay todavía mucha gente que no se deja impresionar y que se muestra pertinazmente inmune a la influencia del sentido común. Gracias a Dios, parece que los negacionistas puros han ido perdiendo terreno con el paso de los meses y han ido dejando paso a los „no es para tantistas“, que no sabe uno qué será peor.

Por eso es tan importante que personas con una cierta relevancia pública que han pasado la CoVid hablen no solo de los síntomas sino de las secuelas que aún sufren.

Hace días, Chris Lohner, una locutora famosísima en Austria (tan famosa que todos la oímos todos los días, porque su voz melodiosa es la de los ferrocarriles austriacos) explicó que había pasado la CoVid y que había estado malísima, y tan mala había estado que se sentía en la necesidad de explicar su experiencia.

Hoy ha sido otra mujer muy conocida la que ha tomado la palabra.

Se trata de Danielle Spera.

Hoy, el Gobierno ha convocado una conferencia de prensa para hacer balance de lo que ha supuesto este año de coronavirus en Austria. En su transcurso, Danielle Spera ha explicado su experiencia.

Spera, para aquellos de mis lectores que vivan fuera de Austria o que hayan llegado recientemente, era una de las presentadoras de las noticias de Austria. Con su estilo sobrio, nos contaba todos los días lo que pasaba por el mundo. Hace unos años, dejó su puesto frente a las cámaras y ahora es la directora del Museo Judío de Viena, que está en la Dorotheagasse (un museo, por cierto, muy curioso, particularmente su segunda sede en la Judenplatz).

Danielle Spera y su marido enfermaron de CoVid y, según ella misma ha explicado, sus síntomas no fueron demasiado graves. Al principio. Se contagiaron en un avión y los dos tuvieron que pasar varios días en el hospital. Ella, cuatro días y su marido, entre unas cosas y otras, diez. Fiebre, dolores y, claro, los síntomas neurológicos. Sobre todo la pérdida del olfato y del gusto. Hace dos meses que los perdió y aún no los ha recuperado. Y los médicos no saben cuándo los va a recuperar (o si los va a recuperar).

Spera también ha dicho lo que sabemos todos: y es que no es cuestión de edad. Su hija, de veinticuatro años, se contagió en los Estados Unidos y también lo pasó muy mal. De momento, los científicos saben demasiado poco sobre los factores que hacen que una persona tenga síntomas graves y otra se muera.

Por eso, es tan importante la prevención. Yo estoy seguro de que hemos dejado atrás lo peor, tenemos la vacuna, pero aún nos quedan algunos meses para que se calme la situación.

En estos días pienso mucho en que Viena llegó al final de la última guerra mundial relativamente incólume, pero en uno de los últimos bombardeos se quemó la Ópera y las personas que vivían en el edificio que hoy es el monumento que recuerda a las víctimas del fascismo no vieron el final de la contienda por unos meses. Solo por unos meses. O sea, que no hay que relajarse y recordar que, como suele decirse, hasta el rabo todo es toro.

Libertad de Información en Austria

Algún día, no muy lejano, toda esta crisis será un recuerdo. Y hoy, sorprendentemente, los dos partidos de la coalición se han puesto de acuerdo para algo que nos afectará a todos bastante. Se trata de la nueva ley de libertad de información. El punto más sorprendente es que, cuando la ley (la cual entrará dentro de poco en fase de dictámen jurídico) esté en vigor también las decisiones del Tribunal Constitucional austriaco serán transparentes. Hasta el momento, las votaciones de los trece jueces (más el presidente) que componen el órgano que es la cúspide del sistema judicial austriaco son secretas. En el futuro, si un juez del Constitucional vota en un sentido diferente a la mayoría, podrá hacer públicos sus argumentos para hacerlo y esta argumentación se podrá incluir en la decisión del constitucional que se haga pública.

Podrá hacerlo, por cierto, pero no estará obligado a ello.

El Tribunal Constitucional austriaco, por su estatuto de última instancia, se ve obligado a tomar siempre decisiones muy polémicas. Por mencionar algunas: fue el alto tribunal austriaco el que obligó a repetir las últimas elecciones presidenciales, el que aprobó el matrimonio igualitario o falló en contra de la ley que prohibía que las niñas se cubrieran la cabeza en la escuela por motivos religiosos.

También se establecerá un plazo de obligatorio cumplimiento para que un miembro del Gobierno pase a ser miembro del tribunal constitucional. El cambio no podrá ser directo, como sucedió con el antiguo ministro de justicia Wolfgang Brandstetter.

Ya, dirán los lectores, pero esto es alta política ¿A mí que me importa?

Es que la ley incluye otros puntos de mucha importancia para regular la relación entre el ciudadano y la administración.

Por ejemplo:

-El secreto administrativo se deroga de la constitución y se establece un derecho al acceso a la información. Actualmente todo es secreto y solo es público una pequeña parte. A partir de que entre en vigor la ley todo, por principio, será público y solo algunas informaciones (las que afecten a la seguridad nacional) serán secretas.

-Estarán obligados a esta transparencia los órganos legislativos, la administración en todos sus niveles, los tribunales de cuentas, la fiscalía del estado y las empresas que estén controladas por el tribunal de cuentas (con excepción de aquellas que coticen en bolsa, que tienen otros mecanismos de control).

-A partir de que el Estado tenga en una empresa más del 25%, esa empresa podrá ser fiscalizada por el tribunal de cuentas (ahora, el capital mínimo es el 50%). Eso también significará que los ciudadanos tendrán acceso a esa información.

-Las informaciones „de interés general“ o sea, estudios o dictámenes o valoraciones, deben ser hechos públicos de forma proactiva, y eso a partir de un valor de cienmil euros. Se va a crear un registro central de información.

-Las informaciones deberán ser entregadas a los ciudadanos gratis y en un plazo máximo de entre cuatro y ocho semanas como máximo.

La ley en la que todas estas cosas (avanzadísimas) se consagararán deberá estar aprobada antes del verano próximo. La Ministra Karoline Edtstadler ha dicho que la libertad de información es un pilar de la democracia, y tiene mucha razón.


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