Pleitos tengas y los ganes

Una “activista” antivacunas rompió una bandera del arcoiris en una de esas reuniones en las que se viene juntando lo mejor de cada casa. Hoy ha sido el juicio.

2 de Marzo.- A pesar de todos los pesares que nos afligen en estos momentos, este fin de semana, como viene siendo habitual, un pequeño grupo de antivacunas se manifestó en el centro de Viena.

Las imágenes de la manifestación muestran algunas banderas de Rusia (hay que tener huevos, francamente), diversa simbología de extrema derecha y del movimiento Q-Anon (movimiento conspiranoico procedente de los Estados Unidos que tendrá su importancia en la noticia que vamos a contar hoy) y se corearon las consignas de costumbre a propósito de cuya profundidad el lector avisado puede hacerse ya una idea.

La invasión de la Federación Rusa de la República de Ucrania ha desplazado a los antivacunas de la línea de fuego de la actualidad (en donde nunca, por cierto, debieron estar). Lejos quedan los tiempos en que eran portada de los medios más rupestres y, si no fuera por lo que es, la verdad es que sería una cosa que todos deberíamos estar celebrando.

En fin.

En septiembre de 2020, una de las participantes recurrentes en esas manifestaciones en donde se ha reunido siempre lo mejor de cada casa, una Sra. llamada Klauninger, rompió ante la vociferante concurrencia una bandera del arcoiris, al tiempo que decía:

-No sois parte de nuestra sociedad, debemos proteger a nuestros hijos de los pedófilos.

En estos tiempos y como era previsible, la cuestión fue grabada en vídeo y dicho vídeo corrió por las redes como un reguero de pólvora (en otras palabras, se hizo viral). A la comunidad LGTBIQ la cosa no le hizo, como es natural, ni pizca de gracia, y demandaron a la Sra. Klauninger (activista, 30 años, sin empleo) y a un su amigo (40 años, de profesión periodista freelance) por delitos de odio.

Hoy se ha juzgado el caso.

Después de las presentaciones oportunas y de aducir la acusada que una enfermedad pulmonar le impedía llevar mascarilla, según recogen las crónicas, los acusados emplearon nada menos que tres horas en una defensa tan embarullada como, al parecer, eficaz. Su argumento ha sido que ellos no pretendían ofender a la comunidad homosexual, sino que habían rasgado una bandera en la que estaban dibujados dos corazones entrelazados (también el arcoiris o de los colores del arcoiris, no ha podido quedar claro) símbolo, según ellos, que utilizan los pedófilos para reconocerse entre ellos.

Con una paciencia digna de un patriarca bíblico, el juez ha examinado la documentación que los dos acusados han aportado, en su mayoría artículos impresos procedentes de páginas de internet vinculadas a teorías conspiranoicas. Se ha sacado a colación el famoso “pizzagate” y otras empanadas mentales que es frecuente encontrar en estos círculos de pobres diablos.

(Para aquellos de mis lectores que, para su fortuna, no estén familiarizados con estas cuestiones: según el movimiento Q-Anon, un grupo de personas próximas al partido de Hillary Clinton, ayudadas por millonarios -judíos, por supuesto- y diversas estrellas de Hollywood progresistas, como Tom Hanks y Meryl Streep, utilizaban una pizzería de Washington para apropiarse de niños de los que luego abusaban y a los que mataban; según Q-Anon responsable, por ejemplo, del intento de asalto al capitolio de los Estados Unidos, habría una conspiración de la progresía mundial para intentar hundir en la miseria a Donald Trump e instalar un nuevo orden mundial; uno de los instrumentos de este nuevo orden mundial -conocido entre los iniciados como NOM- sería primero el coronavirus y luego las vacunas, de ahí al chip y todo lo demás).

¿Y cómo llegó la bandera a manos de la Sra. Klauninger y a las del su amigo? Pues según su versión, un grupo de madres llorosas (se supone que de niños abusados, no se sabe en qué pizzería) le hicieron entrega de la enseña con el ruego de que se convirtiera en su portavoz.

Uno de los acusados ha aportado la prueba definitiva, al preguntarse cómo podía haber sido su objetivo el extender el odio hacia la comunidad LGTBIQ si esta persona misma era bisexual.

Después de esta declaración, y de las tres horas de artículos impresos de internet (y, se supone, de diarrea mental por parte de los encausados), la defensa ha tratado de invitar a más testigos a su favor, pretensión que ha sido rechazada (casi que lógicamente) por el juez.

El togado ha absuelto a los dos acusados del delito de odio que, según él, no ha podido ser probado suficientemente. Cabe recurso.

Este domingo, en La Tarde en Directo, el bailarín de la Staatsoper, Daniel Vizcayo nos estuvo explicando cosas interesantísimas a propósito de su trabajo, del mundo de la danza y de su participación en el concierto de Año Nuevo.


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