Qué es el efecto nocebo

Un estudio de la Asociación Americana de Medicina sugiere que, por lo menos un tercio de los „efectos secundarios“ producidos por las vacunas, podría deberse a la sugestión.

19 de Enero.- Desde que, a finales de 2020, se empezó la campaña de vacunación a nivel mundial, uno de los caballos de batalla de los antivacunas han sido los llamados „efectos secundarios“. Estos han sido el argumento principal de los que no han querido vacunarse. Desde el cansancio o el dolor de cabeza que todos los que nos hemos vacunado hemos tenido en mayor o menor medida hasta lo que podríamos llamar la „rama creativa“ del asunto (el famoso magnetismo inducido, etcétera).

Un artículo publicado en la página de Asociación Americana de Médicos (JAMA) indica que un porcentaje bastante alto de estos efectos secundarios que la gente jura y perjura sentir podrían ser, pura y simplemente, producto de la sugestión.

(Este es el link al artículo en cuestión).

Antes de seguir con el contenido del artículo,quizá deberíamos explicar cómo se prueba la eficacia de las vacunas (o de cualquier otro medicamento).

En primer lugar, se selecciona una muestra representativa de la población. Después, esta muestra se divide en dos grupos. A uno de los grupos se les inyecta la vacuna y al otro grupo se les inyecta un placebo, que suele ser normalmente agua con sal (suero fisiológico).

Después, se estudia la evolución de las dos muestras y se extrapolan los resultados a una población mayor.

Ni que decir tiene que las personas que participan en el estudio no saben si lo que les están inyectando es una vacuna real o un placebo (porque si no, naturalmente, los resultados del estudio podrían verse distorsionados).

A este método se le llama „doble ciego“.

Pues bien: según el artículo publicado por Julia Haas en la página de la JAMA, en 12 estudios de vacunas realizados según el procedimiento que acabo de describir, más de un tercio de las personas a las que les inyectaron una sustancia absolutamente inofensiva (agua con sal, lo que se conoce como un placebo) dijeron sentir „efectos secundarios“.

Los más frecuentes eran dolores de cabeza, enrojecimiento o dolor en el lugar del pinchazo, cansancio, etc.

En el grupo de los vacunados con sueros „de verdad“ el número de personas que afirmaban sentir „efectos secundarios“ era mucho mayor, de un 46%.

Después de la primera dosis de placebo, un 35,2% de las personas decían sentir dolores de cabeza y estar cansados.

El porcentaje bajaba un poquito después de la segunda dosis (un 31%).

A este fenómeno, el de sentir consecuencias negativas por la toma de un medicamento „de mentirijillas“ se le llama „efecto nocebo“ en contraposición al llamado „efecto placebo“ que es el de sentir mejoría al tomar un medicamento falso.

Este efecto placebo lo hemos sentido todos en nuestra infancia, cuando nos dábamos un coscorrón y nuestra madre acudía al rescate con el „sana sana culito de rana, si no sana hoy ya sanará mañana“.

La consecuencia que se extrae del estudio es clara.

Si en el grupo a los que se les inyectó un medicamento falso hubo un porcentaje de personas que dijeron sentir efectos secundarios, no nada descabellado pensar que una parte por lo menos igual de los efectos secundarios del grupo en el que se inyectó un medicamento de verdad sea debida a la sugestión.

Un efecto, este „nocebo“ agravado por el hecho de que los participantes en los estudios sabían, porque sus médicos les habían informado, que cabía dentro de lo posible que, al recibir la inyección, surgieran esos efectos.

Estaban preparados para sentirlos y los sintieron.


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