Quizá dentro de unas horas, todos los lugares que aparecen en estas fotos desaparecerán bajo las bombas. Que estas fotos sirvan para gritar no a la guerra.
13 de Marzo.- Más pronto que tarde, probablemente hoy, empezarán los bombardeos de la Federación Rusa sobre la capital de Ucrania, Kiev.
En el verano de 2016 pasé casi diez días en esa ciudad. Fue durante ese tiempo cuando hice las fotos que ilustran este reportaje. Me gustaría que estas fotos fueran sobre todo un grito en busca de la paz, de la recuperación de la paz. Un grito en contra de la guerra. Probablemente, estas fotos, dentro de unas horas, serán un documento histórico que refleje un poco cómo era la vida de los millones de personas inocentes que hoy han visto segada su existencia por la criminal intervención de la Federación Rusa.
Son fotos de niños, de gentes que viajan en el metro. Gentes en las que se ve el Dnieper fluyendo bajo el sol de Ucrania, ese país en donde el cielo parece estar más cerca de la tierra que en otras partes.
Son fotos del verdor que se extiende por toda la cuenca del Dniéper y que llega a la cercana ciudad fantasma de Pripjat, a tiro de piedra de la ruina de Chernobyl.
Son fotos del encuentro quizá para mí más inesperado y más emocionante. Paseando por Kiev, me encontré con la casa en la que nació y vivió Mihail Bulgakov, el autor de El Maestro y Margarita, la obra en la que se denunció el horror estalinista con el instrumento que yo prefiero de entre todos los que existen: el humor, que es el compañero inseparable de la inteligencia.
Todo esto va a desaparecer, ha empezado ya a desaparecer, por la criminal mano del hombre contra el hombre.
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