Volver a casa

¿Cuándo un país que no es el tuyo de nacimiento se convierte en tu casa? ¿Qué hay que hacer para que lo sea? ¿No querer volver „a la base“ es una traición? Revisemos la cuestión.

8 de Agosto.- Los amigos son esas personas con las que uno puede pensar en voz alta.

El otro día, en uno de los grupos en los que confluyen los españoles que viven en Austria, se suscitó la cuestión de volver „a casa“. O sea, a España.

¿Volverías? ¿No volverías? Naturalmente, las respuestas fueron variadas. En mi caso, la respuesta está clara: no hay casa a la que volver porque Austria, gracias a Dios, es mi casa. No lo dije con estas palabras, pero creo que el sentido general era ese. Por lo demás, pienso que, pasado un tiempo, el mero pensamiento de volver a España es ocioso, por no decir que es irreal. No se puede volver a un lugar que ya no existe en la forma en la que nosotros lo conocíamos. Yo llegué a Austria en el año 2005 y aquella España quedó absolutamente dinamitada por la gran recesión de 2008. Por si aquella no hubiera sido poca cosa, ahora el coronavirus ha vuelto a hacer que España ya se parezca muy poco al país que yo dejé a principios de este siglo.

Esta manera de ver el asunto, tan racional y tan poco sentimental, le resultó bastante cruda a por lo menos dos de los participantes en la conversación cuyas aspiraciones, por lo poco que yo pude interpretar, se cifran en escapar de este infierno que es Austria para ellos y volver a toda costa al calor de sus familias.

Yo traté de explicarles algo que también creo a pies juntillas y es que a los emigrantes la familia nos quiere mucho, naturalmente, pero que nos lo demuestran más porque nos ven relativamente poco y eso hace que tendamos a la sobreactuación. Traté de hacerles entender que, si volvieran a España, pasada la novedad del primer mes, las cosas volverían a su cauce y se darían cuenta de que en España probablemente hace el mismo frío que ahora sienten en Austria.

De manera bastante condescendiente, se compadecieron de mí. Pobre, venían a decir, que tu familia no te quiere (o tú no quieres a tu familia). Era también una manera de echarme en cara mi comportamiento o mi sentir „tan poco español“. Porque, junto con el tomate frito Apis, que es un jugo que nos corre por las venas, los españoles nos caracterizamos por lo visto por pensar que como en España no se vive en ninguna parte del planeta (ergo, vivir en cualquier otro sitio es un castigo y un destierro) y por pensar que, dentro de España, el sitio mejor es aquel en donde está nuestra familia más próxima la cual, por supuesto, nos falta como el aire que respiramos.

Esta conversación y los términos en los que se desarrolló, hicieron que yo me sintiese una especie de persona despiadada y sin sentimientos, en contraste con las personas que me rebatían los argumentos, que representaban el famoso adagio de Belén Esteban: „Yo por Andreíta ma-to“.

Pues bien: di que el viernes pasado quedé con mi amigo Daniel Utrilla (entre los diseñadores industriales, la octava maravilla) y ante sendos „menuses“ del macdonalds le abrí mi corazón. Exponiéndole mis dudas sobre si mi víscera cardíaca había sido sustituida en los últimos quince años por un trozo de basalto y/o pedernal.

Dani, de cuyo criterio me fío mucho, me tranquilizó, pero como es muy inteligente, me explicó su hipótesis a propósito del parecer de las dos personas que estaban deseando volver a España.

Cuando, por lo que sea, no hablas alemán (por pereza o, simplemente, porque se te dan mal los idiomas), cuando no puedes tener acceso a tener amistades locales (eso que yo llamo „aborígenes“), vivir en Austria se te tiene que hacer muy cuesta arriba. Natural que quieras volver.

Eso que a mí me parece tan evidente, que es el esfuerzo que empecé el día 11 de Octubre de 2005 para convertir Austria en mi casa, y del que este blog es una parte nada despreciable, no está al alcance de todo el mundo.

Me hizo ver que enfrentarse todos los días a un entorno hostil por incomprensible debía de ser una cosa que naturalmente tenía que hace que España, en la distancia, fuese un oasis de paz.

Reflexionando, también llegamos a que, cuando vives en una burbuja española o hispanohablante (como les pasa, por ejemplo, a muchas personas que han venido a Austria por trabajo o como funcionarios) las relaciones tienden a convertirse en bastante claustrofóbicas (al fin y al cabo ¿Qué clase de persona le volvería la espalda al país en el que vive, empecinándose en no querer aprender su idioma o, por lo menos, no querer intentar apreciar todo lo bueno que el país le pueda ofrecer?) y se convierten, cómo no, en un argumento más para querer volver a un país que (¿Lo había mencionado ya?) no existe.


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Comentarios

2 respuestas a «Volver a casa»

  1. Avatar de Eugenia
    Eugenia

    Yo fui de las que dijo lo contrario… Austria es mi casa.
    Ya llevo más años trabajando en Austria que en España, mis hijas han nacido aquí, mi casa (con su respectiva hipoteca) está en suelo austríaco…
    Ya hay palabras (sobre todo técnicas) que me salen en alemán antes que en español. ????‍♀️
    Cierto es que no voy a ser austríaca nunca, ni falta que me hace, aspiro a que mis hijas sean ciudadanas del mundo y que conozcan el idioma y la cultura española tan bien como la austríaca.

  2. Avatar de Андрей

    En Budapest el alojamiento es barato pero en Viena es bastante caro, por lo que en este tipo de viaje la clave es compensar. Nosotros por segunda vez nos decidimos alquilar por airbnb ya que al coger apartamento con cocina nos compensa en el tema de los desayunos y las cenas en la casa. Tambien por que nos salia mejor que hoteles, pero como todo, depende del presupuesto y tipo de viaje.

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