Uno de los trabajos más deseados de Austria cambia de manos

Hoy ha terminado una era. Después de quince años, uno de los puestos más deseados del Estado austriaco ha cambiado de manos. Qué va a pasar ahora.

10 de Agosto.- Se puede decir que las sociedades son como los cuerpos. De manera que lo mismo que nosotros tenemos dos ojos en la cara y unas manos que nos ayudan a saber si estamos agarrando un melocotón o tocando alguna parte del ser amado, Austria tiene la corporación pública de Radio y Televisión. O sea, la ORF.

Por cuota de mercado se puede decir que la ORF es el espejo en el que los austriacos se miran con más frecuencia.

También es verdad que, como pasaba con TVE cuando « el ente público » era hegemónico, hay muchos austriacos (sobre todo los que quieren dárselas de cultillos y modernillos) que dicen que la ORF es un churro y que habría que entrar en ella a saco y no dejar una Betacam encima de la otra.

La parte más conservadora del arco político austriaco, en general, tacha a los informativos de la ORF de estar escorados hacia la izquierda.

Los informativos de la ORF intentan que, si es así, se note lo menos posible, haciendo que Armin Wolf repregunte también ferozmente a los políticos progresistas los cuales las pasan canutísimas lo mismo que los conservadores. La ultraderecha querría quemar la ORF con todos los periodistas dentro y cambiarla por algo parecido a Servus TV, que es una tele en la que mujeres coloradotas amasan pan a cámara lenta vestidas con su dirndl y los hombres tienen todos pinta de ir a anunciar la Central Lechera Asturiana (si es que eso se pudiera hacer con unos lederhosen puestos) mientras niegan que el coronavirus exista y dicen que si uno tiene un sistema inmunológico fortalecido por el aire de los Alpes (o por el Red Bull) no hay nada que temer.

La opinión del que esto escribe es que la ORF es, en general, un reflejo bastante fiel de lo que es Austria : un país en el que las moderneces y sus estridencias no gustan. Una especie de sala de estar con una decoración un poco anticuada, en la que las cosas buenas compensan bastante a las malas. Y sí : es cierto que hay una parte de la programación que es la alegría de la residencia de ancianos de Stinkenbrunn pero también es verdad que de cualquier cosa te sacan unos documentales sobre el imperio austro-húngaro que ya quisiéramos hacerlos nosotros.

Lamentablemente, la ORF, tal como está en estos momentos, es la mejor televisión que se podía hacer en, pongamos, 2007.

Esto es : a los que somos ya talludos, no nos importa, y disfrutamos mucho con Liebesgeschichten und Heiratsachen cuando lo echan los lunes por la noche. Pero los jóvenes quieren decidir lo que ven y cuándo lo ven.

Por resumir en un pispás lo que quiero decir : el ochenta por ciento de los visionados de mi programa de los domingos es en diferido. A mí me gusta que me vean en directo y tener contacto con los lectores, pero también soy consciente de que hay muchas personas que escuchan el programa como si fuera un pograma de radio mientras hacen otras cosas. Pues con los programas de la ORF solo se puede hacer eso de manera muy dificultosa. La web, la TVthek, es antediluviana y los programas solo duran en línea una semana. Aquí, TVE gana por goleada.

Por todas estas cosas, pero sobre todo por decidir la imagen que Austria tiene de sí misma, el cargo de la ORF acumula mucho poder. Real y simbólico.

Durante la última década y media, el amo del calabozo ha sido Alexander Wrabetz, un hombre con notorias conexiones con el Partido Socialdemócrata austriaco pero hoy se ha terminado su mandato.

Los miembros con derecho a voto del consejo del patronato de la corporación pública (35 personas), en la que ahora la mayoría coincide con la del parlamento (o sea conservadores y verdes) han elegido a Roland Weissmann por una mayoría de 24 votos.

En este patronato se sientan representantes del Gobierno (9 consejeros), representantes de los Länder (9 también), representantes de los partidos (seis), de los trabajadores de la ORF (5 personas) y representantes de los espectadores (6 personas).

Weissmann, que nació en Linz en 1968, es un hombre de la casa.También probablemente cercano al partido conservador. Hasta ahora, dirigía el portal orf.at (o sea, la página web de la corporación pública austriaca) y era también responsable del futuro portal orfplayer (el servicio de streaming público que es un proyecto que ya se anunció en la era Wrabetz). Desde que entró en la radiotelevisión pública austriaca ha ido progresando desde el estudio regional de Baja Austria al puesto que ocupa ahora.

Aparte de reforzar la digitalización de una de las empresas más importantes del Estado Austriaco –una de las joyas de la corona mural de esta república- y uno de los pilares de la democracia de este país, es bastante probable que una de las primeras cosas que haga Weissmann sea tomar una decisión que será bastante impopular : subir la cuota del GIS, el canon que financia la tele y la radio públicas.

Una vieja reivindicación de la ultraderecha, por cierto, es la eliminación de este canon que es, en  mi opinión, el que garantiza la independencia de la ORF. Si la tele pública dependiera solo del dinero del Gobierno…Bueno, quien paga, exige. Así que es mejor que exijamos los ciudadanos.


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