Según el embajador ruso los ucranianos bombardean sus propios hospitales

Ucranianos que se autobombardean, ciudades que se autodestruyen y sanciones injustas: la curiosa cosmovisión del embajador ruso en Austria.

2 de Abril.- La embajada de la Federación Rusa en Viena es un gran edificio de aspecto hosco que, desde fuera, parece vacío aunque en las inmediaciones, como pasa con los edificios semejantes, haya „presencia policial“.

Quizá por la deformación que ha impuesto en nuestro imaginario el cine, detrás de las ventanas cerradas a cal y canto se imagina uno a funcionarios de aspecto duro y malvado que descifran teletipos en clave y a señoras ceñudas con sobrios trajes de chaqueta de vago aspecto militar que dan órdenes telefónicas a espías camuflados de vendedores de hortalizas en el Naschmarkt.

De un tiempo a esta parte, o sea, desde que empezó esta criminal guerra de Ucrania, la acera de enfrente de la embajada se ha llenado de mensajes de apoyo los pobres invadidos.

Hace unos días, la embajada dejó constar su dolida indignación cuando un grupo de activistas tiraron sobre la placa de la entrada un bote de pintura roja con un valor simbólico obvio.

En este marco trabaja nuestro protagonista de hoy, Dmitrij Ljubiskij.

Es el embajador en Austria de la Federación Rusa.

El Sr. embajador se duele

En YouTube se puede ver una entrevista con su excelencia (Russia Today, noblesse oblige) en la que el embajador se queja del trato que el mundo le dispensa a la Federación a la que representa.

La entrevista, corta, se desarrolla en una especie de salón de aspecto anticuado. Entrevistador y entrevistado, separados por una distancia “putinesca” (por la CoVid, se conoce) están sentados en dos sillones de falso estilo victoriano, de los que vendían las tiendas de muebles de mi barrio, allá en los ochenta, o de los que hay en ciertas residencias de ancianos de postín.

El embajador es un señor sesentón, con gafas de pasta y aspecto antipático, que se sienta con las piernas muy abiertas y las manos en el regazo, en un gesto en el que se puede leer una prematura ancianidad. Se adivinan unas pantorrillas delgaduchas. Lleva pisacorbatas. La piel de la cara es flácida y llena de granos. Uno puede imaginarse que es ese tipo de señor que lucha contra una próstata inflamada, o de esa gente que tiene eccemas. Algunas partes de su anatomía podrían estar descamadas y rojas.

El Sr. Embajador le ha concedido una entrevista al semanario austriaco Profil, en el transcurso de la cual ha dicho que los ucranianos son los que dinamitan sus propios hospitales y que las sanciones contra la Federación Rusa son “puro latrocinio”.

Según el embajador, la invasión de la República de Ucrania es conforme a la carta de la ONU, que regula la defensa de personas aliadas.

Ljubinskij afirmó en otra entrevista publicada por Profil a mediados de febrero pasado que Rusia no planeaba una invasión de Ucrania (por supuesto, mintió).

Puesto ante la evidencia de su mentira, el embajador se sale por la tangente:

No es una cuestión de mentira (o verdad). En los días siguientes hemos recibido informaciones adicionales fiables sobre los planes de ataque de las tropas ucranianas en la región del Donbass con graves consecuencias para la población civil. La fecha para estos ataques era el ocho de marzo. Ahora tenemos evidencia de que hay laboratorios de armas químicas y biológicas en Ucrania”.

No me dejan decir lo que quiero, así que no respiro

Igual que en la entrevista concedida a Russia Today, el Sr. embajador, mejillas flácidas, piel opaca y llena de granos, se queja del “bloqueo informativo” (la famosa “cultura de la cancelación”) que sufre la Federación Rusa, de manera que en occidente la gente no puede hacerse una idea auténtica de lo que realmente pasa en Ucrania y de los crímenes de guerra contra la población civil y los presos de guerra (claro que sí, guapi).

Los medios rusos han sido prohibidos en todo occidente (se refiere a la señal de la propia Russia Today, que fue prohibida por la Unión Europea)

El periodista de Profil trata de explicarle al embajador (que lo es de un régimen autoritario, no lo olvidemos) que en “occidente” la gente no solo critica a la OTAN, sino que podría manifestarse sin problemas en pro de Rusia (de hecho, hay cenutrios que lo hacen, en el marco de las manifestaciones antivacunas) y que no por ello serían detenidos.

Como es lógico, el Sr. embajador (mejillas flácidas, eccemas, próstata, etcétera) no hace ningún comentario al respecto.

Sobre los presuntos bombardeos a instalaciones civiles (como hospitales) el embajador afirma que hay “informes que dicen que no fueron bombardeos “ (de nuevo, claro que sí, guapi) sino que “fueron explosiones. Los ucranianos colocaron explosivos (…) y utilizan a la población civil de escudos humanos”.

El Sr. Embajador también afirma que el ejército ruso no bombardea ciudades, sino objetivos militares.

A la pregunta de quién es el responsable de haber arrasado la ciudad de Maríupol, el Sr. embajador dice que “él no está allí y que habrá que preguntárselo a expertos militares, pero que sí que puede hablar de la rusofobia que se ha instalado en el mainstream occidental”.

El embajador se queja también de que la televisión austriaca y la alemana emiten solamente “propaganda ucraniana” que apunta “siempre contra Rusia”.

El embajador ha recalcado que, a pesar de las sanciones, Rusia no va a cambiar su política con respecto a Ucrania.

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