El caso Leonie

En los últimos días, en Austria no se habla de otra cosa. El caso de una joven de Tulln asesinada en Viena presuntamente por varios hombres afganos ha provocado un terremoto en la opinión pública.

2 de Julio.- Madrid, Junio de 1933. Aurora Rodríguez asesina a tiros a su hija, Hildegard Rodriguez, conocidísima (y jovencísima) política de izquierdas.

Con lo que sabemos ahora, podemos decir que Aurora Rodríguez era una esquizofrénica gravísimamente eferma que había matado a su hija en el curso de un delirio.

El caso, sin embargo, levanta en la España de la época un considerable torbellino. Los medios se ocupan de él con fruición. Particularmente los medios de derechas que consideran que Aurora Rodríguez ha matado a su hija porque las ideas de izquierda son esencialmente malignas.

El juicio del caso se programa para 1934, justo en el momento en el que varios miembros del Gobierno y militares van a ser juzgados por su participación en un caso famoso de corrupción.

Los medios avivan la llama del caso de asesinato proporcionando todo tipo de detalles morbosos (por ejemplo, insinuando una relación incestuosa entre la madre y la hija) hasta que el juicio contra Aurora Rodríguez se convierte en un juicio a las ideas progresistas de su hija muerta, Hildegard, y en el ideal de mujer que representaba.

Convenientemente, el juicio contra Aurora Rodríguez desvía la atención pública del juicio auténticamente importante: aquel al que se somete a miembros del Gobierno.

(…)

VUELTA AL PRESENTE

En los últimos días en Austria no se habla de otra cosa.

Hace algunos días, se encontró el cadáver de una chiquilla de 13 años en Viena, apoyado contra un árbol. Los padres de la chiquilla tardaron todavía algunas horas en reconocer el cadáver y ponerle un nombre: Leonie.

Desde entonces, se han ido acumulando espantos sobre el caso.

La hipótesis más aceptada hasta el momento es que Leonie fue primero brutalmente maltratada sexualmente y después asesinada entre, por lo menos, cuatro personas. Cuatro hombres, afganos, que ya habían tenido problemas con la ley desde que llegaron a Austria y que, si no habían sido expulsados del país, ha sido porque habían interpuesto recursos contra esas órdenes de expulsión.

El caso cuenta con todos los ingredientes necesarios para convertirse en uno de esos que atraen la atención pública. Y más la atención pública centroeuropea. Violencia, sexo y, sobre todo, violencia y sexo enlazados con solicitantes de asilo y refugio que, además, vienen de Afganistán.

La última noticia, por cierto, es que uno de los cuatro sospechos, el más joven, afirma haber sido la pareja de la muchacha de trece años. El muchacho afirma (y será fácil comprobarlo con la autopsia de Leonie) que les dieron una bebida que, presuntamente, contenía éxtasis líquido y que, cuando despertó, su novia ya estaba muerta.

Entre tanto, también, la prensa se preocupa de la propia biografía de la víctima. Una muchacha al parecer problemática que sus propios padres afirman haber tenido dificultades para manejar.

UN PAÍS CON EL ALMA EN VILO

El que ha dado en llamarse „Caso Leonie“ tiene a Austria con el alma en vilo (no es para menos) y se ha convertido en pasto de medios sensacionalistas y en carne de „clickbait“. Especialmente entre aquellos periódicos dirigidos a las capas más vulnerables de la población, o sea, las de expediente académico más justito. Los que ayer decían que el coronavirus era una mentira urdida dentro de un plan para conquistar el mundo, hoy piden la cabeza de quien sea y si es extranjero y practica la religión musulmana, mejor.

Como yo sé que los lectores de Viena Directo no se conforman con pasar por la superficie de las cosas, me gustaría mencionar otras dos noticias que se han producido justo al mismo tiempo que el asesinato de esta adolescente y que, aparentemente, no están relacionadas con él..

La primera ha sido la comparecencia de Sebastian Kurz en la comisión de investigación parlamentaria que indaga sobre los oscuros manejos de la coalición anterior. Las sospechas contra el canciller son gravísimas. No solo como conocedor de esos tejemanejes sino también como propiciador de los mismos.

Al conocerse el caso Leonie (que no es, por cierto, el primer caso de las mismas características) varios miembros del Gobierno se sintieron acometidos por una gran actividad y convocaron ruedas de prensa para dar a conocer no solo las poquísimas noticias que se sabían sobre el caso en aquel momento, sino sobre todo para anunciar medidas más duras contra aquellos refugiados que cometan delitos (santo y bueno, hasta ahí podríamos llegar) sino también para anunciar sendas reuniones con sociólogos, psicólogos y criminólogos en las que se insistía en el estereotipo del refugiado inadaptado y con propensión a hacer el mal.

Naturalmente, todas estas noticias y estas declaraciones, relacionadas con un caso que tenía garantizada la atención pública, amortiguaron mucho el eco de la comparecencia de Sebastian Kurz quien, de todas maneras, parece que tendrá que enfrentarse a un proceso judicial a la vuelta del verano relacionado con la corrupción.

Los medios „serios“ (Kurier, Standard, Die Presse) han informado de forma muy comedida a propósito de este crimen, como suele suceder en situaciones similares.

La crónica de sucesos, en general, fuera de halagar las bajas pasiones del público, informativamente resulta un tema de bastante poca sustancia. El crimen, y más un crimen lumpen, como es este, no resulta un tema que permita extraer conclusiones generales a propósito, por ejemplo, de la situación de Austria en lo tocante a la criminalidad.

Ni siquiera permite sacar conclusiones generales sobre los valores imperantes en una parte de la población, las personas que viven en Austria procedentes de Afganistán o de otros países de la zona, las cuales, para los medios, viven en una caja opaca, de donde solo las sacan los crímenes o situaciones similares.

Personalmente, por ejemplo, yo conozco a un grupo numeroso de sirios y afganos que se han integrado en Austria perfectamente, que hablan alemán mejor que yo y que ejercen su trabajo sin el menor problema, más allá que el de tener que toparse con ciertos energúmenos y luchar contra el racismo estructural que reina en todas las sociedades occidentales.

Son ellos, la inmensa mayoría de peticionarios de asilo y refugio honrados, gentes con sus niños, con sus casas, con sus trabajos, con sus vidas, los que resultan auténticamente damnificados por este tipo de noticias.

Sin embargo, también es obvio que una noticia como esta (quien más quien menos tiene a una muchacha de la edad de Leonie en su entorno cercano, quien más quien menos puede sentirse identificado con los padres) puede ayudar a levantar las estadísticas de visitas de unas webs que han perdido o están a punto de perder, el tema informativo del siglo: la pandemia de coronavirus.

Con relación a esto quisiera mencionar otra noticia que se ha publicado esta semana. El Gobierno austriaco, según un estudio, financia la prensa de forma „arbitraria“ no son palabras mías, sino del estudio, dándole dinero de manera „desproporcionada“ (otra vez, el estudio) a los periódicos sensacionalistas que son, casualmente, los que le están echando un capote (los amigos están para las ocasiones).

La pobre muchacha muerta, los cuatro desalmados ,no hubieran podido nunca imaginar que su influencia sería tan grande en el devenir de un país.


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