Ventajas de vivir en una democracia que funciona

Hoy han dimitido dos ministras ¿Por qué? ¿Cuál ha sido el acontecimiento que ha precipitado dus decisiones? ¿Qué tienen de bueno estas cosas?

9 de Mayo.- Antes de empezar a contar la historia de hoy, me gustaría hacer una reflexión. La diferencia fundamental entre vivir en una democracia funcionante, como es Austria, y en un régimen totalitario o autoritario (como es, por ejemplo, Rusia) es que las piezas que forman la maquinaria del Gobierno en el primer caso son, más o menos, intercambiables.

Incluso impactos que supongan situaciones de extrema tensión para el sistema, como lo que pudo ser, por ejemplo, el escándalo de Ibiza, son perfectamente asumibles por el sistema. Sobre todo porque se producen, en lo fundamental, con luz y taquígrafos y todo el mundo se encuentra más o menos a la misma altura. O sea, que todo el mundo es, más o menos, de un agradable gris marengo.

Del mismo modo, como una democracia funcionante, como es el caso de la austriaca y de la mayoría de las democracias europeas, no invierte valiosos recursos en convencer a nadie de la providencialidad de ningún líder polítio, de su infalibilidad, todo el mundo, del Presidente para abajo, es perfectamente sustituible. Incluso las grandes personalidades, las personalidades valiosas de verdad, como pudo ser (con sus defectos y sus virtudes) la canciller Angela Merkel o, en su momento (con todo el dolor de nuestro corazón) será el Bundespresi Alexander van der Bellen.

En cambio, en un sistema autoritario, como puede ser el de la Federación Rusa o como pueda ser por ejemplo, dentro de la democracia austriaca, el FPÖ, al invertirse tantos recursos en convencer a la gente de que el líder es providencial e insustituible y, por lo mismo, sus decisiones son indiscutibles y deben acatarse sin rechistar, cuando ese líder se revela como lo que es, o sea, un ser humano con virtudes y defectos, que tiene que ir al baño a hacer de vientre todos los días (como sucedió con Strache, por ejemplo), el trauma es brutal y los procesos de sucesión mucho más traumáticos, con toda la estructura del poder con la tripa abierta en canal durante meses.

Y ahora, la historia.

En unos días será el congreso extraordinario del Partido Popular austriaco.

Durante un tiempo, diversas personas que presumen de estar en la pomada de lo que pasa en Austria, hicieron cábalas con una posible vuelta de Sebastian Kurz a la arena política. Bien como nuevo canciller o bien ocupando algún puesto en el Gobierno o en el mismo Partido Popular.

Por lo que sea, probablemente porque Sebastian Kurz tiene aún algunos problemas que saldar con la justicia, esa vuelta no se va a dar y el mismo interesado se ha ocupado de desmentirla, adoptando un poco la misma actitud suficiente que en aquel anuncio que había cuando yo era chico de las camisetas Damart Termolactil.

Salía un caballero muy sonriente y decía:

-¿Frío, yo? !Nunca! Con Damart Termolactil.

Pues Sebastian Kurz igual:

-¿Volver, yo? !Nunca! !Con lo bien que se está de ciudadano privado!

Este aviso ha precipitado, en mi opinión, la salida de las dos ministras que quedaban en el Gobierno de la era Kurz, que eran “canne de su canne” y “sangre de su sangre” políticamente hablando: la una Elisabeth Köstinger, Ministra de Agricultura (las federaciones de agricultores son unos de los sectores más influyentes del Partido Popular austriaco) la otra Margarete Schramböck, ministra de economía y de lo digital de Esta Pequeña República.

Las dos dimisiones, esperadas y maduradas desde hace tiempo, han cogido al jefe de ambas, al canciller Nehammer, con el paso cambiado.

Hasta el punto de que se sabe de forma fehaciente que, prácticamente, se ha enterado de lo que se le venía encima poco más o menos que por los periódicos.

Y así hoy, que iba a ser una mañana de lunes normal en la cancillería austriaca, ha pasado, de golpe y porrazo, a ser un día de locos en la cancillería austriaca, con dos ministras dimitiendo que, si bien estaban políticamente amortizadas, estaban ahí calentándole el sitio al jefe (Kurz) por si, después de todo, le apetecía volver.

Elisabeth Köstinger, por lo menos, ha dicho “ahí te quedas mundo amargo” delante de los periodistas convocados en su ministerio, pero Margarete Schramböck, ni eso.

Lo mismo que se está poniendo de moda despedir a la gente por carta, la Ministra Schramböck, casi a la Trump, se ha despedido por Facebook, con un vídeo en el que decía que gracias, que qué bonito, que había sido un honor y que tal y que cual. Esas cosas que se suelen decir cuando uno se despide de un trabajo al que no piensa volver así le claven astillas entre las uñas.

Sin embargo, y por mucho que a Karl Nehammer las dos dimisiones no le hayan alegrado la mañana, dentro de unos días habrá dos nuevas personas que, mejor o peor, harán su trabajo al frente de los dos ministerios y, en un mes (a mucho tirar) nadie se acordará de las dos ministras.

Ventajas de vivir en una democracia funcionante.

LTED 08.05.2022: Un programa lleno de estrenos

👉Ayer, tuvimos un programa trepidante, lleno de estrenos

.👉En primer lugar hemos dado oportunidad a quienes han querido felicitar a sus madres

👉También hemos dado un repaso -!Cómo no!- a la actualidad de la semana, hemos hablado de de Eurovisión y de las citas culturales de esta semana próxima, entre ellas, el festival SUENA de música contemporánea

.👉Por último, hemos tenido un gran estreno. El nuevo espacio LAS SÁBANAS BLANCAS, dedicado a las mejores historias para imaginar y terminar el fin de semana con un buen sabor de boca !No te las pierdas!


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Comentarios

2 respuestas a «Ventajas de vivir en una democracia que funciona»

  1. Avatar de Pablo Calzado López
    Pablo Calzado López

    Una curiosidad: cuando compara democracias que funcionan con sistemas autoritarios, ¿en qué lugar dejaríamos a España? Ciertamente no es Rusia, pero tampoco se puede decir que brille por su transparencia, ni que del Jefe de Estado para abajo todos los agentes sean intercambiables si se sospecha de corrupción…

    1. Avatar de Paco Bernal
      Paco Bernal

      Buenas: España, por lo que respecta a lo que digo en el artículo es una democracia como todas las demás europeas. Por suerte para todos, no hay “personalidades providenciales” ni gente “imprescindible”, salvo quizá conforme uno avanza hacia la derecha en el espectro político. Y esa “imprescindibilidad” ya sabemos de qué pasta está hecha. Le desafío a que me diga el nombre de uno de los ministros de educación de la época de Zapatero. Sin mirar y de memoria. Esto incluye, por cierto, al jefe del Estado actual. El Rey Felipe uve palito mantiene un perfil bajísimo casi hasta la manía. Funcionarial. Y en todo caso muy lejos del papel que voluntariamente aceptó su padre de “garante de la transición” y blablablá que fue, en mi opinión, un papel elegido por gusto en parte y en parte facilitado por eso que se llama el “Madrid de la M-30”. Durante los últimos meses, la Casa Real (considerando lo escleróticos y conservadores que son esos ambientes) ha avanzado hacia cotas de transparencia nunca vistas, incluyendo la fiscalización de sus cuentas por el tribunal de ídem. Por marco jurídico, puede decirse que España es en estos momentos una monarquía muy republicana (salvo por el inconveniente obvio de que al Jefe del Estado no se le puede votar, por lo que siempre hay más posibilidades de que, si ahora nos ha tocado uno que parece decente, en el futuro pueda tocarnos uno como el tío de la reina de Inglaterra, que era de esa gente que cuanto más les conoces más quieres a los orcos y a los trasgos; aunque también fíjate Estados Unidos, una república desde hace más de dos siglos y tuvieron que padecer a Trump). En cualquier caso, le doy la razón en una cosa: en España, un caso como el de Kurz (dimisión por corrupción) sin ser imposible, hoy es impensable.

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