Sebastian Kurz

El protocolo secreto del interrogatorio a Kurz

Sebastian KurzLos detalles concretos han permanecido en secreto desde el 3 de septiembre pasado. Kurz se enfrentó a un interrogatorio judicial que puede salvarle o significar un paso más hacia una obligada dimisión. Aquí, un resumen de lo sucedido.

25 de Septiembre.- Todo ocurrió el día 3 de septiembre, entre las dos y media y las siete y media de la tarde aproximadamente, y los detalles se han mantenido, hasta ayer, en secreto.

Naturalmente, estoy hablando del interrogatorio por el que el canciller Sebastian Kurz tuvo que pasar para defenderse de las acusaciones de falso testimonio en la comisión parlamentaria que investigaba el llamado „escándalo de Ibiza“ y otros asuntos conexos relacionados con los diferentes quid pro quos que tuvieron lugar durante el tiempo en que gobernó la anterior coalición, entre la derecha y la ultraderecha.

Después de leer lo que ha publicado la prensa austriaca, y que trataré de resumir a continuación (asunto, como comprenderá el lector, un poco dificultoso) es difícil saber si para Kurz fue el interrogatorio favorable o si le supuso un paso más hacia la dimisión. Hay, sin embargo, algunos indicios que llevan a pensar que Kurz no está demasiado contento del resultado.

En primer lugar, que los detalles de la conversación con el juez se han mantenido tanto tiempo en secreto. En segundo lugar, mucho más concluyente que, mientras la prensa progresista austriaca ha abierto con el asunto sus portadas, la prensa conservadora ha desterrado el asunto a lugares no demasiado prominentes.

Antes de seguir hay que aclarar que Kurz todavía no está acusado de nada. El interrogatorio, llevado a cabo por un juez independiente, no ha fructificado aún en ninguna querella, la cual llevaría a un proceso y, eventualmente a una condena.

(Hay que tener en cuenta que, de producirse, esta última sería una situación inédita en la historia política de Austria; la oposición es de la opinión -lógicamente- de que en el momento en el que se produjese una acusación firme Kurz debería dimitir; el interesado, sin embargo, ya ha anunciado que no lo hará).

Öbib, Öbag (cada día te quiero más): ese holding en el que Kurz (supuestamente) ni pinchaba ni cortaba

Dado que los asuntos a tratar eran farragosos, el juez propuso un cierto orden. En primer lugar, se trataría de la transformación del holding estatal Öbib en Öbag y de la búsqueda de su equipo directivo, con especial énfasis en la llegada de Thomas Schmid al puesto de responsable único.

Öbag es un holding público que agrupa las participaciones de la República austriaca en una serie de empresas que tienen cotización en bolsa (la petrolera OMV, correos, Telekom Austria, Casinos Austria…). Por su volúmen y por la importancia de las empresas que acabo de nombrar, comprenderá el lector que el holding Öbag es una pieza clave en la estructura del Estado austriaco y, por lo tanto, su jefatura un puesto de lo más codiciado.

Kurz empezó con lo que los clásicos llamaban „captatio benevolentiae“ o sea, con unas palabras que, claramente, pretendían ganarse la comprensión del juez.

El canciller recalcó que, antes de su comparecencia, sus asesores le habían dicho que debía „decir siempre la verdad y que, si no se acordaba de algo, también debía decirlo“. Kurz sabía que la fiscalía anticorrupción disponía de todos los chats que sus colegas de Gobierno habían intercambiado con él y que no serviría de nada tratar de negar lo que estaba escrito „aunque alguno de los chats le resultaran ahora totalmente ajenos“. Con mucho desparpajo -y no poca petulancia, diría yo- Kurz le dice al juez „no sé por quién me toma usted, pero no soy ningún idiota“.

Cuando entran en materia, Sebastian Kurz dice no haberse ocupado de la cúpula del famoso holding más que „de manera marginal“ y que, incluso, sus propios deseos al respecto habían sido poco escuchados.

Existen sin embargo evidencias que podrían llevar a pensar que Kurz tenía especial interés en que Schmid lograse el puesto.

En un intercambio de mensajes intervenido a Schmid y que data de 2017 (en aquel momento Schmid era un alto directivo del Ministerio de Finanzas) Schmid dice que Sebastian Kurz le ha encargado que prepare ciertos pormenores con respecto al holding en cuestión.

Molesto, Sebastian Kurz responde que no es nuevo para él que la gente utilice su nombre para conseguir sus fines. Si alguien, según Kurz, no quiere hacer cola en la cantina, lo único que tiene que decir es „esto lo compro para el canciller“.

Kurz, más tenso que Luke Skywalker en el día del padre

Después, se sucede en el interrogatorio, utilizando el lenguaje del tenis, un „peloteo“ cuasi amistoso entre el juez y el interrogado, hasta que la conversación llega al meollo de otro asunto muy delicado: o sea, si Kurz dijo la verdad ante la comisión parlamentaria sobre los acuerdos previos que existieron entre el ÖVP y el FPÖ durante la formación de la coalición y en los que estuvieron implicados (!Chorprechaaa!) Arno Schiefer por el FPÖ y el propio Schmid por el Partido Popular austriaco.

En la comisión, Kurz dijo que él no sabía nada de estos acuerdos, pero existe un sms de Strache en el que dice (en alemán): „Kurz will davon nichts wissen, und das geht nicht“. Para aquellos de mis lectores poco versados en la lengua de Richard Lugner, esa frase podría traducirse en castellano lo mismo como „Kurz no sabe nada, y eso no puede“ que (más probable) „Kurz no quiere saber nada de eso, y eso no puede ser“.

A Kurz, naturalmente, le viene mejor la primera opción y trata, retorciendo las palabras, de convencer al juez, el cual no queda muy seguro.

Kurz, frunce los morritos y dice: „cada uno puede interpretar lo que quiera“.

A partir de ese momento la conversación se pone más tensa que Luke Skywalker en el día del padre.

Kurz se queja, por ejemplo de que, en la documentación que le han pasado, algunas frases de los sms están marcadas con un rotulador fluorescente. El juez le responde que es así porque son los indicios que la fiscalía anticorrupción encuentra incriminadores. Kurz, dolido, aduce que la gente lleva dándole vueltas a este tema durante muchos meses y que tiene la sensación de que se sacan frases de contexto para incriminarle. Que en la carrera -vamos, en los tres meses de derecho que llegó a estudiar- aprendió que los jueces tienen obligación de ser objetivos y que lo mismo que se buscan indicios incriminadores hay que buscar también indicios que descarguen de culpa a los acusados. Según Kurz, aquellos tramos de los SMS de los que se podía deducir que la fiscalía anticorrupción no llevaba razón no se habían marcado especialmente.

El representante de la fiscalía anticorrupción se defiende diciendo que los trozos en amarillo no los han marcado ellos. Es en este momento que es el juez el que „se ha trabajado“ el documento y marcado los párrafos comprometedores.

Kurz, se la envaina y se disculpa „perdone que otra vez me he enfadado“.

No es la única vez. Conforme avanza el interrogatorio Kurz se muestra más y más molesto con el juez que le está interrogando. La humildad, después de tanto tiempo de incienso, no es lo suyo, por lo que se ve. A la pregunta de si hubo alguna conexión entre una cena con la consejera del Öbag, Iris Ortner, y el nombramiento de Schmid, Kurz responde, primero, preguntándole al juez si le está preguntando en serio, y luego con un inaudito:

-Pudo ser así, porque no creo que usted se lo haya inventado.

Kurz explota definitivamente, motivando una llamada al orden del juez cuando se le pregunta sobre un hecho del pasado. Son cuatro palabras solamente „Du schuldest mir was“ (me debes una).

Me debes una

Nuestro viejo conocido Thomas Schmid se las envió por SMS en 2016 al entonces ministro de Asuntos exteriores de la República austriaca, hoy canciller. En ese momento, se aprobaron unos nuevos presupuestos y, según pensaba entonces el propio Schmid, el Ministerio de Kurz había recibido más dinero gracias a su inteligente gestión (ver apartado „una mano lava la otra“).

Es en este momento cuando Kurz, escocidísimo, empieza a rajar sobre la fiscalía anticorrupción la cual, según él, ha montado un expediente contra él por esas cuatro palabras. Se calienta tanto, que el juez le llama al orden y le pide que sea más comedido en sus manifestaciones.

Kurz se vuelve a disculpar.

El último tramo del interrogatorio se dedica a la Comisión Parlamentaria que trataba de desliar la madeja del Escándalo de Ibiza y el supuesto falso testimonio del canciller. Kurz se mantiene firme en sus argumentos: se trata de dobles negaciones que la fiscalía anticorrupción interpreta mal. Según Kurz se pusieron palabras en su boca que él no había pronunciado, la comisión había sido previamene puesta en su contra. Kurz afirma haber contestado siempre de acuerdo con su recto entender.

Aquí, el defensor de Kurz le hace una pregunta y el representante de la fiscalía anticorrupción, Adamovic, se remanga, se escupe en las palmas de las manos (metafóricamente, claro) y pregunta si puede preguntarle también a Kurz. „Con mucho gusto. Todo bien“, contesta el canciller.

La tormenta entre el fiscal anticorrupción y Kurz no tarda en estallar (por la transcripción de sus palabras se nota que se tienen ganas, apunta este humilde cronista).

Según Kurz ha explicado antes, él hubiera querido que, en vez de Schmid, otra persona, llamada Sigi Wolf, hubiera ocupado su puesto. Adamovic pregunta si hubo conversaciones previas o si el propio Sigi Wolf acudió a Kurz pidiéndole su respaldo. Adamovic quiere saber qué se quería decir con un mensaje de un tal Löger a propósito de la cuestión en el que se pedía que los puestos en el Öbag fueran distribuidos de una „forma más flexible“. Kurz dice que no tiene ni idea.

Adamovic contraataca, preguntándole por qué respondió con un SMS en el que ponía „Hoy veré a Wolf“. Quiere saber si Kurz quería decir que le iba a explicar a Wolf que no iba a ser directivo de la Öbag o quería pedirle que „esperase“ para poder discutir el tema con más calma.

Al llegar aquí, Kurz pierde los papeles:

-Tergiversa usted otra vez mis palabras, esto es increible.

El juez interviene:

-Yo no he detectado ninguna tergiversación.

Kurz explica entonces que su intención había sido no quedar „como un tonto“ (wie ein Depp) frente a Wolf al tener que responder que no tenía ni dea.

En este momento, Kurz da por terminado el interrogatorio.

Qué va a pasar ahora

A partir de este momento (o de aquel momento, puesto que el interrogatorio tuvo lugar hace casi un mes) es la fiscalía anticorrupción y, en última instancia, el Ministerio de Justicia, quien debe tomar la decisión de si Sebastian Kurz es procesado por falso testimonio o el caso se cierra.

El juez que interrogó a Kurz a petición de su abogado defensor, Werner Suppan, se retirará del caso. Su papel era la instrucción y la recopilación de pruebas.

En todo momento, rige la presunción de inocencia con respecto a Sebastian Kurz.


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