En Viena, el sudar se va a acabar

El cambio climático va a hacer que los veranos centroeuropeos sean cada vez más achicharrantes. En la ciudad de Viena, a partir de 2023, el sudar se va a acabar.

4 de Mayo.- Cuando yo llegué a Viena, a principios de este siglo que nos está dando tantos sustos, el verano en Viena eran quince días de mucho calor y luego, un tiempo variable. Días de calor, días de lluvia, días de fresco y así hasta que en septiembre el verano se iba atenuando y pasábamos a las dulzuras del otoño.

A cualquiera que haya vivido aquí desde entonces no se le escapa que, en un espacio de veinte años, los veranos vieneses se han hecho más secos y más calurosos. Mucho más calurosos.

Aquí empezamos ya a sufrir las consecuencias del cambio climático y la mala noticia es que irá a peor.

Las emisiones de gases de efecto invernadero producidas por el hombre están escacharrando un mecanismo muy delicado: el del clima. Vamos de récord siniestro en récord siniestro. Por ejemplo, en abril pasado coincidiendo con el mayor periodo de actividad de las plantas, se midió en el observatorio de Mauna Loa un nuevo récord de concentración de dióxido de carbono en la atmósfera. En concreto, más de 418 partes por millón. Antes de la revolución industrial, en vida de Mozart, por ejemplo, la concentración de gases de efecto invernadero era 278 partes por millón.

Las temperaturas medias van a seguir subiendo también en Centroeuropa y por eso, a partir del verano de 2023 la ciudad de Viena va a poner en marcha zonas para que la población se refresque. Como todo en inglés suena más guay, la municipalidad vienesa las ha llamado Cooling Zones.

La idea es la misma que las “habitaciones calientes” (Wärmestuben) que aligeraron el sufrimiento invernal de las clases sociales más desfavorecidas en tiempo del emperador Paco Pepe y que aún se ponen en marcha en los inviernos crudos (cada vez menos).

Estas zonas acondicionadas permitirán a los más desfavorecidos, por ejemplo, a los sin techo, recuperarse un poco del estrés calórico.

Naturalmente, al ser estos espacios de libre acceso también podrán utilizarlos personas que puedan permitirse tener aire acondicionado -al precio que se está poniendo la luz, va a volver a ser un lujo asiático-. Por otro lado, los aires acondicionados son también dañinos para el clima (son máquinas que también producen dióxido de carbono al funcionar).

En cualquier caso, la idea no es nueva: en las últimas olas de calor la Cruz Roja puso en marcha en el Shopping City Nord una de estas zonas para que el personal pudiera refrescarse. Ahora, este mismo concepto lo va a adoptar la ciudad de Viena.

También se van a crear lugares de trabajo a la sombra, que se unirán a las 200 fuentes de agua potable que se instalan en la ciudad durante los meses de calor.

La cantidad de fuentes de agua de beber se va a elevar a 1300 que se van a instalar por toda la ciudad.

Como ya informábamos, aparte de estas medidas la ciudad de Viena quiere atajar la subida de las temperaturas creando más zonas verdes y más jardines verticales.

De aquí a 2025, la ciudad de Viena quiere plantar varios miles de árboles.

Las zonas de asfalto también se van a abrir y, siempre que sea posible, se van a llenar de plantas.

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