Mujeres de Austrias tomar (2): Margarete Schüte-Lihotzky

Hoy es el Día de la Mujer y esta semana vamos a repasar las vidas y milagros de varias mujeres sobresalientes.

8 de Marzo.- Hoy vamos a hablar de una vienesa listísima. Se trata de Margarete Schüte-Lihotzky.

Es muy probable que el nombre no les diga nada a mis lectores pero les puedo asegurar que todos, todos los días, utilizamos los en su día innovadores conceptos que salieron de la inteligencia de esta señora.

Margarete nació en 1897 en Viena, en el seno de una familia de la burguesía, y era hija de un funcionario liberal de tendencias pacifistas. Cuando Schüte-Lihotzky estaba en una edad en sus coetáneas sólo se preoocupaban de pescar novio y casarse, su madre consiguió que Gustav Klimmt, amigo de la familia, le firmase una carta de recomendación para entrar en la Escuela de Artes Aplicadas; templo de las artes vienesas en donde enseñaban gentes de la talla de Oskar Kokotschka o el que sería el mentor de Margarete, el arquitecto Adolf Loos.

El profesor de arquitectura de Margarete fue el arquitecto Oscar Strnad, un pionero de las viviendas sociales vienesas (estamos hablando del periodo de entreguerras, momento en el que cae la monarquía austrohúngara y la capital austriaca entra en el periodo que se conoció como Viena Roja). Strnad firma casas cómodas y prácticas para los trabajadores y Margarete se da cuenta, bajo el influjo de su profesor, de que la funcionalidad será una tendencia cada vez más demandada en el futuro.

Convencido por su trabajo, Ernst May, de la Hochbauamt de Frankfurt, en Alemania, llama a Margarete para que preste sus servicios en la ciudad junto al Main. Allí, Schüte-Lihotzky se especializa en el diseño de cocinas e, inspirándose en los diagramas industriales americanos de división de tareas crea la que será su obra maestra: la que se conoce como “Frankfurte Küche” o “Cocina de Frankfurt”. Se trataba de dotar al ama de casa del máximo confort en el mínimo espacio para que pudiera hacer sus tareas con la mayor eficacia posible. La cocina de de Frankfurt se considera hoy el primer prototipo de las cocinas modernas. Se fabricaron nada más y nada menos que diezmil. Desgraciadamente, la mayoría de ellas terminaron en la basura con el correr de los años y las que se conservaron son hoy piezas de museo. Una de ellas, por cierto, se encuentra instalada en el Museo de Artes Aplicadas de Viena y se puede visitar.

Como quiera que la “Frankfurter Küche” estaba pensada para que la utilizase una sola persona (Margarete la concibió como “el laboratorio del ama de casa”) las ideas de Schüte-Lihotzky fueron ampliamente contestadas por el movimiento feminista; que consideraba que la aproximación de Margarete al problema de las tareas del hogar consagraba el paradigma de la sociedad patriarcal. Sin embargo, pese a todas las críticas, la cocina diseñada por Schüte-Lihotzky nos hace a todos los amos de casa la vida más fácil y, por ello, su inventora fue distinguida en 1989 con el premio IKEA que concede la fundación que lleva el nombre de la marca sueca.

Al tiempo que la situación política de la República de Weimar se deterioraba, Margarete y su marido decidieron marcharse a trabajar a la Unión Soviética, en donde Stalin les encargó la materialización de uno de los primeros planes quinquenales. Fue la primera estación de un largo periplo que llevó a Margarete a Japón, a China, a Estados Unidos, a Londres o a París.

Durante la guerra, Margarete y su santo esposo (bueno, su rojo esposo) organizaron la resistencia al nazismo lo que les llevó a viajar a Viena en 1940 en donde se pusieron en contacto con el Partido Comunista Austriaco. La Gestapo la detuvo en 1941 y fue condenada a muerte junto con otros conjurados. Sin embargo, la influencia de su marido en la embajada turca hizo que la pena le fuese conmutada por 15 años de prisión en una cárcel bávara, de donde fue rescatada por las tropas americanas en 1945.

Tras la guerra, Margarete permaneció afiliada al comunismo y, por ello, no recibió ningún encargo público en su país. Vivió diseñando viviendas privadas y fue consejera de los gobiernos soviético, chino, de la Alemania Democrática (que no lo era tanto, como luego se supo) y cubano.

A partir de 1980, sin embargo, la percepción de su obra cambia, y Margarete recibe todo tipo de premios. Cuando celebró su centenario, bailó incluso un corto vals con el alcalde de Viena de entonces. Margarete falleció en el año 2000, cinco días antes de su centésimo tercer cumpleaños a causa de las complicaciones de una gripe.

Dejó publicadas sus memorias y un texto póstumo que se editó en forma de libro con el título “Por qué me hice arquitecta”.


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