El presidente Van der Bellen habla claro

El Presidente de la República se puede permitir desahogos que el Rey, por lo que sea, no puede permitirse. Van der Bellen habla claro.

20 de Diciembre.- El rey Felipe uve palito es un hombre de conocido hermetismo. Parece ser que por suerte para todos prima más en él la sangre alemana de su madre, la reina Sofía, que la de su padre, ese pensionista que gasta sus ocios al sol de Abu Dabi.

Fuera de aquellas personas de su confianza, se conoce que el Jefe del Estado español no habla de los negocios de su cargo con nadie. Quizá con la reina, mujer que le ha ayudado a hacer que los tradicionales discursos de nochebuena no sean tan indigestos como solían y, andando el tiempo, con su hija Leonor.

A lo largo de su reinado, Su Majestad ha hecho gala de enorme paciencia y de una no menos enorme elegancia, por lo menos de cara a la opinión pública. Muy digno (en el mejor sentido del término) ha posado con gente que ha sido en muchas ocasiones maleducada o mezquina con él aprovechándose de que, por carácter y posición, no se podía defender. En todos esos momentos de alta tensión ambiental, en donde diversos personajes efímeros se ha pitorreado de él como gesto para las respectivas galerías, el Rey no ha dicho esta boca es mía, siempre correcto y cortés, un algo resignado (aunque es probable que tenga, como todo el mundo, su genio), de manera que es poco probable que se sepa qué piensa de este o de aquel, ni si siente más afinidades con unos o con otros. Su padre, como todos sabemos, era más « desahogao » para esas cosas.

Pensaba yo esto porque el Presidente Van der Bellen, el político que, según las encuestas, les merece más confianza a sus votantes, concedió este fin de semana una entrevista a un periódico local, en la que se permitió ciertos desahogos que nuestro rey actual es dudoso que llegue a permitirse alguna vez y que a mí me hacen pensar que (leider) no piensa presentarse a la reelección (lo cual no es raro, dado el porsaco que le han dado en su mandato).

Echando la vista atrás, Van der Bellen habló del político que, según las encuestas, menos confianza le merece a sus conciudadanos, Herbert Kickl.

Dijo el presidente que la época en que tuvo que tratar con Kickl como Ministro del Interior fue extremadamente difícil y que si hoy surgiera la posibilidad, haciendo uso de los poderes que le concede la Constitución pasaría muchísimo de hacerle ministro.

Hay que recordar también que, con motivo del llamado « escándalo de Ibiza » Alexander van der Bellen, suponemos que sin demasiada pena, tomó una decisión hasta entonces inédita en la democracia austriaca y «dimitió » a Herbert Kickl.

De todas formas, hasta el momento, VdB había aceptado las críticas (por llamarlas de alguna forma) de Herbert Kickl con bastante deportividad, como gajes del oficio. Sería muy interesante saber por qué ha decidido responderlas justo en este momento.

En fin.

El Presidente tuvo duras palabras para el jefe de la extrema derecha austriaca que es, como todo el mundo sabe, una de esas personas que, cuanto más las conoces, más quieres a las hienas. Este articulista duda mucho de que le quieran ni sus familiares directos.

En cuanto a la opinión de Kickl de que Austria es « una dictadura », Van der Bellen respondió que hacer manifestaciones de ese jaez implican que Kickl no conoce su papel como cabeza de un partido presente en un Parlamento elegido con todas las garantías democráticas. Parlamento en el que, como es evidente, reina la libertad de expresión (si Austria fuera una dictadura y estuviera sometida a esa supuesta falta de libertad que denuncian antivacunas, negacionistas y otra gente de poco más o menos, es poco probable que Kickl pudiera permitirse ciertos excesos dialécticos que se permite por puro cálculo político).

Herbert Kickl, de momento, no se ha dado por aludido (aunque, conociéndole, quizá sea porque no ha encontrado todavía una ocasión para rentabilizar de modo victimista las declaraciones del Presidente).


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